3. ¿Señales divinas?

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            —¡Apuestas, apuestas! ¡Hagan sus apuestas!

El ambiente en aquel estacionamiento, ahora no tan vacío, era indiscutiblemente emocionante. Desde autos sencillos hasta Mustangs modernos, todos se agrupaban ahora allí, manejados por su popular conductor para prepararse a tener la carrera de sus vidas; una carrera callejera de autos, en aquel desolado estacionamiento, que hasta hace poco se había llenado con múltiples personas tomando, festejando y anticipando la carrera. El ambiente nocturno se mezclaba en conjunto con las luces rojas de los autos, y los cálidos y apagados tonos amarillentos de los postes de luz. La música, además, no se hacía de añorar; debían de ser no más de cincuenta personas en aquel lugar, y la chica estaba segura de que más de la mitad de ellos formaría parte de alguna pandilla.

—¡Setenta y cinco por Dunking!

—¡Ciento veinte a que el Ggondae gana!

La gente exclamaba frases de aliento, mientras una hermosa chica con poca ropa se paseaba de aquí a allá, sujetando la bandera de cuadros que les daría a los autos la señal de que comenzaran la carrera, esperando la señal para que fuese agitada.

—¡Ggondae no domina el volante como Baby Skin!

Carter no entendía cómo se había visto involucrada en esa situación. No le desagradaban los autos, y tampoco las competencias, pero verse envuelta en una carrera callejera, rodeada de música fuerte y personas alcoholizadas no era de su agrado. Otra cosa que no entendía era cómo resultaba que todos los conductores de aquellos autos tenían apodos tan raros; aspectos tan extraños. Había salido de su zona de confort, en la comodidad de su amplia casa, para mudarse a los dormitorios de la universidad y ahora, salir a las calles a acompañar a su amiga Donatella a eventos como este.

«Será divertido» había dicho, pero Carter no había estado del todo de acuerdo con ello.

Donatella gustaba de ese tipo de ambientes, y había asistido especialmente emocionada cuando un muchacho bastante guapo de otra hermandad de la universidad le había invitado. Donatella era el estereotipo de chica bonita y de poco cerebro; muy diferente a Carter, que solía ser bastante astuta e igual de hermosa. Era completamente extranjera, además; cabello lacio y rubio, ojos claros, bonita sonrisa y reputación de chica fácil. Carter no solía juntarse demasiado con ese tipo de personas, tal vez por su carácter difícil y fuerte. Y sin embargo, había conocido a Donatella hacía un par de meses atrás, y para sus sorpresa la chica le comprendía bastante bien. Se habían vuelto amigas rápidamente, y Carter simplemente no había querido dejarla a la deriva en un lugar como ese, sola con un muchacho que no conocía.

Claro está que Donatella no tardó en desaparecer en algún lugar con ese chico, que afirmaba ser el líder del equipo de baloncesto. Carter era ahora quien había quedado completamente sola, en busca de algún rostro conocido que no parecía poder ser capaz de encontrar. O eso llegó a creer.

NamJoon no solía asistir tampoco a ese tipo de lugares. Si bien muchos de sus amigos amaban las carreras de autos callejeros, era un ambiente que solo disfrutaba cuando estaba con ellos, como aquella vez. A diferencia de sus compañeros de grupo, él no se había apropiado de muchas adicciones a la nicotina y marihuana; era demasiado listo como para dejarse influenciar. Aquella noche, sin embargo, había accedido a asistir porque llevaba tiempo sin hacerlo; porque uno de los chicos que tocaba en aquel pub le había invitado. NamJoon había salido con su mejor ropa y sin llevarse más que la cartera y las llaves de la vieja motocicleta, acelerando el vehículo al llegar al estacionamiento y aparcándolo cerca del bullicio de personas que se agrupaban para observar a los autos.

Underground MonsterWhere stories live. Discover now