Capítulo Diez

4.2K 306 24
                                    


No pienso ver, esto es obra del demonio. 

Y cosas peores vendrán, dice la Biblia. 



Ana


Abro los ojos lentamente, estuve despierta hasta tarde recordando lo que sucedió hace dos días. Por más que lo intento, y crean cuando digo que le hecho ganas, no paro de pensar en lo que sucedió con Nathan después de salir del cine. Sabía que esto de la bendita apuesta era una malísima idea.

De pronto noto que algo está mal. No sé en donde estoy, esta no es mi habitación.

¿Me secuestraron?

Esa idea no es muy factible ya que me encuentro en perfectas condiciones. Recuerdo perfectamente ponerme la pijama y meterme en la cama.

Me observo por un minuto.

Esperen, ¡Esta no es mi ropa!

¿Porque llevo puesta una camisa de hombre? ¿Qué es esto? ¡Tengo músculos!

Me apresuro para buscar un espejo, entro en el baño de esa habitación que no conozco.

¡Genial, encontré uno!

Pego un grito, —muy varonil por cierto—al ver mí figura planteada en el espejo.

El rostro de Nathan aparece en el espejo haciéndome caer de culo. Esto simplemente no es posible, parece de película.

¿Dónde está la cámara escondida?

Vuelvo a levantarme y con mucho miedo me acerco nuevamente al espejo. Su rostro sigue apareciendo, me llevo una mano a la cara y me aseguro que estoy es real. Regreso a la habitación y la observo detenidamente, las paredes son de un celeste cielo, un escritorio está en un rincón y encima se encuentra una portátil, un ropero está ubicado al fondo, la ropa esta tirada por todo el lugar. Una guitarra yace en una esquina. Hay fotografías en la cabecera de la cama.

Me acerco y las inspecciono. Es Nathan con su familia, supongo.

Una mujer entra a la habitación aun en pijama.

¡Santa papaya! Brinco y me meto en la cama para esconderme.

— ¿Hijo estás bien? Te oí gritar. — Vamos a suponer que es la madre de Nathan.

¿Pero qué demonios pasa? ¡Yo no puedo ser Nathan!

Trato de pensar en una repuesta convincente.

—Había una araña en el baño.

Un aplauso para la reina de las excusas.

— ¿Araña? Nunca les has tenido miedo, como sea. El desayuno está listo. Apresura ya es tarde. — La mujer sale de la habitación dejándome sola.

¿Cambiarme? Para eso tendría que quitarme toda la ropa. Y me aterra ver lo que hay debajo del bóxer.

¿Qué hago? Por favor Karma, si algún día en serio me quisiste. A.y.u.d.a.m.e

Tengo una sensación extraña bajo mi vientre, reconozco ese cosquilleo. Necesito ir al baño.

No, Ana aguanta.

Me trato de tranquilizar pero es inútil.

¡Esto no puede estar pasando! ¡¿Porque a mí?! Piensa, con la cabeza fría, piensa. Si yo estoy en el cuerpo de Nathan, ¿Él estaba en el mío? Esto parece obra del demonio.

Una Apuesta. Un Ganador©Where stories live. Discover now