Grimmjow y Ulquiorra *bonus*

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10 Minutos en el Paraíso.

―¿P-Pero qué es esto, Gin? ―Le miró con el ceño fruncido mientras agitaba los dos trozos de papel que agarró a la vez. 

¡Estaban pegados! La sonrisa de Gin se multiplicó, si es que era posible, y aplaudió en dirección a Aizen.

―¡Aizen-sama! ―habló Gin contento, Aizen sonrió también y asintió con la cabeza.

―Estoy seguro, (...) querida, que disfrutarás al máximo de tu elección ―(...) levantó una ceja, aún cabreada, con dudas en su mente.

¿Qué tenían planeado? Se les notaba un brillo de maldad y diversión en sus rostros y a ella no le gustaba, es más, le daba escalofríos.

De repente sintió dos manos agarrándola de los brazos para que no se moviera y empezaron a empujarla hacía el armario, tirándola dentro y cerrando la puerta con llave para que no escapara. Tras un minuto de espera escuchó a Grimmjow decir algo.

―Tú no te metas y todo saldrá bien.

―Oh, mierda ―maldijo (...). Le había tocado Grimmjow.

―Basura ―dijo una voz reconocible.

―¿Ulquiorra? 

De repente la puerta se abrió y ahí estaban ellos. 

Grimmjow apoyado sobre la puerta con un brazo con una sonrisa psicótica, la típica suya, y Ulquiorra detrás suyo, con las manos en los bolsillos, sin expresión. 

(...) tragó saliva y empezó a decir algo.

―Oh, disfrutaré esto ―habló Grimmjow con voz ronca, la cual la estremeció, haciendo que diera un paso atrás dando con la pared.

―Grimmjow, las reglas... ―advirtió Gin, que apareció de la nada y les animó a los dos a entrar.

El peliazul gruñó pero luego sonrió. Y esa fue tu última imagen antes de que la luz se fuera. Un Grimmjow maníaco y un Ulquiorra inexpresivo. 

No, no. Imposible, casi podía haber visto un toque de diversión en sus rostros y eso sólo la preocupaba más y más.

«No. Mentira», pensó (...) asustada.

Tragó saliva otra vez y esperó. 

Un gruñido llenó la habitación, y saltó al sentir unas manos que la agarraban, empujándola hacía el otro sujeto desconocido, luego haciendo que tuviera la espalda pegada contra el pecho del otro. 

Por la altura, podía decir que era Grimmjow. Por delante, una mano fría tocó su nuca, llevando la cabeza hacia delante hasta chocar con unos labios igual de fríos.

«Sólo puede ser Ulquiorra...», se dijo (...) medio riendo, aparte de fríos eran suaves, pero feroces. Grimmjow de repente la agarró del trasero y lo masajeó con gusto.

―Joder, hacía tiempo que esperaba hacer esto... ―le gruñó en el oído. Del susto, ella abrió la boca y Ulquiorra aprovechó el momento para deslizar su lengua hasta encontrarse con la de (...) y la empezó a saborear. 

Por primera vez en mucho tiempo, Ulquiorra se sentía bien.

Grimmjow pasó su otra mano por la pierna, la cual rodeó sobre la cintura de Ulquiorra. Esta vez y sólo esta vez la compartiría. 

Ulquiorra también empezó a tocarla, primero con las yemas de sus dedos la mejilla, el cuello, los hombros, la espalda, y entre beso y beso soltaba gemidos, seguido de su nombre.

Grimmjow gruñó. No quería quedarse atrás. 

Removió el pelo del cuello y empezó a besar el punto de debajo de la oreja, ladeando la cabeza de (...) para que tuviera más espacio de besar y ella no pudo evitar gemir. Oh, cómo le encantaba escuchar cuando ella decía su nombre. 

 Ulquiorra se separó lo justo para ir en dirección al cuello de (...) también, pero en vez de besar, mordió, lo que la hizo gritar su nombre.

Grimmjow la hizo ladear la cabeza y que lo besara. A diferencia de Ulquiorra, Grimmjow era un salvaje total. Y la mezcla de Grimmjow y Ulquiorra la volvía loca. 

Éste último le rodeó la cintura con los brazos mientras Grimmjow subía por la falda de (...). Ulquiorra succionaba un sitio bastante sensible del cuello, encima de la clavícula, donde estaba segura que le dejaría un chupetón bastante grande, al igual que tendría una marca de mordedura. 

Y mientras (...) estaba entre los dos hombres, se sentía en el cielo, pero todo se interrumpió cuando un flash los cegó.

―Grimmjow, Ulquiorra, estoy seguro de que querréis un recuerdo de éste día ―dijo Gin sonriendo, mostrando sus dientes. 

Grimmjow le lamió el lateral del cuello y rio, Ulquiorra la miró desde abajo aún con los labios sobre su pecho.

―Y creo que (...)-chan, tú también.

(...) salió de allí llena de vergüenza y pasó la noche con Harribel hablando de tonterías. 

Al acabar la noche de juegos, fue en dirección a su cuarto y se quedó muda al verlos a los dos, Grimmjow con los brazos cruzados recorriéndole el cuerpo con los ojos y Ulquiorra, como siempre con las manos en los bolsillos, mirándola con frialdad, cada uno a un lado de la puerta.

―¿Qué? ¿Seguimos lo que empezamos ahí? ―Una sonrisa llena de malicia pero juguetona se mostró en la cara de Grimmjow. 

Y (...) vio a Ulquiorra asentir.

―Basura. Ven. ―Otra vez, por un milisegundo, pudo jurar ver una sonrisa en el rostro del pelinegro. Abrieron la puerta de la habitación para divertirse un rato los tres...

10 Minutos en el Paraíso y más. (Editando)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora