~Hokkaido... otra vez~

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Fubuki parpadeó varias veces en mitad de la noche, lentamente, escuchando aún la atronadora lluvia a través de la ventana. Las gotas parecían querer traspasar el techo y calarle hasta los huesos. Al menos, los truenos habían cesado... Se movió un poco entre los níveos brazos de Gouenji. Por un momento, alzó un poco las manos para comprobar si seguía en el cuerpo del contrario. Suspiró, iba a ser que sí.

Sentía cierta presión en el pecho, al no saber si eso era bueno o malo, si estaba bien o mal estar entre sus brazos, dejándose proteger, dejando que fuera Gouenji quien lo hiciera. No sabía si apartarse, porque después de todo, por la mañana, puede que las cosas volvieran a la situación de los días anteriores. Pero ¿cómo iban a ser sino? ¿Iban a volver a hablar y a tratarse como antes, como si nada hubiera ocurrido?

Alzó la vista, se le hacía raro ver su rostro en otra persona, sin embargo, sabía perfectamente por la forma en la que respiraba y por el modo en el que su rostro expresaba suma serenidad e indiferencia, que tras esa faceta, estaba Gouenji.

-¿Por qué me has hecho esto?- le cuestionó acariciándole el rostro- Podríamos haber sido felices, yo podría haber cambiado de universidad si eso era lo que querías, tú podrías haberte venido conmigo si me hubieras dejado hablar...

Gouenji roncó levemente y eso hizo a Fubuki sonreír un poco. Le recordaba a las mañanas en las que despertaban juntos y le observaba dormir. Siempre le gustó ver a Gouenji dormido. Volvió a acariciar el rostro del mayor con las lágrimas aflorando sus ojos negros.

-A veces, me pregunto qué fue lo que hice mal, Shuuya- siguió diciéndole entre leves caricias- ¿Por qué todo parecía ir tan perfecto y... acabó tan mal?

-No lo sé- respondió una voz en susurros. A Fubuki le latió el corazón con fuerza al ver que se había despertado-. Shirou... yo no pretendía hacerte daño.

-Eso... eso ya lo sé- admitió.

Y era verdad, Fubuki sabía en el fondo de su corazón que Gouenji nada lo había hecho con el fin de hacerle daño, al fin y al cabo ¿cuántas veces le había prometido una eternidad y más a su lado? ¿Cuántas le había repetido que estaría a su lado, sin importar el modo? ¿Qué razones tenía Gouenji para, sin escucharle, haber dicho todas aquellas cosas? Esas preguntas y miles de ellas más pasaban por la mente de Fubuki cada día. No lo entendía, simplemente había admitido que no podía estar a su lado.

-Hay tantas cosas que no sabes- murmuró Gouenji, rompiendo el silencio creado entre ambos. Fubuki le miró mientras hablaba, pero Gouenji negó haciendo que un mechón de sus grisáceos cabellos cayese sobre su rostro-. Y la respuesta es no, aún no puedes saberlo.

-¿Por qué?- preguntó alzándose sobre un codo, Gouenji quitó el posesivo brazo que había sobre el menor y lo puso sobre sus ojos, dando un gran suspiro-. No soy adivino, Shuuya, no puedo leerte la mente.

-Ya- rió levemente ante ese comentario-, pero no puedo decírtelo. Si lo hago, no sé si me odiarás más de lo que ya lo haces.

Fubuki soltó una pequeña risista con su grave voz, y alzó la vista al cielorraso. Como se notaba que no entendía nada.

-No te odio, Shuuya, no puedo odiarte.

-Puede que lo que vaya a decir suene un poco masoquista, pero quiero que me odies.

-¿Y eso... por qué habría de hacerlo?- extrañado, le observó esperando una respuesta, viendo como se quitaba el brazo que tenía sobre los ojos- No te entiendo.

-Primeramente, porque merezco odio, sobre todo odio- respondió sin dudarlo-. Te he hecho mucho daño y eso debo admitirlo aunque me duela. ¿Pero de qué otro modo podía hacer las cosas?

¿Por qué... tú? | Inazuma ElevenTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang