Capítulo 17.

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Chanyeol.

Ser esclavo de una silla de ruedas para poder caminar, era simplemente exasperante. Vagaba por los pasillos las horas muertas, pero siempre terminaba dejándome caer por la enfermería, con intervalos de escasos quince minutos.

Luhan seguía sin conocimiento, y no podía hacer más que llenarme de esperanza por que despertara. No tenía ni idea de medicina, y si no fuera por lo que Tao, receloso, me había dicho, pensaría que había muerto.

La última vez que fui a comprobar si seguía en ese estado, me decidí a comprobar si realmente todo su cuerpo se encontraba en las mismas condiciones de su cara, hinchada, magullada, y con heridas provocadas por golpes demasiado fuertes, en lugares demasiado sensibles de la piel. Sinceramente, por cómo su labio se había roto, hasta el punto en el que había tenido que ser cosido, no es que tuviera demasiadas esperanzas al bajar la sábana, para mostrar simplemente un brazo, y tenía razones. Ya por el brazo tenía moratones de haber sido agarrado con fuerza, pero lo que quería ver, estaba cuando levanté el borde bajo de su camisa, que no tardé más de unos segundos en volver a bajar, para apartar la mirada, y a mí mismo de su cuerpo, llevándome las manos a la cabeza, mordiéndome con fuerza el labio inferior.

-Hijos de puta... -Fruncí el ceño y golpeé con fuerza el reposa-brazos de la silla, con impotencia. ¿Después de toda la mierda que hemos aguantado, vamos a morir a manos de nuestra propia especie?

Abrieron la puerta de la enfermería, y coloqué la silla mirando a la pared. No quería ver a nadie, ni hablar con nadie. Tan sólo quería huir de allí,llevarme a Luhan y a KyungSoo, ponerles a salvo... Pagarles todo aquello que alguna vez hicieron por mí, y que en vez de devolvérselo, les había jodido más.

-Chanyeol. -La voz de KyungSoo me hizo encogerme, respirar hondo, y girarme hacia él, de alguna manera esperanzado con que me hubiera reconocido.- ¿Eres tú, no? -Me volví a relajar.

-Sí... ¿Qué pasa? -Negó con la cabeza, y arrastró una silla hacia sí mismo, para sentarse frente a mí.

-Nada en especial... -Miró a Luhan.- ¿Cómo está?

-Sigue sin despertar... -Murmuré, plegando los labios, sin despegar ahora la mirada del suelo.- Y tú, ¿como estás?

-Igual. -Contestó.- Repitiendo una y otra vez las únicas imágenes que vienen a mi memoria... Tratando de buscarles una coherencia.

Levanté la mirada, y le miré a los ojos, expectante.

-Quieres preguntarme algo, ¿Cierto? -Si algo conocía de KyungSoo, eran sus expresiones. Cuando alguien es tan serio como él lo era, siempre hay que encontrar la manera de saber qué es lo que siente o piensa en cada determinado momento. Y ahora, derrochaba dudas por cada milímetro de su expresión.

-Sí... Bueno, sí. -Respiró hondo, y se encogió de hombros.- Verás... Resulta que... De alguna manera u otra, cuando veo gente que alguna vez en mi vida conocí, mis sensaciones por su cercanía son diferentes, como si... Como si los recuerdos se hubieran ido, pero los sentimientos permanecieran. -Desvió un momento su mirada a Luhan, para luego volverla a mí.- Cuando le veo así, por ejemplo, siento una tristeza que me aprisiona el pecho, y me insta a llorar, aunque las lágrimas no salgan. Cuando veo a mi padre, todo es añoranza, pero, cuando te veo a tí...

Humecté mis labios y suspiré, sabiendo de un momento a otro aquello que me quería preguntar, y que yo no deseaba de ninguna manera responder.

Los sentimientos de KyungSoo eran algo con lo que un día tuve que lidiar, y que no me agradó hacerlo, pues era consciente de la fuerza de estos, por mucho que tratase de ocultarlos. 

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