~¿Odio?~

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—¡Te odio Shirou! ¡Te odio! ¡Vete!— gritaba una y otra vez el chico al otro lado del cristal— ¡No quiero que me hables! ¡Déjame!

El chico estaba con las manos atadas a la cama, negaba con la cabeza y tenía la frente perlada de sudor, hablando con alguien inexistente. Se retorcía e intentaba escaparse, librarse de sus ataduras. Más aún, parecía que intentara librarse de esa voz que nadie más que él escuchaba.

—M-midorikawa ¿q-qué significa esto...?

—Ese es Atsuya— respondió el mencionado, tocándose el brazo en señal de disculpa—. Gouenji descubrió de su existencia hace seis años, poco después de que comenzarais a salir... Todo fue gracias a su padre, el cual fue asignado a un hospital en Okinawa, en el cual había un chico aún recuperándose de las secuelas de un accidente de coche hacía ya tantos años. Sólo que no se estaba recuperando de una enfermedad ni de ningún problema del estilo. Estaba en un hospital como este, uno para trastornos psicológicos. El padre de Gouenji estuvo estudiando su trastorno, llegando a la conclusión de que padecía un trastorno de identidad disociativo. En su mente... estás tú.

Fubuki sintió como si una lanza se le clavara en el pecho y sollozó varias veces, poniendo una mano sobre la puerta, sin poder creer lo que sus ojos veían, sin entender cómo aquello podía ser cierto. ¿Acaso estaba sufriendo una pesadilla? ¿Acaso de verdad lo que estaba oyendo de boca del que creía su difunto hermano... era real?

—Es imposible— musitó sollozando.

—Gouenji planeaba llevarte a Okinawa para visitar a tu hermano, pero... su padre se negó. Nada más mencionarle el nombre «Shirou», su trastorno empeoraba y se ponía muy agresivo. Entonces decidió que ayudaría a su padre a intentar solucionar el problema de Atsuya, o al menos, hacer que se calmara, que fuera capaz de verte, que explicara el por qué odiaba a ese tú que está en su interior— le siguió explicando el de cabellos verdes—. Sin embargo, no podía llevarte a Okinawa porque primeramente, no quería que perdieras la oportunidad de ir a la universidad que querías, y segundo porque, si seguíais en contacto o vivíais juntos, tarde o temprano sabrías lo de Atsuya.
En el caso de que te dieras cuenta, todo hubiera empeorado drásticamente— dijo con la voz colmada de nerviosismo—. Atsuya empeoraba con cada visita de Gouenji, cada vez que le hablaba de ti. Tú querrías arriesgarte a verle y Atsuya no se contendría a decir cualquier cosa. Entonces, decidió que debía hacer como que vuestra relación se terminaba para poder hacer lo que fuera para que tu hermano se recuperase durante estos cinco años. Me pidió por favor que no te dijera nada con respecto a aquello y prometí no hacerlo. Y desde que volviste a Inazuma las cosas se complicaron, Gouenji quería decirte la verdad pero le insistí en que lo mejor era tener paciencia... Y luego, se enteró de lo del kontrak, me sugirió hacerlo diciéndome que si lo hacía... él sería quien se mostraría la primera vez ante Atsuya con tu aspecto y que si sufría algún daño, no lo sufrirías tú...

En ese momento, Fubuki no pudo aguantar más la presión desatando por completo todo el dolor que sentía y empezando a dejar que las lágrimas ahora salieran sin retención alguna, sin cortar sus sollozos, sin intentar fingir ni aparentar que podía con todo. Ya no quería poder más. Todo lo que estaba ocurriendo, o más bien todo lo que había ocurrido no hacía más que hacer que lentamente se sintiera peor. Se preguntaba una y otra vez como había podido ser tan estúpido, como no se había dado cuenta. Aunque ¿cómo iba a saber todo aquello? Ahora estaba entendiendo todo lo que Endou había dicho de la depresión de Gouenji, ahora alcanzaba a comprender por qué había tenido esos pensamientos y por qué no habían estado en contacto.

—Shuuya— sollozó apoyando la frente en la puerta.

Ahora entendía también por qué le había rogado que se quedase con él, por qué el día de la tormenta había insistido y le había suplicado para que le dejase ayudarle... Sentía un dolor punzante en el corazón, no podía resistirlo, cada vez se sentía peor. Le faltaba el aire, y también la vida. Le faltaba Gouenji.

¿Por qué... tú? | Inazuma ElevenOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz