Orgulloso y Rosa

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Karakura.
Instituto.

Todos sus días en Karakura eran un dilema, uno muy extraño el cual siempre acababa de la misma manera y con el mismo chico. Algo poco creíble pero cierto. (...) no era el tipo de chica enamoradiza, de hecho nunca había tenido un novio o algo por el estilo. Desde su mudanza de América a Japón había hecho amistades con los cuales compartía su tiempo y algunas veces sus emociones.
Se metía en problemas suficientes como para ser enviada a una correccional por mala conducta, pero gracias a su padre eso nunca pasaba.
Tenía cierta «amistad» con Ishida, dicho chico era su compañero de estudio y refuerzo ya que en las últimas pruebas no le había ido muy bien.
―Odio a los profesores.
Tatsuki miró de reojo a (...), la rubia estaba de malhumor debido a sus notas finales. Malditos profesores. ¡Por unas putas décimas no logró pasar al cinco!
Si tan solo se hubiesen apiadado de su pobre alma, pero no. Los malditos eran peores que los esbirros del mismo Hades al momento del castigo.
Siempre sonreían como demonios al momento de entregar las notas finales.
Tch, maldito Yamamura, le destrozaré el coche.
―(...)-san, cálmate ―le pidió Orihime―. Seguro que no es tan malo. La aludida suspiró con cansancio.
Odiaba tanto los trimestres finales, los profesores siempre les cagaban las vacaciones mandando trabajos finales los viernes o algo peor como la escuela de verano.
Pero eso para (...) no era problema, el problema era que no pasó el trimestre y que ahora debía ir a clases particulares con el nerd de su compañero.
Además, claro, dicho nerd era su «príncipe rosa» de compañía.
Por decirle de algún modo.
―Si, no es malo tener que estar tanto tiempo con el nerd que no te soporta ―replicó con sarcasmo―. No es así, ¿Ishida?
Tatsuki y Orihime se volvieron para ver al nombrado detrás de ellas acompañado de Ichigo y Sado.
El mencionado se mantuvo callado, algo receloso por la situación. Nadie sabía lo que pasaba entre él y (...). Pero no quería que siguiera siendo un secreto.
Quería algo que lo supieran todos, de ser así las cosas serían mejor para ambos. Nada de esconderse y hacer como que no pasaba nada.
Sin embargo, (...) no parecía ser el tipo de chica interesada en algo serio como pretendía Ishida. Si seguían con aquella amistad tóxica seguramente alguno de los dos saldría muy herido.
Y eso no lo quería para ninguno.
―¿Otra vez en problemas, Cross?
La chica sonrió como un diablillo a Ichigo que le devolvió la sonrisa amistosa.
Ishida se acomodó sus gafas con indiferencia, todo su ser cobraba vida de manera violenta cada vez que alguien se le acercara a (...). Y ¿cómo no iban a hacerlo? Ella en si era el pecado reencarnado.
De cabellos dorados, ojos esmeraldas, piel tersa, mejillas sonrosadas... y con un cuerpecito de modelo.
Una bajita, pero de modelo igualmente.
La energía estática era palpable entre esos dos. Sus amigos también la sentían. «¿Cuándo uno de los dos orgullosos daría el primer paso?», se preguntaban.
Pero ninguno lo daba.
Aunque, había algo que pasaba entre ellos. Y sólo «entre ellos».
El pelinegro ya quería terminar cualquier «cosa» que hubiera empezado con (...), era lo mejor para que ninguno saliera herido al terminar.
―Ishida, ¿te toca pasar las tardes con (...)?
―Así es Kurosaki, debo enseñarle a esta tonta.
(...) le dio un puñetazo en las costillas, Tatsuki se rió.
―Muy bien, Orihime ya debemos irnos.
Las dos chicas se despidieron, minutos después Ichigo y Sado se fueron de la escuela dejando a los otros dos.
(...) tomó su mochila y se la colgó al hombro, observó a Ishida que no le quitaba la mirada de encima.
―Ojalá tengas más energías que ayer, me dejaste algo golosa. Te veo luego, «sensei» ―le lanzó un besito descaradamente y riendo se fue por la puerta.
Ishida por su parte no sabía cómo tomar aquel gesto de la chica.

(...) se había dado una buena ducha después de llegar a su casa, sus padres estaban separados y ella vivía con su padre. Y éste no estaba en casa.
―Vaya, a papá esto de ser accionista se le está yendo de las manos ―(...) se paseó por la casa en bata, con un vaso de cristal con un batido de chocolate y una bolsa de patatas a medio terminar.
Dejó todo sobre la mesita con detallados árabes, miró el reloj de la pared.
―Llegas tarde, «megane».
Escuchó su murmuró cargado de impaciencia, ¿por qué siempre llegaba tarde? ¿No podía ir puntual? Pero después recordó al paranoico de su padre, seguramente Ishida no llegaba por que seguía en el cacheo de los vigilantes que trabajaban para su padre las veinticuatros horas del día.
Se llevó una patata crujiente y salada a la boca. Minutos después escuchó el timbre de la puerta, muy animada se levantó y fue a ella corriendo.
―Pensé que no venías.
―No tenía pensado venir ―contestó él serio. Más de lo habitual.
A (...) le dio un vuelco el corazón.
―¿Perdona?
Ishida fijó su mirada azul en ella, parecía incrédula y recelosa.
―No quiero seguir viéndote.
(...) se aguantó las ganas de decirles unos cuantos improperios, pero se mordió la lengua. ¿Por qué le dolían sus palabras? ¿Por qué tenía ganas de gritarle y echarlo a patadas de su casa?
Jamás se había enamorado de un chico y eso fue precisamente lo que le sucedió con Uryuu. El antipático e insensible Ishida Uryuu. El mismo con el que se acostaba desde que lo había conocido.
«Entereza, (...). No le hagas ver que te duelen sus palabras.», se repetía mentalmente.
Con algo de indiferencia se apartó un mechón rubio del hombro de un manotazo, los ojos de Ishida siguieron el movimiento de su mano.
―Ayer, y los días anteriores, no pensabas eso ―señaló (...) con tono venenoso.
¿Acaso ese idiota cuatro ojos se creía que iba a «terminar» con ella?
Ishida cruzó los brazos por delante de su pecho y se recostó contra la puerta.
―Lo mejor es que no siga dándote las clases.
―¿Por qué? ¿Por miedo a los que pasa entre nosotros? ¿Por miedo a querer y necesitar a alguien?
Él no le respondió, simplemente no tenía una razón.
En su interior sus emociones eran un licuado de los grandes. De esos que no sabes ni qué le echaste. Así sentía su ser.
«Desde hoy usted ayudara a la señorita Cross (...) con sus estudios.», todo empezó con unas malas calificaciones.
«Odio a los tipos inteligentes y arrogantes cómo tú.», continuó con un par de insultos en las primeras dos clases particulares.
«¿Quieres saber qué puedes hacerme sentir?», y terminó engatusado por la belleza de la chica la tercera vez.
Había aprendido tantas cosas con ella que ya ni quería recordarlas.
―No tienes excusa, ¿verdad? Eres un muñeco sin sentimientos ―le soltó dolida.
(...) suspiró, con cansancio al percibir la verdad en su silencio. Tendría que recordarle por qué él seguiría siendo «su príncipe rosa».
―No soy de piedra, (...). No sería humano si no me importaras, no quiero lastimarte y eso por eso que debemos dejarlo estar.
Las emociones que solía guardarse afloraron de su interior, tenía ganas de besarlo y la vez darle una patada en los huevos.
―No quiero tu maldita compasión.
Ishida se pasó las manos por el pelo, intentado serenarse.
―Entonces, ¿qué quieres? ―preguntó con hastío―. Se te ve muy contenta con Kurosaki.
―¡A ti! Estúpido megane.
Ishida hiperventilaba, todo su ser temblaba por la cercanía de la chica. (...) se abrazaba a si misma, de repente se sentía desnuda en el peor de los casos.
Decidió darse por vencido, daría el primer paso.
―Ya me tienes.
(...) meneó la cabeza de un lado a otro.
―Tus palabras no significan nada si no puedes demostrarlo. Desde el momento en que nos conocimos nos gustamos. No has sido capaz de mirarme sin dejar claro que quieres follarme hasta reventar. Y eso no ha desaparecido, Uryuu ―a (...) le ardían los ojos y parpadeó un par de veces para aclarar su vista.
Uryuu miró hacia otro lado con las mejillas rojas. Tenía razón, se había convertido en todo un pervertido tras acostarse con (...) la primera vez. Un deseo irrefrenable de lascivia lo corroía por dentro cada vez que la veía.
Se ponía duro con solo olerla.
Y en ese momento estaba a punto de reventar.
¿Qué clase de declaración más desastrosa era aquella? Ambos a punto de matar al otro.
―Haces que me sienta hermosa... irresistible ―susurró, Ishida quería hablar pero no podía―. ¿Acaso es por qué sigues enamorado de Orihime?
El tono venenoso de (...) le indicó que no estaba bromeando. Ishida tragó saliva al ver que (...) se deshacía el nudo de la bata sin ninguna pizca de vergüenza.
―¿Ves esto? ¿Ves este cuerpo? Es el mismo del que anoche no te cansabas. Si ya no lo quieres... Si ya no quieres problemas conmigo... Yo...
―¿Te parece esto que no me guste? ―cerró dando un portazo, (...) rió interiormente por su acto tan bruto.
Se miraron por unos segundos a los ojos.
Los azules de Ishida no se despegaban de los verdes de ella. Ambos se lanzaron a la vez, colisionando. Sus bocas desenfrenadas se deslizaron sobre el cuerpo del otro mientras él la levantaba para envolver sus labios las piernas de (...).
Ishida tropezó con el sofá y cayeron a la mullida alfombra.
(...) se tumbó debajo de él, jadeando, mientras él se quitaba la ropa con urgencia y se ponía de rodillas en el suelo, lamiendo con la barbilla de (...) lentamente.
Se movía con brusquedad e impaciencia, y a (...) l encantó. Le gustó más cuando se levantó por encima de ella y le metió su miembro erecto. Ella no estaba muy húmeda y aquel ardor la hizo ahogar un grito. Ishida le puso e pulgar sobre el clítoris, restregándoselo en círculos y haciendo que sus caderas se agitaran.
―Sí ―gimió (...), pasando las uñas por la espalda de Ishida. Ya no sentía aquel frío. En ese momento estaba ardiendo―. Dime que te gusta, Uryuu.
―(...). ―Tapó la boca de (...) con la suya. Le agarró los tirabuzones rubios con el puño inmovilizándola, mientras la embestía una y otra vez, machacándola con fuerza y hasta el fondo. Dio una patada contra el sofá impulsándose contra (...), llevándola a su orgasmo con decidida furia―. Mía... este cuerpo es sólo mío.
El rítmico golpeteo de su miembro contra su pelvis y la posesividad con la que hablaba de ella y su cuerpo la volvía loca de deseo. Sentía que se aceleraba con cada punzada de dolor mientras su sexo se tensaba con una excitación cada vez mayor.
Tenía ganas de llorar, cómo le gustaba ese Ishida salvaje.
Con un largo gruñido gutural, empezó a correrse y su cuerpo tembló mientras se vaciaba dentro de (...).
Ella se agarró a él mientras llegaba al orgasmo, acariciándole la espada y besándolo con fuerza en el hombro.
―Espera ―dijo con brusquedad apretando las manos por debajo de (...) y aplastando sus pechos contra él.
Uryuu se levantó y se sentó con (...) montada a horcajadas sobre su regazo. Su sexo resbalaba tras su orgasmo, lo cual le hizo más fácil volver a introducirse en ella.
Sus manos le apartaron el pelo de la cara y luego limpiaron sus lágrimas de alivio.
―Siempre me gusta verte, siempre me pones caliente ―reconoció algo avergonzado―. Siempre me vuelvo medio loco de tanta excitación. De haber algo que pudiese cambiar esto, lo habría hecho antes de que llegáramos tan lejos. ¿Lo entiendes?
Las manos de (...) rodearon las muñecas de Ishida.
―Sí.
―Ahora, demuéstrame que me perdonas después de esto. ―Tenía el rostro encendido y humedecido, los ojos oscuros y turbulentos de Ishida la observaban―. Necesito saber que haber perdido el control no significa que te haya perdido a ti.
(...) apartó sus manos con delicadeza de su rostro, las bajó hasta sus pechos. Extendió la palma de sus manos sobre los pechos de (...) mientras su calor corporal los incineraba por dentro.
Le gustaba así con ella. Había sido un estúpido por haber pensando si quiera en terminar con (...). Cierto, le había robado la razón pero ella parecía estar igual. O incluso peor.
Muy despacio se metió uno de los pezones a la boca y con la otra mano estiraba y torturaba el otro, complacido con los gemidos que (...) emitía con cada caricia suya.
Le agarró los muslos con fuerza, y la levantó. (...) cerró los ojos para concentrarse en la sensación de sentirlo salir para luego entrar lenta y exquisitamente.
Ishida le lamió el pecho lentamente hasta llegar al otro, dándole toques con la punta de la lengua.
Ella movió las caderas, se mordió el labio inferior con fuerza. Se sentía como un pavo de navidad, Uryuu era grande y grueso. Mucha combinación para su porte de seriedad.
―Uryuu ―gimió―. Ah, por favor...
La tomó por detrás del cuello con una mano y la muñeca con la otra, arqueando su cadera para entrar un poco más hondo.
―Eres tan hermosa (...)... tan sensual... Nunca tengo suficiente.
(...) gimió cuando se puso todo rígido, cuando llegó la dulce tensión después de los golpes rítmicos y profundos. Ella jadeaba con desesperación y movía con fuerza la cadera. Tenía unas enormes ganas de meter la mano en su entrepierna para tocarse el clítoris para acelerar su orgasmo, pero Ishida no la dejaba.
Sólo él podía tocarla ahí.
De repente lo escuchó maldecir de nuevo, las venas del cuello se marcaban más y más por la tensión.
―Estás a punto. Te estás tensando.
Sus palabras y su voz la hicieron caer al abismo. Los dientes le rechinaron y él la apretó hasta que sus puños empezaron a aflojarse.
En definitiva, no podría levantarse en un buen tiempo. Y ¿todo por qué? Todo por el placer de una noche. Bueno, en realidad, ahora compartirían más de una noche.
No se dieron cuenta de cuánto tiempo estuvieron sobre la alfombra, conectados y juntos, con la cabeza de (...) sobre el hombro de Ishida y las manos de éste acariciando la curva de la columna de (...).
―¿Me quedo? ―murmuró Ishida con la cara roja.
No sabía si de vergüenza o esfuerzo.
―Si.
Ishida la abrazó.
―Eres muy complicada.
(...) infló los cachetes como una niña, ¿Qué ella era complicada? ¿Y él?
Ciertamente tendrían muchas peleas antes de poder llevarse bien.
―Tú también eres complicado.
―No.
―Si.
―Que no.
(...) abrió más las piernas para que Ishida se acomodara entre ellas, enterró las manos en su pelo azabache y le obligó a mirarla.
―Eres un problema Ishida Uryuu ―el chico alzó una ceja algo arrogante―. Pero eres «mi príncipe rosa» de compañía algo salvaje, además de «mi» problema.

N/a: no se, a Ishida le veo como seme :v
¿Soy la única? :(
Bueno, espero estos caps hayan cubierto sus expectativas :v
Mas tarde publicare el de Grimmjow-chan porque me falta dar «retoques» a la cosa XD
¿De quién quieren el próximo?
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