Capítulo 8

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"La vida es un juego; participa en él. La vida es demasiado preciosa; no la destruyas"-Helen Keller

–Hemos encontrado un mensaje en la despensa–dijo Isabel tratando de que su respiración agitada a causa de la prisa con la que habían vuelto al salón principal, volviera a la normalidad.

–Nosotros también–contestó Amelia que volvía a estar sentada en aquel sillón algo apartado que ya había tomado como su sitio–. En el sótano.

–Pues nosotros no somos menos–informó Rick entrando tranquilamente al lugar y mostrando un papel atrapado entre sus dedos–. Hemos encontrado esta intrigante nota escrita por un loco en la biblioteca.

–Poned los papeles en la mesa, para que los podamos ver todos–pidió Daniel señalando la mesa central del salón. Una larga mesa que en la fiesta había estado rebosante de canapés y copas.

Los grupos hicieron caso, y tanto Isabel como Daniel y Rick se acercaron a la mesa para ver lo que habían conseguido. Los tres mensajes estaban hechos con letras formadas con recortes de periódicos. Uno de ellos tenía la tinta algo corrida y estaba algo húmedo, así que Daniel les explicó que lo habían colado por el ventanuco del sótano, y que este siempre estaba mojado por alguna razón que desconocían.

–Estos mensajes han sido puestos mientras hablábamos en esta misma sala–comentó Natalia desde su asiento–.

–Concuerdo contigo–respondió Isabel apoyando la idea.

– ¿Y vosotras como lo sabéis? –preguntó Marcos alzando la ceja.

–Ellos han encontrado una nota en la biblioteca... ¿no? –preguntó haciendo que Marcos asintiera–. Yo he despertado en la biblioteca, he estado buscando y cotilleando entre libros y no he visto nada.

–Tal vez no hayas buscado donde debías–opinó Raúl–. La nota la hemos encontrado en la estantería dedicada a astrología.

Isabel se puso pálida.

–Me he despertado en frente de esa estantería, y he encontrado mi mensaje grabado en este libro–dijo sacando de su bolso un pequeño libro de bolsillo–. Estaba tan sacado de la estantería que a poco más se me cae en la cabeza. Si lees las letras redondeadas en orden, forman el mensaje que vosotros habéis recibido también con seudónimos.

–Eso también explica los tenedores limpios–dijo Germán–. El loco sigue en la mansión.

Eso provocó miradas desconfiadas entre los presentes. ¿Y si uno de ellos era C.S.?

 ♦  ♦  ♦ 

–Falta poco para las doce y llevamos un cuarto de hora buscando la maldita sala de astrología–se volvió a quejar Laura.

–Por favor, no llevamos tanto, y además, ya falta poco–volvió a responderle pacientemente Germán.

–Lo que tú digas.

Llevaban varios minutos recorriendo el primer piso sin encontrar la puerta que llevaba a la sala de astrología. Ninguno había entrado en esta desde la noche anterior. Laura ni había entrado, para ser más exactos, pues si había marchado al baño a hurtadillas antes de que la visitaran.

–Sigo pensando que está en el sótano–dijo Amelia.

–Pues bajemos de una vez y así vemos si está o no–respondió Marcos–. Estoy con Amelia, creo que está en el sótano.

– ¡Bien! ¡Por fin alguien que me escucha! –exclamó Amelia, y bajo las escaleras taconeando felizmente.

–Propongo que bajemos y la sigamos. Si en cinco minutos no hemos encontrado nada, subiremos otra vez– propuso Martín.

Muerte en el zodiaco Where stories live. Discover now