Capítulo siete

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Harry hacia de todo para concentrarse en su examen, releía la pregunta para acordarse después qué clave estaba marcada en la pauta, pero no. La imagen de un polvillo blanquecino se repetía constantemente, estudió el comportamiento que tenían las personas al consumir menos de un gramo, no logra imaginarse qué sucedería si le agrega al ponche, casi el medio kilo que se alberga en el laboratorio forense de la universidad. Solo hay una cosa que él tiene claro, nada bueno va a resultar de esto.

Al terminar el examen, con temblores en piernas y brazos, bajó las escaleras del auditorio en donde estaban realizando la prueba, el profesor con sus grisáceos ojos tras unas gafas de alambre cromado lo observó con un semblante frío y su ceño fruncido.

—¿Cómo le habrá ido señor Styles? —Pregunta aquel frío y calculador anciano que impartía clases de psicología humana, Harry simplemente lo detesta.

—Hm. —Sus mejillas se inflaron y a la vez enrojecieron al palpar su nerviosismo, joder sus manos están sudando, con leve un asentimiento y con una mueca de duda, prácticamente salió corriendo de ahí.

Corrió y corrió, llegó hasta el gran comedor y observó a los del antiguo comité preparando las mesas de votación, ya que estás serían el día Lunes, uno de ellos preparaba los votos, otro atornillaba las bisagras de las antiguas urnas, y las tres chicas que componían aquel grupito, organizaban el tema del baile, joder cuando Harry oyó «Este baile será inolvidable...» él quiso reírse en sus caras, pero en cambio, continuó su carrera y corrió hasta que cayó agotado bajo un gran árbol.

Estaba solo, escuchaba hasta el más mínimo sonido. Harry quiso gritar y decirle a la naturaleza que se callara, quiso asesinar con una piedra a un ruiseñor. Cuando tomó la piedra entre sus manos, apuntó y lanzó, pero falló. Palmoteó en césped en busca de otra roca pero no. A gatas comenzó a buscar una minúscula piedra siquiera, nada.

—Maldita "Pachamama". —Masculló con molestia.

Rodeó el árbol, seguía buscando con la mirada y con el tacto una piedra hasta que la halló. Sonrío con malicia y volvió a concentrarse en aquel pajarito hijo de perra que comenzó a molestarlo. Se puso de pie y apuntó, al momento de lanzar, oyó un grito chillón.

—No lo hagas. —Harry bufó, ¿quién en su sano juicio se le pasa por la cabeza enfrentarlo? Ah sí, Harry recordó que Louis NO está en su sano juicio. —No seas pájaro-cida.

—Mira enanito maricón, te diré esto muy lento, para que tu estúpida cabecita pueda entenderme. —Posó sus ojos verdes en aquellos azules brillantes—. No. Me. Jodas. —Cada palabra dicha con fuerza y marcada con su dedo índice en la sien de Louis, el castaño quitó su cabeza con brusquedad.

—No soy eso que tú dijiste, sea lo que sea, pero, prefiero serlo a ser... ¡Una mala persona como tú! —El castaño imitó a Harry pero en cambio golpeó con su dedo índice el pecho del mayor.

Lo cual le causó cosquillas a Harry, soltó una risotada y empujó al ojiazul.
Él castaño cayó de culo.

—Me importa una real mierda ser una mala persona, matar un pájaro de mierda, —bufó alzándose de hombros—: sí no lo hago yo, otra persona lo hará. Y en cuanto a ti, —en cuclillas igualó su tamaño con el castaño—, no me importa una jodida mierda si estás bien, si estás mal, si estas vivo o si estas muerto. —Lo empujó nuevamente y pateó con suavidad su pierna. —Las ratas como tú deben ser erradicadas.

—Hatt... —Harry paró su caminata de forma brusca, no, el simplemente no quiso llamarlo así, su cabeza comenzó a doler, si se le ocurría nombrarlo de esa ridícula manera, él prometía hacerle entender que jamás debió volver a su vida.

Flowers before Tattoos [larry stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora