Capítulo veinte

Începe de la început
                                    

—Gracias papá —lo abrazo, necesito sentirme segura.

—Tu madre te espera en la cocina con la cámara —me da un beso en la coronilla —sabes cómo se pone cuando te ve usar vestido.

—Bajo en seguida.

Sale de mi habitación dejándome con un nudo en la garganta. Estar en la incertidumbre es la peor sensación. Preferiría saber la verdad, aunque duela. Me pongo los zapatos cuando Mathieu aparece.

—Si algo pasa en esa fiesta, llámame.

Mi hermano es el único que sabe a dónde voy, no se tragó lo del cumpleaños de Valeria. No me quedo más que decirle la verdad. Por cierto, verlo me recuerda a que mi querida amiga se besó hoy con su ex.

Espero que no hayas comprado el pastel de bodas hermanito.

El timbre de mi celular interrumpe mis pensamientos. Por la hora tiene que ser Nathan. Me doy un último vistazo. Mi mamá me espera con una cámara y después de sacarme como ochenta mil fotos, logro salir de casa.

Como es una cena elegante opte por el vestido negro que me llega hasta el tobillo, me recogí el cabello en un moño y aplique algo de maquillaje a mi pálido rostro para disimular un poco mi estado de ánimo.

—Estas hermosa —su expresión al verme parece tan sincera, que por unos segundos me permito disfrutar del momento.

—Tu no estas nada mal —hago una inspección de su atuendo.

Subo al auto y trato de no verlo a la cara.

—¿Está todo bien? —pregunta Nathan antes de encender el auto —Te noto muy callada.

Y por primera vez veo esos ojos grises.

—Está todo bien, es sólo cansancio —miento, porque nada está bien.

El transcurso en el auto fue una tortura, no dijimos mucho, sólo me concentre en la ventana. ¿Acaso era verdad lo de la apuesta? No. Todo tenía que ser una broma. 

Evite que las chicas y él se vieran después de clases, no le dije nada acerca de la hora extra.

Al llegar a la casa de Nathan, estoy que muero de los nervios, seguro varios familiares y personas importantes están dentro.

—Te ves nerviosa —dice Nathan mientras caminamos por la entrada.

— ¿Habrán muchas personas? —pregunto.

—No te preocupes por eso, no dejaré de mis tías te agobien con preguntas. Ahora eres mi chica, sólo eso importa.

Nathan me tranquiliza con sus palabras, me siento más tranquila por primera vez en la noche desde que lo vi. La fiesta es en el jardín trasero, cuando entramos a la casa solo puedo ver al personal correr de un lado al otro con bandejas de comida y botellas de vino

—Nathan... ¿Puedo hacerte una pregunta?

La curiosidad me está matando. Y si no le pregunto no voy a disfrutar de la noche. Ni de nada, dudo incluso que me pase la comida por la garganta.

— ¿Qué ocurre?

—Nunca me lastimarías ¿Cierto?

Su rostro cambia, se vuelve serio y toma entre sus manos mis mejillas, mi corazón comienza a acelerarse. Sus ojos me penetran por todo el cuerpo.

¿Acaso así se siente el amor?

—Nunca lo haría. —besa mi nariz

Dicho esto, une nuestros labios, pero solo son dos bocas unidas, no puedo corresponderle, algo en su mirada me dice que no está siendo honesto. Una punzada de pánico me invade.

Una Apuesta. Un Ganador©Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum