Pero dolía. Siempre dolía.

Por eso cuando le pidió que le ayudara con la peluca cerró los ojos para serenarse y ocultar lo que sentía, no quería ver más decepción en los ojos de las personas, y menos de alguien como él, que sí era una persona responsable, valiente y digna de admirar, no quería llorar como quería hacerlo desde que recibió la llamada y los reclamos de ese hombre en la mañana del sábado.

Un hombre nada digno.

En cambio Jellal Fernandes era un buen hombre, trabajador y preocupado por su familia como pocos, era divertido, leal, responsable, y muy amable, después del día de hoy no le cabía duda, la manera en que la ayudó a no darse por vencida la había conmovido, se asustó un poco porque apenas se conocían y él ya había visto una faceta que ella no mostraba a nadie, apenas y Mirajane la había visto en una ocasión.

Ella debía estar al frente del campo de batalla.

Ella siempre debía ser un pilar de fortaleza.

Ella nunca mostraba sus debilidades.

Esa noche miró el postre de chocolate y lo volvió a guardar, lo metió en la nevera, sacó la leche y una caja de cereal.

No merecía el postre.

Se había comportado como una cobarde y se había expuesto a una persona que, aunque gentil y confiable, no tenía por qué mostrar preocupación por ella, en especial él, que ya cargaba muchas cosas sobre sus hombros ―Erza Scarlet... estuviste a punto de convertirte en lo que ese hombre siempre ha dicho que eres... ―apretó con fuerza la caja de leche y al momento sintió el frío contenido derramarse― ¡NONONONO! ―miró su mano con los ojos preocupados de una niña al hacer desastres― ¡No más limpieza! ―sollozó mientras con torpeza buscaba limpiones que no estuviesen en la lavadora.

...En su vida le quedaba por hacer mucha limpieza...

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~°0°~

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Salió del baño y suspiró.

En su vida nunca hubiese imaginado tan siquiera que algún día llegaría a conocer a Erza Scarlet, de hecho uno de sus mayores anhelos era el que ella algún día probase algo que él cocinase, en su propio local, como lo había soñado con su adorada mère hacía mucho tiempo atrás, sueño que cada vez se atrasaba más pero que estaba seguro de que lograría alcanzar.

Tardase lo que tardase.

Y ese día, solo en un día, había estado encerrado en un baño con ella, él le había robado un beso a la pelirroja luego de que ella degustase otro postre hecho por él, ella le había robado otro beso ―no que se sintiese ultrajado por ese hecho―, había ido a su casa, y había conocido facetas de la actriz que nunca imaginó, ya que nunca creyó que la poderosa "Titania de las películas" podría mostrarse tan frágil ―Tan... delicada... ―susurró el peliazul mientras subía hacia su habitación solo con una toalla de baño puesta en su cadera y recordaba el semblante derrotado y triste de ella― ¿Qué es lo que realmente la lastima? ―se preguntó mientras llegaba a su habitación y se tiraba a la cama, él no era de las personas que solían meterse en asuntos ajenos, aunque si veía que podía ayudar lo hacia, pero con ella sentía unas ganas especiales de hacerlo, tal vez fuese por la manera desinteresada en la que ella le había ayudado esos días, o tal vez porque le admiraba como actriz, pero fuese lo que fuese de verdad sentía la urgencia de descubrir lo que sentía que ella escondía tras una armadura de auto suficiencia y entereza― Mère, creo que soy demasiado fanboy...

DULCE DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora