Capítulo 11

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"Mi confianza es como una bala. Cuando la dispares ya no volverá"

–Así que nos cuenta hasta como la ha matado–dijo Victoria–. Es más cruel de lo que pensaba. Algo horrible le tuvo que pasar para trastornarse de esta manera.

–No me apetece conocer su historia–dijo Germán–. Solo quiero estar mañana en mi casa, viendo tranquilamente la tele en mi salón.

–Si es que mañana sigues vivo–le respondió la geóloga.

Germán la miró y frunció el ceño.

– ¿Qué quieres decir?

Victoria sonrió enigmática y se levantó del banco de piedra que habían encontrado casi dominado por las malas hierbas del jardín, y luego le contestó:

– ¿De verdad que no lo sabes?

–Victoria, no seas...–trató de callarla Rick que también había llegado a la misma conclusión.

–El chico merecer saberlo. Si no se lo dices tú, se lo diré yo.

Como respuesta por parte de Rick, tan solo recibió una mirada reprochadora, pero eso no hizo cambiar de opinión. Le sostuvo firmemente la mirada al astrólogo, y finalmente él decidió apartar los ojos de la chica.

–No te atrevas. Ya sabes que hacen con los soplones en tus libros de polis y espías–le dijo tranquilamente Rick.

Ella suspiró resignada y se limitó a irse del sitio con paso rápido y la furia creciendo en su interior. Antes de marcharse, se dio la vuelta y miró al astrólogo con sus ojos marrones y fieros.

–Te advierto que esto no quedará así. Aunque no se lo digas ahora, esta noche lo descubrirá–dijo, para después darse la vuelta y marcharse de allí.

Rick imitó su mirada enfurecida y se marchó de allí también. Solo que tomó otro camino. Exactamente el contrario.

Los demás se habían quedado callados, observando la pelea. Natalia no parecía sorprendida por la reacción de Victoria.

– ¿Se puede saber que se traen estos dos entre manos? –preguntó Raúl en bajo a la profesora.

–No lo sé, pero te aseguro que nada bueno–le contestó ella susurrando también.

Germán se había quedado tan pálido como un muerto nunca mejor dicho, y muy incómodo al parecer. Ser objeto de pelea nunca es agradable, y mucho menos cuando hay un asesino suelto y ya no confías en nadie.

Marcos soltó un silbido.

–Que mala hostia tiene por aquí la gente–comentó.

Claudia miraba todo como un cervatillo asustado, y no se había separado de Daniel.

Natalia estaba hasta las narices de las reacciones de aquella niñata, aunque trataba de ser comprensiva con ella. Era la más joven, un chico guapo la había salvado el culo cuando no sabía ni que hacer... ¿Era comprensible? No sabía, la verdad es que nunca había sido de esas chicas lloronas. Ni tampoco era de perder la cabeza por un chico.

–Cada vez se pone más interesante el asunto–se limitó a decir Martín.

–No podía estar más de acuerdo–concordó con él Amelia.

– ¿Quién será el siguiente? –preguntó Isabel en un débil susurro.

Nadie se atrevió a responder.

    ♦  ♦  ♦ 

–Realmente pensé que estaría peor–comentó Marcos mientras acababa con una lata de la despensa–. No está mal.

Muerte en el zodiaco Where stories live. Discover now