Chapter IX: Sin esperanza

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-¡Ese malnacido hijo de puta!-grito Naruto enfadado. Y con aquello, supo quién era la persona misteriosa que les mando esos mensajes. 

-Así que a esto se refería Kakashi cuando dijo que Obito era peligroso... pensé que solo exageraba-carraspeo Sasuke.

-¡¿Qué hacemos ahora?! ¿Traicionar a Kakashi?-Ante las palabras dichas por el rubio, ambos les travesó una corriente eléctrica seguida de una escalofriante sensación. En sus vidas pensarían en traicionar a ese hombre.

Más que nada por el hecho de saber lo que les pasaba a los traidores, pero de igual forma porque ese hombre fue más un Padre para ellos de lo que sus Padres biológicos, o en caso de Naruto, adoptivos, llegaron a ser. 

-Prefiero morir a manos de los cocodrilos que en manos de Kakashi-suspiro Sasuke.-Debemos decirle... o de lo contrario terminaremos por ser otro par de putas en el prostíbulo-

-Mi piel se ha puesto de ganilla con esa idea...- Naruto se abrazó a sí mismo, siguiendo a Sasuke a la salida.

Ya les podría ocurrir algo... o eso esperaba él.

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En cuanto los dos chicos se hubieron ido, Hinata salió de la habitación, ansiosa por hablar con Naemi y así ambas tratar de escapar de nueva cuenta, o aunque fuera, apoyarse mutuamente y mantener viva la pequeña esperanza de que las rescatarían.

Durante todo ese tiempo, Naruto había prohibido estrictamente a Naemi salir de la habitación o ver a su amiga. ¿Tenía motivos para hacerlo?, realmente no, no al menos ninguno valido.

Hinata toco a la puerta impaciente por verla, pero tras unos minutos de espera la chica rubia no salió. Volvió a insistir... pero de nueva cuenta no hubo respuesta. Comenzó a preocuparse, pero lejos de aquella preocupación el miedo de que algo horrible le hubiese pasado rondaba su mente como alma en pena.

-¿N-Naemi?-De nueva cuenta volvió a tocar, y ahora, escucho un suspiro desde adentro, como si le hubiese molestado.

Trago saliva duramente, y después la puerta se entreabrió, la habitación estaba a oscuras y muy débilmente se notaba su amiga.

-Naemi... ¿e-estas bien?-La chica dentro volvió a suspirar, esta vez de una forma más triste. Hinata abrió la puerta con cuidado, permitiéndole ver mejor a su amiga, misma que al verla, no evito soltar tremendo grito. Uno que logro ahogar con su mano.- ¡Naemi!-

La chica de ojos azules se mostraba en paños menores, una simple playera de Naruto de color negro con letras que ya empezaban a borrarse a causa del uso, sus piernas se notaban llenas de marcas, desde las que reconoció fácilmente causadas por un látigo, hasta las marcas de las manos del Uzumaki sobre su rosácea piel.

Su cuello lleno de chupetes y mordidas, sus brazos estaban quizá igual que sus piernas, pero a diferencia de que estos no poseían las marcas de látigos, sino de esposas que marcaban sus muñecas. Sus ojos se notaban hinchados, pero sus ojos... oh, sus ojos eran lo peor. Aquellos ojos que alguna vez tanta alegría mostraron, que tanta vida irradiaban, que tanta felicidad y belleza demostraban... eran ahora opacos y carentes de toda emoción, de toda vida... como si la esperanza hubiera desaparecido de sus ojos y de ella misma.

-¿Qué te ha hecho?-Hinata se acercó hasta ella, tomándola por las mejillas. La chica mantenía su mirada clavada al suelo después de haberla visto. -¿Nae...?-

-¿Qué necesitas...Hinata?-soltó la chica apartando sus manos de ella y clavando sus ojos en los suyos. La Hyuga se quedó sin habla unos segundos, tartamudeo nerviosamente a causa de aquella mirada.

-¡T-Tenemos que escapar otra vez!- La rubia abrió sus ojos con sorpresa y algunas lágrimas salieron de los mismos. Hinata la observo unos minutos antes de volver a hablar.- ¿Qué pasa?... ¿Por qué lloras?-

Unhealing PersonWhere stories live. Discover now