Capítulo 18: «El Laberinto»

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Capítulo 18: El Laberinto

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     𝕿ras haber escuchado las explicaciones y los sabios consejos que les había proporcionado el Gato de Cheshire, los hermanos se encontraban sobrevolando el País de las Maravillas a una velocidad vertiginosa que haría encoger el estómago a cualquiera.

En las últimas horas —puede que minutos o tal vez días— los niños habían averiguado varios detalles, y todos ellos escalofriantes, sobre el País de las Maravillas. No les había dejado indiferentes la verdadera historia de la Tercera Alicia, que gracias a sus falsos encantos había llegado a convertirse en la Reina del País de las Maravillas y que con el tiempo había enloquecido y perdido todo rastro de cordura, llegando a realizar actos terribles y ganándose así un horrible castigo impartido por el mismísimo Wonderland. Además, los niños habían podido ver con sus propios ojos el verdadero País de las Maravillas; un lugar frío y siniestro, tétrico y oscuro, más propio de una pesadilla que de un sueño. Y lo peor era que por momentos se desmoronaba más... Por eso debían hacer algo, pues eran ellos los únicos que podían salvar el País de las Maravillas de la catástrofe y el declive absoluto. Al fin y al cabo, debían desempeñar su rol de Cuarta Alicia y, tal y como Wonderland les había indicado, ambos debían crear cosas bellas y maravillosas.

Sin embargo, esa tarea era muy difícil, sobre todo si se tenía en cuenta que la Tercera Alicia estaba empeñada en asesinarlos. Lo único que los niños deseaban era no defraudar a nadie, pero, ¿era eso posible? Les habían dado su palabra de honor a Wonderland, a los Guardianes de la Puerta, a las Flores del Jardín, al Oráculo y al Gato de Cheshire de que cumplirían correctamente con su deber y que liberarían al País de las Maravillas del caos. Ellos se convertirían en la Alicia Definitiva, la que tanto buscaba y necesitaba el Sueño y el resto de habitantes del País. Solo esperaban poder mantener y cumplir esa gran promesa.

El gélido viento les azotaba la cara y les traía una enorme variedad de aromas, tanto deliciosos como asquerosos: la dulce fragancia que desprendían las flores de un valle, el exquisito aroma del chocolate que transportaba un río, el asqueroso hedor de la carne en proceso de descomposición, el nauseabundo olor a basura y estiércol, el olor a quemado...

Los hermanos notaron que poco a poco iban descendiendo hacia el suelo y que así su largo viaje por las alturas iba finalizando. Lo cierto era que a ambos les resultaba frustrante no saber cuánto tiempo había transcurrido desde que hablaron por última vez con Cheshire..., o desde que entraron por el Umbral al País de las Maravillas. Parecía que el tiempo no transcurría en ese extraño mundo.

Finalmente, ambos chiquillos rozaron el suelo y al fin pudieron abrir los ojos, que habían mantenido fuertemente cerrados hasta aquel momento. Sin embargo, sus manos continuaron entrelazadas.

Wonderland: el Origen de AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora