— ¿Qué está pasando?- preguntó con un deje de voz rabiosa.

—El doctor no ha aparecido y creo que han entrado aquí - respondí tranquila. Ese hombre no me imponía para nada. Lo odiaba también, como al resto del mundo.

Ralnos se quedó quieto unos segundos y miro a su alrededor. Pasó la mano por la mesa y luego se la miro como si buscara polvo.

—No parece que nadie haya tocado algo- sentenció.

—Pero esto me huele mal.

—Está bien- dijo entonces mirándome serio y frío- dentro de dos días empezamos.

— ¿Y por qué no hoy?- pregunte mirando la hora cuando daban las siete de la mañana.

—Esta noche llegan los agentes de la otra academia- dijo sonriendo lascivo- hay que darles la bienvenida.

Entonces se dio media vuelta y camino hacia la salida

—Quiero que salgas cinco minutos más tarde después de mi- ordenó- y bloquea este sitio después- no quiero que nadie entre.

—Pero si han entrado aquí ya pueden saber algo. Deberíamos de actuar con rapidez.

—Sabes- el hombre paro y se volvió hacia mí- tienes razón. Si han entrado pueden volver a hacerlo.

— ¿Entonces lo hacemos hoy?

—He dicho que no- rugió con enfado - cuando salgas de aquí activa la alarma de gas envenenado- pude ver su sonrisa bajo la penumbra- así si vuelve a entrar morirá como una rata.

— ¿Deberíamos esperar al doctor?- pregunté.

—Déjalo morir también. Sea lo que sea que tenía que decir quizás lo sepa el ayudante.

—Pero...

—Aquí ya no hay nada más que hacer soldado - me acallo- y no vuelva a hablar si no quiere terminar acompañando a las ratas- me amenazo.

—Sí, señor.

El gordo desapareció de mi vista y me puse a coger algunas cosas que creí útiles. Encendí la pequeña lámpara de la mesa y agarre unas carpetas de color negro cuando vi gotas de sangre en el suelo. Encendí entonces la linterna que tenía guardada en mi cinturón y seguí el rastro hacia la pared las gotas desaparecían. Pase la luz por el borde del muro y vi como media pisada comenzaba en él, pero no terminaba.

Cuando toque la pared el jefe volvió a aparecer detrás de mí.

—Fuera está la luz encendida- me dijo utilizando el mismo tono de voz pero esta vez más bajo- tenemos que salir por el túnel.

—Muy bien señor- dije volviéndome - he visto unas huellas aquí- le señale con la luz- quizás sean del doctor.

El hombre gordo se acercó y la miro. Bajo la luz más intensa pude observar sus arrugas en el rostro, era mucho más mayor, su cabello blanco le daba un aspecto más frió y duro. Seguidamente toco la pared y están giro dejando una negrura ante nuestros ojos.

—Sigue las huellas- me ordenó.

—Pero señor- dije- no conozco el laberinto.

—Así te familiarizas con el - sugirió con un deje de burla en su tono.

Trague saliva y alumbre la oscuridad.

El hombre volvió al interior de la habitación y activó la alarma de gas. Seguidamente me empujó hacia el oscuro pasadizo.

—Señor. ¿No es mejor que busque primero los planos de esta zona y así busco al doctor.

Este río a carcajadas. Supongo que se dio cuenta de que quería evitar perderme.

—Haz tu trabajo y hazlo ahora- me ordenó- además ya no tienes salida- dijo esto último empujando lentamente la puerta- recuerda solo hay una salida y no intentes entrar por aquí si no quieres morir como las ratas- dijo esto último y cerró la puerta dejándome sola en aquel pasadizo.

Di dos pasos cuando un grito infernal, proveniente de algún lugar, rasgo la oscuridad y se repitió con el eco durante algunos segundos más.

—"La bestia- pensé mientras se me erizaba la piel"

Si bien sabía algo con seguridad, era que, la bestia era mucho más fuerte y rápida que yo.

Pero sobre todo que.... me odiaba. 

Hay espero que realmente os guste. De verdad muchas gracias por vuestros votos y comentarios.
Mil abrazos de osito virtual.

Agente Shao _Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora