Capítulo 30- FINAL

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Multimedia: Beat Me- Davina Michelle

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Multimedia: Beat Me- Davina Michelle

Narra Lynd

Dante me mira con una diversión grotesca en la mirada, elevando sus cejas hasta que el rostro se le contorsiona, llenándose de peculiares sombras oscuras en los bordes de su mandíbula recta. Él cree que me ha vencido, que ha derretido el fuego en mi sistema, cree que sus revelaciones van a tirarme al fango; y me ahogaré en la oscuridad presa de la desesperación. Lo que él debe tener presente es que no importa cuántos golpes reciba de su parte, me las ingeniaré para ser yo quien ateste el impacto ganador.

—Di lo que tengas que decir sobre Armand y Amberly de una buena vez, me da mucho asco tener que estar cerca de ti. —digo despreocupada, levantando tanto el mentón que parece que lo estoy retando a un duelo de miradas.

—Te diré todo a su tiempo bella donna. — responde, y de repente se queda callado con expresión pensativa. —Olvidé que la paciencia no es tu gran virtud. Espero que nuestros hijos no hereden eso de ti. —concreta, sacando un puro de su bolsillo como si esto fuera una reunión casual entre amigos de toda la vida. —¿Te molesta si fumo?

Luego saca una especie de botellita de medicamento con un líquido chocolate dentro de ella, la mira con desgano y vierte el contenido sobre el fregadero. ¿Qué contendrá?

—Ahora no creo necesitar esto—murmura.

—¿Qué tenías en esa botella?

—Nada interesante, bella donna. —No le creo nada. —Mejor sigamos hablando sobre nuestros hijos. ¿Cómo te fue con el ginecólogo? ¿Son tres varones?

—No tengo por qué darte detalles.

—En serio que no se puede dialogar en paz contigo sobre nada, ni siquiera de los hijos que nos unirán aún más. Tampoco me has contestado sobre si te molestaría que fumara.

—Que te quede muy claro, son mis hijos, no tuyos. —Le dedico una mirada cargada de un hastío monumental. —Y con respecto al puro, puedes metértelo por el ano si quieres, me da completamente igual.

Dante menea la cabeza, luego suelta una carcajada rara que me confunde.

—A veces no te le pareces tanto —pronuncia reseco, pero suena como si estuviese hablando más para sí mismo. Frunzo el ceño confundida. No sé de qué o quién habla, y a juzgar por el tono platónico en su voz, la persona en cuestión era importante para él—Esos bebés que gestas en el vientre llevan mi sangre eso es más que claro, ¿o acaso no tienes entre 7 un ocho semanas de embarazo?

Mi mandíbula se aprieta en un amplio destello furibundo que llega hasta mi garganta y atraviesa mi tórax. No soporto que hable de la violación que supuestamente me infringió como si fuera la cosa más normal de este mundo. La piel me arde y me convierto en un manojo aturdido y nervioso que no soporta la idea de que él me haya ultrajado. Mis manos se menean inestables y torpes, pero las aferro contra mis muslos hasta que la tela del camisón se arrugue y aprieto fuertemente hasta que dejen de moverse. No es momento para desmoronarse, debo concentrarme en no perder la cordura o él sacará ventaja de la situación.

Perverso - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora