Cap- 37 (V)

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Victoria.





Atravesé la puerta de piedra y camine por el maloliente sitio.

De todos los pasadizos que había bajo tierra del terreno, tenían que elegir el más maloliente y sucio de la zona.

—Porque es más fácil de acceder- me dije malhumorada tratando de imitar el tono de voz de mi jefe- porque está cerca de la salida. Porque huele mal y soy un capullo.

Hice un gesto con la mano muy típico de él y mi cuerpo protestó.

En ningún momento me imaginé que la pelirroja se iba a defender y que me iba a dar una buena.

—Has tenido suerte puta- susurre entre dientes mientras caminaba- la próxima vez quizás no la cuentes.

Aquella zorra malnacida sin saber cómo me había golpeado fuerte.

Mi odio hacia ella crecía cada día más e iba a acabar con ella antes de lo previsto.

En unas pocas semanas había conseguido salvar la vida al mariquita de Ross. Escalar la maldita pared del infierno y encima ahora peleaba mejor.

Negué con la cabeza. Si el plan iba a ir como todos esperábamos, muy pronto. La iba a tener a mi merced y entonces solo yo sabía que haría con ella.

Hice un estiramiento del cuello. Me dolía la espalda y estaba agotada. Tantas noches sin dormir por culpa de este experimento y la falta de tiempo me estaban pasando factura.

La carta del doctor que recibo hacia unas horas me había citado allí para la nueva buena.

Cuando entre me encontré con una silla tirada en el suelo y el tanque vacío. Pero todo lo demás estaba bien.

Di varios golpes al cristal del tanque para que apareciera la abominación que había creado el doctor.

Pero no sucedió nada.

No apareció.

Espere tranquilamente unos segundos. Camine hacia la silla y la levante para luego sentarme.

Mire la hora y decidí esperar.

La puntualidad del doctor solía brillar por su ausencia.

Saque del cajón la carpeta del experimento 89 y empecé a buscar las últimas hojas por si había anotado algo. Pero nada. Estaba lo mismo que la anterior vez. La tire de mala manera al cajón y lo cerré con fuerza con la pierna para luego apoyar la cabeza en la mano que tenía sobre el respaldo.

Pero entonces me di cuenta que debajo de la mesa algo brillaba, me acerqué despacio y descubrí el charco de sangre, el cual supuse que era del que mate hacia una semana.

Retire la mesa y vi que en él había una huella de un zapato.

Un recuerdo como un flashback apareció en mi mente. Había tirado el cuerpo muerto debajo. ¿Cómo es que había una huella?

—"Alguien ha estado aquí- me dije"

Furiosa camine de un lado a otro mirando el reloj a cada segundo. Pero el científico no aprecia y tras diez minutos supe que algo iba mal.

Agarre el móvil escondido en mi bota negra y marque el teléfono de mi jefe.

Ralnos no tardó en aparecer. Con su rostro expresando furia me miró de arriba abajo mientras se acercaba. Con su traje de chaqueta y corbata camino hacia mí. Se podía decir que era el único que no llevaba la ropa reglamentaria y nadie protestaba.

Agente Shao _Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora