Mulaton

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Los días habían pasado, Mística no guardaba rencor, casi ningún niño lo hace.
El monarca era miedoso, pero lo ocultaba muy bien, entonces cuando algo no salia como el pretendía se frustraba, y lanzaba insultos por todo y para todos, el desagrado se adueñaba de él y el mal humor lo acorralaba, impartía temor a su alrededor. Todos quedaban en silencio, pero a él no le alcanzaba eso, entonces gritaba, golpeaba cosas, las rompía y como si fuera poco azotaba a "mulaton", el perro de la casa.
Mulaton se debloba como si fuera una pelotita y se arrastraba por el suelo cuando el monarca venia por él, los ojos se llenaban de pánico... Y recibía el golpe escondiendo su cola entre las piernas y cerrando los ojos... Los tres primeros golpes resistía valientemente sin emitir sonidos, pero los demás ya no los soportaba es por eso que largaba fuertes y penetrantes alaridos... Cuándo el monarca se descargaba completamente dejaba a ese pobre animal. Mulaton se escondía en algún rincón debajo de alguna planta y lamia sus heridas en silencio, mística esperaba que se aleje el monarca y buscaba a Mulaton por los rincones, sabia que podría estar debajo del laurel o entre las enredaderas, se acercaba despacito a él y acariciándolo lo consolaba, le explicaba que él no tenia la culpa del enojo de la otra persona, que lo disculpe. Ella se veía reflejada en mulaton, entendía su dolor.
Claramente Mística sabia que el animal sentía un dolor muy profundo y lo acompaña a transitar ese dolor, con caricias y con una mirada de contención...le decía sin decir palabra alguna... Estoy aquí no estas sólo... Todo pasa... Y esto también pasará...
Ella era el perro y el perro era ella, eran uno en naturaleza. Pero nadie podía entender, no estaban capacitados para entender, o por lo menos, no por el momento.
Mulaton irradiaba amor en estado puro al sentir las caricias de Mística, eso los llevaba a sortear el tiempo y el espacio. 

Así podían pasar largo ratos los dos, en un momento dado ella se encontraba dormida arriba de su pelaje negro y suave. los gritos de la robusta habían sobresaltado la tranquila de ambos.

Mística salto de la siesta, abrió sus ojos y salio corriendo al encuentro con la misma.
Robusta:- donde estabas, idiota?
Mística, que no decía mucho, señaló hacia un rincón del jardín donde había unos bancos de tronco confeccionados rústicamente, delante del laurel.
Robusta:- pero no te digo que me avises donde estas? Con ceño fruncido y levantando la mano para lanzar el golpe certero que impactaria en la espalda de Mística.
Era de esperar, cuando algo no funcionaba para el monarca se solucionaba golpeando y rompiendo, la robusta no era muy distinta a él... Golpeaba y rompía también...
Si bien Mística no guardaba rencor , si tomaba poco a poco una postura de estar a la defensiva, pronto llegarían los 7 años de la niña y según cuenta una historia, cada siete años hay ciclo en la vida donde una parte nuestra sobre sale mas que las otras. En esta etapa esta" yo actuó "y luego llega " yo siento".
Mística descubre poco a poco que es ágil, corre fuerte, tiene gran destreza para colgarse de los árboles, aprende fácilmente a moverse y domina su cuerpo, empieza a expresarse, y con eso vienen cambios. Empieza a defenderse de a poco de la robusta y se escabulle del monarca...hay algo en él que todavía no termina de entender. En estos siete años, su vida toma un vuelco, en este ciclo desarrolla otros dones.

Gracias por leer este capítulo, les dejo un abrazo.

Misteriosamente MísticaWhere stories live. Discover now