Capítulo XXIV

7.6K 934 163
                                    

—¿Por qué hiciste eso? —pregunté con la voz temblorosa. Un nudo había comenzado a formarse en mi garganta. 

Frente a mí se encontraba el chico con el cual compartí desde la infancia; mi primer amigo que, a pesar de que nos distanciamos por varios años, siempre consideré como uno de los pocos que estarían ahí para mí incondicionalmente, pero después de toda la travesía de aquella arriesgada misión, me demostró que ni siquiera una amistad de más de quince años puede ser fiel. Me dolía saber que incluso llegué a considerar tener algo más que una amistad con él, pero eso quedó enterrado muy profundo junto con nuestra amistad. 

—Ya te lo dije. —Sorbió por la nariz antes de hacer ademán de acercarse a mí; ante ello, Jessica me hizo retroceder otros tres pasos para ponerse entre ambos de una manera protectora—. Creí que así todo volvería a la normalidad y te dejarías de estupideces.

—¿Y tú quién te crees para decidir por ella? —Bramó Jessica sin intentar ocultar el asco que le causaba estar en el mismo lugar que él. 

—Eduardo... Él... —Suspiró con pesadez mientras negaba por lo bajo—. Prometió que no te delataría, simplemente haría que te alejaras de Mark.     

—¿Cuál es tu maldito problema con Mark? —grité al borde del colapso.   

Aldair avanzó dos pasos más cerca de Jessica, la cual se puso a la defensiva levantando sus brazos por encima de su pecho. Debido a la tensión y al augurio de que algo malo sucedería, Bruno se abrió paso entre nosotras hasta llegar al frente y encararse a Aldair. 

—No te atrevas a acercarte un paso más —advirtió con rudeza. 

Mi antiguo amigo obvió las palabras de Bruno. —¡Me molesta todo él! Su presencia, su estúpida manera de ser, que su padre sea un observador, y odio la manera en la que te mira.

—¡Eso es absurdo! —Mi voz continuaba temblorosa, pero poco a poco comencé a recobrar la tan familiar adrenalina que guiaba cada una de mis acciones durante la última semana—. ¿Preferiste joderme la vida a que estuviera con otro chico? ¡Pues sorpresa!  Me jodiste la vida, estaré con otro chico y ahora sólo eres una mierda a la que solía llamar amigo. 

—Emily, por favor. —Ignoró la advertencia de Bruno e hizo ademán de acercarse, pero el friki lo sostuvo por los hombros, evitando que pudiese tocarnos—. Perdóname. Juro que hice todo esto por tu bien. Yo sólo... —Comenzó a llorar de nuevo—. Es que tú no sabes cómo es vivir con el hilo roto.

—Adelante, te escucho —dije mientras intentaba controlar lo acelerado de mi respiración.

Aldair se apartó de Bruno con brusquedad, quien lo observó detenidamente por si decidía realizar un ataque sorpresa. Sin embargo, mi antiguo amigo optó por retroceder hasta que su espalda chocó contra un librero. Su oscura mirada café recorrió el rostro de todos los presentes, como si estuviese sospesando la situación, pero terminó por suspirar en muestra de rendición. 

—Sé que dije que lo superé hace mucho tiempo, pero era mentira. —Tomó un libro grueso de pasta dura roja, lo hojeó con velocidad hasta detenerse en una de las página de en medio, de donde sacó una fotografía que nos mostró desde la distancia. En ella se encontraban retratados Aldair y Deyra, la chica con la que compartía su hilo rojo antes de ser asesinada—. En nuestro caso, realmente estábamos enamorados, es decir, Quirmizi no se equivocó al unirnos. Y cuando la... asesinaron, el dolor que sentí fue casi inhumano, fue como si yo también estuviese muriendo.

—Tal vez conmigo sea diferente —dije taciturna debido a la tristeza que los ojos de Aldair reflejaban—, porque ninguno de los dos morirá, y yo no amo a Eduardo como tú amaste a Deyra. 

Legado rojo I: Atada al peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora