Kuchiki Byakuya 1/3

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Dios noble.

Sociedad de Almas.

(...) se encontraba trabajando, mejor decir no trabajando, como siempre. Su compañero Renji no estaba y ella se encontraba sola. Byakuya no estaba o al menos eso fue lo que pensó.
Escuchó el chirriar de la puerta y rápidamente se puso nerviosa. Siempre le pasaba cuando estaba cerca de él.

 ―(...), otra vez vagueando ―dijo la voz del capitán al entrar, la chica se quedó petrificada donde estaba.

 «Mierda. ¿Ahora qué diablos me invento?»

―No, no, para nada capitán, solo miraba que la silla no estuviese rota ―(...) se levantó y Byakuya miró disimuladamente su pecho.

(...) utilizaba una ropa tan provocadora que le costaba mantener su semblante indiferente con ella, pero ya estaba harto de las etiquetas. Quería poder probarla a conciencia. Llevaba años solo y eso no ayudaba.

 ―Bueno, ya terminé el informe así que me voy. ―(...) salió prácticamente corriendo del lugar en dirección a su casa.

 Byakuya sonrió sin voltearse para verla salir, ya sabía dónde encontrarla.


(...) se metió al baño, después de un largo día de no trabajar lo mejor era un buen baño donde relajara los músculos que no ejercitaba a diario.

 
―Cielos, hoy el capitán estaba muy raro ―se dijo ella enjabonando su cabello con brío, el vapor de la ducha inundaba la habitación.

 Tenía al menos diez años de trabajar bajo el mando de Kuchiki Byakuya, el hombre más serio, indiferente y arrogante que había conocido en su vida.

 Pero, ¿a quién engañaba? Se había fijado en el hombre menos adecuado para una mujer como ella. No era pobre, pero tampoco era de la alta sociedad como lo era él.

 ―Vaya, debo dejar de pensar tonterías. ―(...) terminó su baño demasiado rápido, le habría gustado estar un poco más pero no sabía porque se sentía tan inquieta.

 Secó su cuerpo y enrolló una toalla en su cuerpo, desenredo su cabello y salió del cuarto de baño. Muy tranquilamente paseó por la habitación en busca de su ropa interior, lo raro era que no la encontraba.

 ―Estoy segura que la saque antes de entrar al baño ―rebuscó por el suelo, pero nada, bajo la cama, sobre la mesita de noche...

 Nada, ¿dónde había ido la ropa?

 Escuchó un ruido proveniente del salón, eso la alarmó puesto que vivía ella sola. Ajustó más el nudo de la toalla, sus pies descalzos la llevaron hasta el origen del ruido, para su sorpresa y consternación se encontró con alguien inesperado.

 ―¿Qué hace aquí, capitán? ―(...) se sonrojó al ver lo que el pelinegro tenía en su mano―. ¿Esa es mi ropa interior?

 Los colores se le subieron al rostro, el nerviosismo se abrió paso en ella. Estaba a solas, con su capitán, quien además de seguir con su ropa interior en su mano, no dejaba de repasarla de arriba abajo.

 ―Vine por que últimamente me pones todo muy difícil, Leray (...) ―dijo muy despacio su nombre.

 Su voz parecía acariciarla mientras caminaba hacía ella, se quedó paralizada por su presencia. Era tan imponente y ala vez tan ligera. Quería gritarle cuatro cosas pero al ver la intensidad de su mirada se le hacía muy difícil siquiera mantenerse en pie.

 ―¿Asustada, (...)? ―preguntó él con un tono de diversión.

 Para ella fue una gran sorpresa ver esa faceta del capitán, jamás pensó que tendría sentido del humor o algo parecido.

10 Minutos en el Paraíso y más. (Editando)Where stories live. Discover now