~Como el cristal~

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—Creí que te habías ido para siempre— susurró con miedo, las lágrimas resbalando aún por sus mejillas.

Ahora estaba totalmente abrazado a Gouenji, las manos de este acariciaban su espalda y le hacían sentir protegido. Aún no podía creer la pesadilla por la que había pasado.
—Nunca me iría para siempre, te amo ¿sabes?

Asintió con un nudo en la garganta. Eso se lo había cuestionado tantas veces en esos años que ahora oírlo de sus propios labios le provocaba sensaciones extrañas. Nostalgia, dolor, angustia, pero a su vez, despertaban la felicidad que hacía tanto que no sentía, notaba como lentamente se extendía por su cuerpo, como si de una corriente de energía se tratase. Sonrió alzando la vista, habia escondido el rostro en su cuello y tenía el dulce olor de Gouenji impregnado.

—Shuuya, necesito que hablemos— comenzó a decir.

—Claro— asintió—. No puedo culparte si me odias, o si ya no quieres nada conmigo, supongo que lo entenderé si así es.

—¿Qué dices idiota?— puso una mueca y los ojos en blanco— No puedo negar que todo esto ha sido demasiado raro. Pero jamás te odiaría, sé que todo lo que hiciste fue por mí, por mucho que me duela admitirlo. Creía que tus razones eran otras completamente distintas, y sin embargo, era para ayudarme con Atsuya...

—No he pasado por nada peor en mi vida, creía que las cosas me saldrían bien y no hacía más que caer en depresiones y desesperación, ha sido horrible— confesó acariciando su mejilla.

—Endou...

—¿Endou qué?

—Endou me dijo que habías querido...

Gouenji bajó la vista. Fubuki esperaba que lo negase, pero no fue así, al fin y al cabo era verdad, el rubio había deseado quitarse la vida por aquel entonces, y eso provocó que un doloe atroz le atravesara al imaginar tal cosa. Ni él mismo había llegado a aquel extremo. Aunque era de entender, Gouenji vivía con la presión de haberle engañado y Fubuki creía que aquello ya no tenía solución, a diferencia del rubio que tenía esperanzas de recuperar a Fubuki y que se matirizaba cada día pensando que le iba a perder, que no le iba a esperar siempre...

—No pienses en eso— le dijo Gouenji mirándole ahora directamente a los ojos—. Estoy aquí, y nunca lo hice, así que no tienes por qué preocuparte.

—Te has encargado de demasiadas cosas, y lo del kontrak fue demasiado, Shuuya, deberías habérmelo comentado...

—Lo siento— se disculpó.

—No sabes cuánto tiempo he esperado que esto sucediera, había perdido totalmente las esperanzas— siguió diciendo con algo de histerismo.

—Lo siento— volvió a decir con una leve sonrisa—. Si te soy sincero yo las seguía teniendo hasta el mismísimo instante en el que me desperté y no podía controlar mi propio cuerpo, si muero ya no puedo hacer nada por recuperarte— le acarició la mejilla con el pulgar.

—¿Estabas consciente?

Asintió ante su pregunta y vio que cerraba los ojos y daba un suspiro largo y pesado. Lo cierto era que no quería imaginar lo que sería sentirse impotente y no poder controlar tus acciones. Le besó en la mejilla y volvió a esconder el rostro en su cuello, deleitándose de la armonía que le proporcionaba su olor. Era una mezcla extraña entre algo intenso y a la vez extrañamente sutil, lo que era contradictorio, porque cuando estaba lejos lo notaba con inmensidad, como si le llamara, pero si Fubuki se acercaba se convertía en una caricia para sus sentidos olfativos, proporcionándole una sensación indescriptiblemente agradable.

—No sabes lo que ha sido estar estas cinco horas y cuarenta y seis minutos escuchándote llorar y perdiendo totalmente la razón, me iba a dar algo, era como si mi cuerpo no respondiera a las órdenes que yo le daba. ¿Recuerdas eso que dijo Midorikawa de que mi cuerpo respondía a las órdenes directas? Pues así era, a todas las órdenes menos a las que yo le daba— bufó y apretó a Fubuki contra sí, haciendo con ese movimiento que su olor se intensificase—. Creo que cuanto más hablabas de nosotros, cuanto más te acercabas a mí, más aumentaban mis fuerzas para tomar el control.

¿Por qué... tú? | Inazuma ElevenWo Geschichten leben. Entdecke jetzt