Capítulo veinte

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Cuidado con lo que dices, porque

las paredes tienen oídos


Dejo de respirar. Eso no puede ser cierto, si Adrien está diciendo la verdad, Valeria y las rubias me lo hubieran dicho ¿Cierto?

—Estas mintiendo —lo digo para convencerme a mí.

—Tienes que creerme.

—Te considere mi amigo —dejo el libro en su lugar antes de caminar hacia la salida —Admito que tienes el derecho de estar molesto, pero inventar algo como esto sólo para hacerme dudar de Nathan.

Adrien toma mi brazo antes de que logre salir por completo de la biblioteca.

—Muy en el fondo sabes que digo la verdad.

Y tiene razón, cuando estuve en el cuerpo de Nathan pensé que algo raro pasada, que ilusa fui al pensar que solo se trataba de Nathan interesado en mí en un sentido romántico.

—Si no me crees, ve y pregúntale tu misma —dice, trata de darme un abrazo, sin embargo me aparto.

—Por supuesto que voy a hacerlo.

Salgo de la biblioteca con la cabeza llena de ideas absurdas, todo comienza a tener sentido. ¿Por qué Nathan de la noche a la mañana quiso salir conmigo? Su interés sucedió después de la broma que Valeria y yo realizamos.

Comienzo a atar cabos.

Las intenciones y esos momentos tan personales que compartimos, ahora no sé qué fue falso o verdadero.

¿Nathan sería capaz de hacerme algo así?

— ¡Ana! —escucho a Ivette.

No voy a preguntarles nada, quiero hablar primero con Nathan y averiguar que rayos está pasando. La idea de que ellas lo saben y no me han dicho nada me aterra. Prefiero averiguar por mi propia cuenta.

Actúa normal Ana

—Las estaba buscando —trato de poner una sonrisa —La profesora Harrison me ha dicho que necesitamos tiempo extra. En dos semanas es el primer concurso académico.

—La hemos encontrado en el pasillo, nos ha comunicado la noticia. —responde la rubia.

— ¿Estas bien Ana? —pregunta Odette —estas pálida.

—La verdad me siento fatal —y no estoy mintiendo, al menos emocionalmente estoy jodida —creo que pesque un resfriado.

—Deberías ir a la enfermería —sugiere Ivette —quizá te den un permiso para irte a casa.

—Eso haré, díganle a la profesora Harrison que por hoy tendré que ausentarme.

***

Estoy frente al espejo decidiendo que atuendo usar para la fiesta de cumpleaños del papá de Nathan. Trato de hacer un esfuerzo para no pensar en todo el asunto de la apuesta. Los únicos dos vestidos que tengo no me terminan de convencer. Después de todo, por fin conoceré a sus padres como "la novia oficial"

Días antes con gusto hubiera querido impresionar a la familia, incluso estaría muerta de miedo. Ahora solo puedo pensar que tal vez tome la decisión equivocada.

—Te ves hermosa —papá entra a mi habitación —disfruta de la fiesta, dale un abrazo a Valeria de nuestra parte.

Aun no les digo a mis padres sobre Nathan, ellos creen que iré a la fiesta de cumpleaños de Valeria. Y a cómo van las cosas, me alegro de que no conozcan al idiota.

Una Apuesta. Un Ganador©Where stories live. Discover now