Capítulo 8

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Multimedia: Feel it- Michele Morrone

Salgo del cuarto en el que ella descansa. Su desmayo parece haber sido una treta perfectamente armada para salir bien parada de todo esto. Supongo que se llevó un susto mortal al verme en la fiesta y recurrió a un truco bien orquestado para que ¿Me conmoviera y la dejara en paz?

Me parece inaudito que ella no supiera que Richard y yo somos amigos. Tal vez él la mencionó en alguno de sus correos o mensajes, pero como siempre estuve ocupado los leía entre líneas no reparé en detalles mayores. Saber sobre la vida amorosa de Richard no era algo que me interesara demasiado, así que siempre que empezaba a hablar sobre su fantástica novia no revisaba el mensaje o le escribía felicitándolo por haber hecho una buena elección.

Y vaya que fue una buena elección. Mira que venirse a casar con Lynd.

¿Desde cuándo ella supo que éramos amigos?

Estoy más que segura que Richard debe haberme mencionado, éramos buenos amigos. A pesar de que me mostré cortante en muchas ocasiones, él siempre fue amable; y se esmeraba en conversar ocasionalmente conmigo. Es imposible que ella no supiera sobre mí. Lynd es del tipo de novia que se interesa no sólo en ti, sino en las personas que te rodean. Para ella es importante conectar con tu ambiente.

Richard un buen tipo, realmente no merece estar casado con la reina universal de las mentiras.

Tengo ganas de irme, toda esta alegría y celebración proveniente de gente que no conozco me aburre.

Pero, por otro lado, si me voy ella empezará a disfrutar de su fiesta de casamiento; y no le daré ese gusto. Aquí me va a tener, al menos para borrarle la sonrisita falsa de su bello rostro, cada vez que pase cerca de ella y su maridito. Seré ese clavo incrustado en su zapato. Incómodo, doloroso y testarudo. Aunque preferiría ser el que está entre sus piernas pero qué le vamos a hacer.

Me acerco a la barra de bebidas, necesito algo caliente y amargo para ahogar todo esto que siento. Tanta rabia va a acabar envenenándome o causándome una subida de presión. Creo que en cualquier momento pondré una granada en este sitio y que se vayan todos a la mierda.

El bartender está de pie, con un codo hincado en la mesa, observando algo en medio de la pista. La gente no ha parado de bailar. La música es alegre, variada, llena en su mayoría de ritmos latinos muy movidos.

El empleado se despereza al verme, endereza los hombros y asume una pose amable.

—¿Qué le sirvo, señor? —pregunta el individuo. No hay mucha gente aquí. Salvo por una rubia bebiendo sola en una esquina. Su expresión es tan amarga como la mía. Tal vez podría competir con ella a ver quién de los dos mata a alguien primero.

—¿Tienes Bacardí 151?

—Sí, por supuesto. ¿Desea tomarlo con algo en especial?

—No.

Perverso - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora