Cap-3 (S)

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Shao





Un fuerte dolor recorrió mi espina dorsal y entonces abrí los ojos. Me costó un poco acostumbrarme a la tenue luz que había. Tras parpadear varias veces intente moverme pero no lo conseguí. Sentí mis manos echadas hacia atrás y cuando las moví descubrí que estaban atadas. Mire mi cuerpo que se encontraba sentado sobre una silla y con los pies atados a los pies de la silla y las manos atrás. Tenía algo en la boca y después de morderlo y probarlo con la lengua supe que se trataba de un trapo.


Mire a todos los lados.


Parecía ser una habitación aunque era muy oscuro. Mis ojos se adaptaron un poco más a la a aquel lugar. Intente moverme de nuevo, tratando de darme un empujón desde el suelo para levantarme pero fue inútil. Hice movimientos con el cuerpo intentando saltar con la silla pero parecía que está estuviera anclada al suelo.


—Es inútil- oí una voz femenina desde algún lado de la habitación, el eco del sonido recorrió la habitación. - no puedes escapar.


—Mmmmnnn- intente hablar.


Entonces desde las sombras salió una mujer alta y delgada. Con el moño rubio perfectamente recogido y un traje negro como la noche.


La reconocí en seguida. Era la misma de la noche anterior.


—Ahora ya no te puedes escapar ¿He, gatita?


Solo gruñí intentando mientras tanto deslizar las manos por lo que fuera con lo que estaba atada.


—Dime. ¿Quién te manda? - pregunto ella acercándose como un felino con pasos sigilosos hacia mí. Su rostro fue iluminado un poco más con aquel foco procedente de algún lugar y pude ver un perfecto, bello y terrorífico rostro. Era como una muñeca de mirada asesina. Yo que hasta entonces estaba atrapada con él pensamientos de escaparme preste toda la atención.


—"¿Mandar? - me pregunte mentalmente-¿Pero esta que se cree que soy un perro?"


No respondí y me quede quieta mirándola.


—Habla- gritó está de pronto y movió la mano derecha hacia arriba y abajo de forma muy rápida. Algo negro y fino se dejó entrever entre las oscuras luces y un sonido de latido rompió el silencio de la habitación


Mi cuerpo se estremeció. Pude sentir mi piel de gallina erizada bajo mi ropa. Traque saliva sin saber exactamente qué decir, aunque no podía hablar con el trapo.


—Así que no va a hablar ¿He?- hablo ella con un tono severo mientras se acercaba. Con su traje negro y líneas rojas que se le subían desde las piernas hacia la cintura.


—"¿Está tía es tonta o qué?- me pregunte mentalmente- como si pudiera hablar con la mierda de tela en la boca"


—Muy bien- siguió está hablando sola - Tú lo has querido.


Se acercó más, puso su cara a sentimientos de la mía y sus ojos de color chocolate me miraron fijamente. Una sonrisa torcida se formó en su rostro y luego con un rápido movimiento se puso detrás.


Me desató y bruscamente me hizo levantarme. Luego me dio la vuelta y me obligó a ponerme de rodillas en la silla, seguidamente me volvió a amarrar las manos a ella.


—Que sepas que las crías no me la juegan - parecía molesta utilizando un deje de voz grave y amenazante.


No hacía falta ser un genio para saber lo que iba a hacer.


Me pregunte cómo era posible terminar en algo así de la noche a la mañana. De ser una chica normal con una vida aburrida a estar de rodillas esperando el primer golpe.


Mi cuerpo salto cuando ella hizo sonar de nuevo el látigo y todos mis músculos se tensaron.


—" Ojalá pudiera ser todo esto un mal sueño - desee de pronto"


Pero entonces un quemazón como mil agujas atravesó todo mi cuerpo. Pude sentir como mi piel se desgarraba cada centímetro que el latido había recorrido y un grito ahogado por la tela escapó de mi boca.


Sentí aparecer las lágrimas en mi mejilla mientras el ardor aumentaba paulatinamente.


De nuevo sonó el látigo y sentí el segundo golpe. Era más doloroso, con más superficie y quemaba tanto que creí que iba a perder el conocimiento. Mordí el trapo con toda la fuerza que pude para alejar de mi mente el dolor que mi cuerpo experimentaba.


No oí pasos ni nada. Pero algo agarro mi rostro y me lo hizo levantar. Abrí los ojos y vi los suyos. Ella que estaba sonriendo me miro con asco.


—Ya puedes ir despidiéndote de tus amiguitos. Porque si no hablar pienso hacerte cosas muy feas.


Después me quito el trapo de la boca con brutalidad.


—Habla - ladro.


—No sé de qué- sollocé- yo no he hecho nada- mi voz sonó temblorosa. Mi cuerpo temblaba bajo el incesante dolor.


—Te volveré a pregunta. ¿Para quién trabajas?


—Para nadie - conseguí decir intentando sonar más convincente aunque sin éxito alguno. No me quedaban fuerzas.


—No me mientas- su voz sonaba enfadada.


—No lo hago. No sé de qué me hablas.


—Tú lo has querido. - dijo ella colocándome de nuevo el trapo en la boca y amarrando lo detrás de mi nuca y desapareciendo de mi vista de nuevo. Hizo sonar el látigo en el suelo y espere el tercer golpe.











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Agente Shao _Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora