Capítulo 14

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Multimedia: Almost is never enough- Ariana Grande ft Nathan Sykes

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Narra Lynd

Los brillantes ojos de Armand, destilan una indómita expresión de desafío cuando me mira fijamente.

Creo que acabo de ofrecerle a Lucifer, uno más de mis pecados y este luce demasiado gustoso de castigarme por eso.

Pero, ¿en verdad será un castigo?

Fue divertido tentarlo, restregándome desnuda contra su cuerpo. Ví su pecho contraerse, mientras tensaba la mandíbula y los pectorales; luchando contra sus deseos carnales. Sé que quiere llegar temprano a Sicilia, que desea probar su punto sobre Richard. Pero Sicilia no desaparecerá tras alguna explosión atómica. El lugar seguirá allí, esperando que corroboremos los secretos que Richard parece haber escondido tras inmensas cortinas de humo.

Armand parece tenerlo todo bien calculado. Luce estuviese ciegamente convencido de que las cosas marcharán a la perfección, lo deduzco por la firmeza de su mirada.

Espero que esta vez no aparezcan más intrusos, malos entendidos; ni nuevas brechas entre nosotros. Detesto tanto estrés en mi vida, la nuca me pica al acordarme de la horrible primera semana de luna de miel que tuve con Richard. Mis pensamientos habiendo sido ayudados por mi corazón, se encargaron de que todo el tiempo me sintiera culpable, dudosa y variable. Los besos de Richard se me antojaban como un vaso de agua contra mi lengua, no sabían a nada. En nuestra noche de bodas ni siquiera alcancé el clímax, me costó excitarme y lubricar; por si fuera poco, él no duró casi nada. Eyaculó tan precozmente que incluso él se sorprendió. Antes duraba más.

Al día siguiente lo intentamos, pero tampoco salió bien, al menos para mí ya que no sentí gran cosa; él sí pareció disfrutarlo. Con los días me fui abstrayendo, y Richard pensó que tenía que ver con el aniversario de la muerte de mi hermano. Lo dejé creer que se trataba de eso, y de repente empezó a dejarme en paz, a darme mi espacio. Algo que hasta el sol de hoy le agradezco. Estaba volviéndome loca ante la idea de seguir con el teatro de una esposa enamorada.

Me sentía la prisionera de una jaula que yo misma había construido, siendo mi terquedad, el hormigón que intentaba mantener todo pegado.

Me devané los sesos varias veces, intentando hallar una forma de arreglar mi matrimonio, que amenazaba con irse a la deriva tan pronto; pero unos ojos grises se interponían en mi búsqueda intentando señalarme el camino correcto. Encerrándome en recuerdos eróticos que deseaba repetir con todas las fuerzas de mi ser.

Desde que Armand apareció en mi puerta, fue como si hubiese visto la luz después de demasiado tiempo. Me sentía frustrada, desesperada y con un inmenso deseo de escaparme a donde fuera con él, interpreté su llegada como la señal de la que Alessia tanto hablaba. Como si Arturo hubiese podido sacar finalmente a Excalibur de la piedra encantada.

Perverso - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora