Capítulo 4: Lluvia Ígnea

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  Dio la vuelta al castillo tan rápido como pudo, pasando de entre la plebe y los nobles enfurecidos que no voltearon a verle, siquiera notaron su presencia. Se descalzó, arrojó el calzado de cuero y se sumergió por uno de los agujeros de las alcantarillas, cada uno de ellos conectaban a las mazmorras, establos y pozos, sitios únicamente visitados por ratas y vagabundos; al caer se dobló el pie, se estremeció produciendo gritos de dolor y agonía, sus manos le resbalaban de la pared; estaba sucia y mojada, apenas el cuerpo le daba para caminar, a diferencia que su hermano y hermana, ella no tenía resistencia. Su cuerpo se bloqueaba, lo que le frustraba. Se dejó caer de rodillas en el moho y las rocas, la oscuridad no le dejaba avanzar, ya era tarde y el sol dejó su guardia para ser reemplazado por la luna, y no llevaba nada consigo que le produzca un mínimo destello de luz. 

  Llevó sus manos por el suelo, guiándose a alguna pared cercana, una vez encontrada se recostó, apoyó su espalda y liberó un soplido de agotamiento. "No puedo más; mamá, papá, lo siento..." se retorcía la mente con sus penas, el eco de los túneles dejó sonar su llanto, estaba perdida, sucia, cansada y en peligro, todos lo estaban.

- ¿Te rindes joven dragón?- Le preguntó una voz perdida, imposible de reconocer en la tierra sin luz.

- ¿Quién eres? No puedo verte - Le contesto la princesa mientras se incorporaba dolorida, llevaba sus manos por la pared de adoquines mal colocados, y cada uno suelto lo utilizaba como sostén para levantarse - Mis padres son los reyes de Mancre, y mi hermano es el príncipe Adrián Lecover, si me haces daño te las veras con la ley.

  Pero no hubo respuesta alguna, siguió atenta a la proveniencia de esa voz, pero nada. Nada de nada, solo oscuridad. Se volvió a entristecer, "¿Estoy loca?"  se preguntaba dentro de sus pensamientos.

- No lo estás joven dragón, solo es tu destino - La voz volvía a aparecer, era de una mujer, una mujer que ya estaba entrando en la madurez; Ana giraba en sí con los brazos extendidos, pero no sintió ninguna presencia, siquiera pudo saber de donde provenía la voz.

  Esperó y espero por otras palabras de la voz.

- ¿Qué quieres?- Grito a la negrura de las mazmorras, pero las que contestaron fueron las ratas, que corrieron enloquecidas en busca de un agujero en donde esconderse.

  Tomó fuerzas y siguió recto, se acordaba el camino de memoria, pero solo para escapar, no para entrar. Tenía que volver en sus pasos, y en la plena noche. Las veces que escapaba lo hacía al atardecer y regresaba a las puertas del castillo al anochecer, ahora todo se revertía. Pero no se detuvo, su mano rozaba los adoquines y se trazaba una pared en su visión. 

  Cerró los ojos y dibujó su camino, debía seguir, por su pueblo. Los pies se le congelaban, estaba dentro de las aguas de las alcantarillas, aquellas que llevan los desechos de toda la ciudad. Se le revolvió el estómago al pensarlo y estuvo a punto de vomitar. Limpió su mente y siguió, de vez en cuando tambaleaba, el pie aún le dolía por la caída. "Aún puedo continuar" se inspiraba.

- Así es joven dragón, sigue a tu corazón- La voz se dejaba escuchar por tercera vez, una voz calmada y apaciguadora, la voz de una madre.

  Anelí se detuvo, lo había entendido por fin, llevó su mano desocupada al corazón e exhaló, abrió los ojos de par en par y se quedo mirando en la negrura, siguió hasta que los sentidos se despertaron. Sus ojos se acostumbraron a la oscuridad y comenzó a visualizar su camino, lo empezaba a ver todo con claridad. Dejó soltar su mano y la llevó con la otra, ahora ambas estaban en su corazón. Dio un segundo suspiro, pero esta vez fue de victoria. Siguió el camino deslumbrado, ahora podía voltear claramente su recorrido. Mientras avanzaba intentó reconocer la voz, pero no se le familiarizaba de ninguna manera, jamás la había escuchado, o eso creía. Navegó en sus recuerdos difusos al igual que lo hacía por las alcantarillas. "Esa voz... la escuche, estoy segura de ello" 

Linaje del Dragón: NacidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora