Capítulo once

4.1K 302 22
                                    




Un cambio de ropa, ¡Te mato si miras! 

Ana y sus hormonas. 

¡Nathan que bueno estas!




Tengo dos opciones

a) Salir con la pijama.
b) Cambiarme de ropa.

Las dos me parecen mala idea, me aterra quitarme la ropa y ver ciertas partes del cuerpo de Nathan. Para ser sincera tengo diecisiete años en este mundo, y nunca he visto el cuerpo de otro hombre. A Mathieu lo vi cuando éramos niños, supongo que eso no cuenta en esta situación.

Lo más conveniente es salir por la ventana, con la compleción de Nathan no creo que sea tan difícil. Me coloco una capucha para cubrir el abdomen de idiota y me acerco a la ventana para abrirla.

Gracias al cielo un árbol me facilita las cosas, salir será fácil.

Volviste a pensar mal.

Me equívoco, a la mitad del árbol pierdo el equilibrio y caigo. Siento un fuerte dolor en la espalda y el impacto hace que el aire en mis pulmones sea expulsado, tengo que quedarme unos minutos tratando de recuperar el aliento.

Al levantarme noto que tengo problemas y muy graves ¿dónde carajo estoy?

Maldición yo no conozco Paris. No camino mucho, es obvio que lo mejor es tomar un taxi e indicarle en donde vivo. A lo lejos escucho los gritos de la madre de Nathan diciendo que el desayuno está listo y se va a enfriar.

Lo siento señora....prometo cuidar del cuerpecito de su hijo

************



Mis padres ya se han marchado a trabajar, mi hermano tiene clases por las mañanas así que no hay problema sin toco el timbre. Espero impaciente. Nathan abre la puerta y en menos de dos segundos veo mi cuerpo.

¡No puede ser! Ya valimos madre.

Me estoy viendo a mí misma, mi rostro, el cabello alborotado y la pijama que me puse antes de dormir. Es impactante y aterrador, supongo que Nathan tiene los mismos pensamientos al ver su cuerpo.

—Vaya, soy más guapo de lo que creí. —dice, incluso en una situación como esta él sigue siendo un maldito arrogante.

—Idiota. —Entro a mi casa y busco el bote sobre la refrigeradora. Saco un par de billetes y pago el taxi antes de volver a entrar y cerrar la puerta.

—En serio tenemos un serio problema. —dice algo inquieto.

—Creo que soy muy consciente de ello —suspiro

—No me refiero a eso, aunque también estamos jodidos pero.... —Toma aire. —Tengo que ir al baño

— ¿Qué? No, tendrás que aguantar. —recuerdo que yo también necesito un baño.

—Ya no puedo más, estaba pensando que me vendaras los ojos y entraras conmigo.

No es tan idiota después de todo.

—Puedes hacer lo mismo con tu cuerpo.

Me arrepentiré de esto el resto de mi vida. ¿Espíritu santo? Si estás ahí, perdona mis pecados por favor y devuélveme mi cuerpo. No tengo más opción que aceptar.

Una Apuesta. Un Ganador©Where stories live. Discover now