—Chicas, ¿alguien puede darme agua? —pregunto mientras carraspeo—. Por favor.

Gemma se levanta y se acerca a una mesita donde reposa una jarra de agua cristalina y un vaso de plástico blanco, sirve el agua y me lo da. Agradezco con un asentimiento y tomo el líquido haciendo que mi garganta lo agradezca.

—Gracias, Gem —murmuro y miro al resto cambiando de posición.

—Chica te queda bien lo oscuro y profundo —habla Evangeline mientras se cruza de brazos.

—Ev, cállate —le reclama Elin ahora.

—¿Que? —pregunta la primera con inocencia—. Solo digo que es genial.

—¿Es genial?

—Chicas cálmense —pido en bajo—. No Ev, no es tan genial y Eli ya no importa, ya todos saben la segunda cara de la moneda.

Nos quedamos en silencio un rato mientras escuchábamos el sonido del goteo del suero que tenía conectado a la muñeca. Estiro mi mano hacia mi espalda sintiendo que cada vez más desaparecía las marcas de donde estuvieron una vez las alas de Teshal.

—Elin... —hablo llamándola, ella se acerca a mí curiosa—. Espero que aún quieras hacerme el vestido pero sin la espalda descubierta.

Todas ríen ante mi pequeña broma, haciéndome sentir un poco tranquila pero al rato llega la enfermera diciendo que tenían que irse, ella comienza a revisar que todo esté en un perfecto orden.

—¿Sabes? Tienes suerte de tener como mate a alguien como Alpha —habla sacando una conversación—. Es un gran chico y se ve que te ama mucho.

—Lo es —respondo lento—. ¿Usted lo conoce?

—¿Que si lo conozco? —pregunta con una sonrisa en sus labios—. Siempre llegaba él y su beta con brazos rotos o cualquier clase de heridas y la única excusa que usaban era que estaban jugando.

—Ellos parecen ser buenos amigos —musito pensativa.

—Lo son, desde que eran unos niños —sonríe ella nostálgica—. Siempre iban de un lado al otro juntos.

Y con eso termina la conversación puesto a que solo me da unas pastillas para el dolor de mi espalda y se retira.

William está aquí —me habla mi loba nerviosa.

Es imposible, él está en las tierras del norte —respondo sin entender.

Está aquí.

William está buscando su propia muerte, miro la aguja que está en mi muñeca y aguantando la respiración la arranco haciendo que comience a sangrar un poco lo cual no me preocupaba. Me quito el resto de los cables y me siento en el borde de la cama, me cierro la bata por la espalda y miro a mi alrededor hasta topar con la cobija azul que estaba a los pies de la cama, la tomo y me envuelvo en ella.

—En cuanto te vea Will te vas a arrepentir de haber venido —murmuro entre dientes.

Camino hacía el pasillo cuando noto que la herida de mi mano ya había sanado, me asomo y veo a varios doctores paseándose aquí y allá. "Vamos, no creo que te detengan" me alienta mi subconsciente. Tomo una bocanada de aire y comienzo a caminar escondiéndome en cada cosa que hubiera ahí.

—Luna, ¿a donde cree que va? —pregunta una voz conocida.

—Necesito que crees una distracción para que pueda salir —pido en voz baja—. ¿Puedes ayudarme?

—¿Me meteré en problemas?

—No, Cathy —hablo segura—. Solo necesito una distracción de unos 5 segundos para poder correr de aquí.

—¿Y por qué huir? —pregunta la adolescente mientras inclina la cabeza.

—Prometo hacer lo que quieras si me ayudas.

Ella me mira pensativa y luego asiente lentamente, da media vuelta y comienza a correr hacía una habitación, en segundos se escucha el sonido del electrocardiograma cuando el corazón se detenía, la veo salir del cuarto unos segundos antes de que la alarma llegue a los doctores quienes se apresuran a correr hacia esa habitación dándome tiempo suficiente para correr de ahí y salir.

El aire frío me pega haciendo que tiemble un poco y me aferre a la cobija, no iba a llegar rápido como humana antes de que Dante atacara a Will, suelto la cobija y me transformó para comenzar a correr mientras el cansancio hacia reclamo. Acelero el paso cuando tomo el olor de Dante y Troy cada vez haciéndose más fuerte sin entender cómo es que alguien como Will podía arriesgarse a venir así sin más.

—Chicos, no voy a hacer nada —habla una voz conocida mientras me acerco cada vez más.

Estaban en el borde del territorio al este, cuando estuve lo bastante cerca vuelvo a mi forma y me recargo en un árbol que había ahí.

—Creí que ya no te volvería a ver —hablo fuerte ganándome la atención de todos—. ¿A que volviste?

Troy se acerca y me abraza por la cintura mientras que con una mano trata de quitarse el suéter que traía puesto para cubrir mi ya tembloroso cuerpo.

—Me enteré de que Teshal hizo de las suyas —responde Will.

—¿Ayleen, lo conoces? —pregunta Dante volteando a verme.

—Por supuesto que me conoce —responde William fingiendo estar herido por la pregunta—. ¿No es así, hermanita?

Legión de Lobos TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora