Capítulo 1.

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Sehun.

Lo primero que vi al ser enchufado fue el color blanco. Como cuando llevas demasiado tiempo fijando la vista en el sol, y te das cuenta de que ya no ves ni azul, ni amarillo. Tan solo ves blanco.

Sentí una descarga eléctrica que me provocó una brusca convulsión.

Dolía. Dolía como el demonio. Exactamente, como si hubiesen atravesado cada uno de mis nervios al mismo tiempo con miles de alfileres.

Y el dolor no cesó hasta pasadas cinco descargas.
Ahora me sentía tranquilo. No había electricidad. Una vez más, sólo había blanco.
Hasta que se escuchó un suave "Click".

La habitación era blanca. Un blanco metálico que brillaba de manera violenta ante la luz artificial que daba la pequeña bombilla que la alumbraba.

– Modelo 0H-94. Confirme que está operativo.– Me llamó una voz grave, de un hombre... No, de un androide enorme, que se erguía impasible a mi lado. Cabello rubio, rostro atractivo y complexión delgada. Sus ojos brillaban en un tono blanquecino, denotando alguna anomalía, o algún tipo de modelo especial. Vestía una larga bata blanca que le encajaba a la perfección; casi como si hubiera sido creado junto con ella, y fuese parte de él. Aunque, por supuesto, eso fuera posible.

–Operativo. –Me sorprendí al escuchar mi voz. Era bastante ronca, y grave. No es como si hubiera hablado con otros robots a parte de aquel hasta ahora, pero en mi base de datos se encontraba que no era una voz muy usual. Conocía cada modelo que había sido fabricado, y en sus características, las voces suelen mostrarse como aterciopeladas y suaves, con sencillas variabilidades en el tono.

– En pie.– Ordenó. Sus ojos proyectaban dos pequeñas pantallas holográficas fente a ellos, como si se tratase de unas gafas, por las que las palabras se formaban y desaparecía a un velocidad incaptable a un ojo humano.

Cuando hice lo que se me ordenó y pisé el suelo, pude sentir mi propio peso sobre mis pies, el frío tacto del suelo marmóreo y mi piel estremeciéndose ente él.

Era una sensación tan agradable...

– Por aquí, 0H.– Ahora era otro hombre el que me daba órdenes. Otro androide de baja estatura, pelo negro, y brillantes ojos multicolores, con una pequeña pupila negra que a penas se apreciaba por el exceso de luz. Parecía un modelo más viejo que el otro por el característico brillo de su piel, esta vez mostrando una clara avería. Resultaba casi como un chiste, ver a un robot experto en robótica, averiado. Por esa lógica, terminé por suponer que o no era consciente, o sencillamente no lo consideraba importante.

La siguiente sala era negra, con una silla solitaria, y una pantalla al final. Ahí comenzaron las pruebas oftanmológicas.

•••

Las pruebas continuaron durante horas, comprobando que cada una de mis respuestas eran correctas, y que no tenía ningún fallo ni en el software, ni en el hardware.

Con cada prueba, sentía algo diferente. Es cierto que lo sabía absolutamente todo sobre todo, hasta el más mínimo detalle. Sabía como se suponía que debía sentirse el tacto, como deberían oler las flores, y a qué debería saber el chocolate con leche, pero era un mundo completamente diferente sentirlos por mi cuenta.

「ERROR: 391」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora