Capitulo 38 Unos tragos de más.

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―Estoy bien ―Respondo con las piernas temblando al recordar el sonido del disparo ―¿Usted?

―Tengo cosas que hacer ―Responde como si eso fuese lo que estaba preguntando, no, en lugar de ser racional y alejarse de un loco con un arma cargada él se enfrentó a él sin medir consecuencias y en lugar de decir si esta bien o no me sale con que esta ocupado ¿Algún día comprenderé a éste hombre? ―Procura cuidar de ti en mi ausencia ―Pide severo, molesto sin apartar la mirada del lugar por donde acaba de huir Armando.

―Es usted imposible ―Mascullo molesta por su falta de conciencia ―Vaya ―Sugiero, malhumorada señalo su auto ―No lo detengo más tiempo ―Me doy media vuelta para seguir mi camino, entro a mi auto y le doy una mirada llena de enojo antes de arrancar e irme de ahí ―Ese pez se cree a prueba de balas ―Murmuro desaprobando su comportamiento al enfrentarse con Armando ―Definitivamente el Océano le afectó el cerebro.

Al llegar al Bar, respiro hondo y entro.

Mi hermano esta empujando a un hombre mientras que Pablo golpea a otro y Diego por su parte bebe una cerveza con gesto aburrido, al verme salta de su silla y llama la atención de mi ebrio hermano quien al percatarse de mi presencia deja de pelear para sin previo aviso recibir un puñetazo de lleno en el rostro, gimo estupefacta caminando sin siquiera pensar hasta ellos, pero lo que sucede después completa la situación, la mujer, ésa que fue al hospital a hablarme de mi hermano lo golpea en el rostro para después detener al hombre que golpeó a mi hermano momentos antes, sin siquiera analizar bien la cosa jalo del brazo a la atrevida para hacer exactamente lo mismo que ella le hizo a mi hermano, perpleja ella posa su mano en su mejilla, abre la boca para decir algo pero no lo hace.

―¡¿Qué demonios?! ―Bramo sin apartar la mirada de ella ―¡Le eres infiel a mi hermano y tienes el cinismo de golpearlo!

―¡¡Todo es tu culpa ―Grita por encima del ruido de la música ―Tú y tu familia lo han arruinado.

―Ellos no tienen nada que ver ―Alega mi hermano con Diego soportando su peso ―Tú decidiste que así fueran las cosas...

―¡No! ―Chilla histérica ―Desde que murieron no has hecho más que esconderte en el alcohol y el trabajo mientras que ella estaba escondida en un manicomio ―El latir de mi corazón es tanto que incluso lo escucho en mis oídos, lamo mis labios y contengo la respiración en un tonto intento de aminorar la dolorosa presión en mi pecho ―¡Por ella tú ni siquiera tenías tiempo para mí! ―Brama la mujer roja, dolida ―Intenté estar contigo como nadie lo estuvo y tú la preferiste a ella ¡¡A tu hermana!!

―¡¡Y la preferiría mil veces!!―Exclama mi hermano con voz atropellada, ronca ―Siempre por encima de quien sea.

―¡¡Ella ―La joven me señala destilando en su mirada todo el odio que siente por mí ―Hará que te maten!!

―¿Crees que eso me importa? ―Luciano se echa a reír con rabia, dolor ―Una más en la familia que muera por ella no haría la diferencia ―Gimo, estupefacta me vuelvo hacia él, el joven cuyo rostro luce descompuesto por el dolor, por la inmensa tristeza que evidentemente lo esta consumiendo ―El significado de mi vida es una tortuosa... ―Posa su mirada en mí ―Y dolorosa muerte.

―¡No digas estupideces! ―Lo corta Diego jalando de él hacia la salida, trago grueso y respiro hondo, con el nudo en mi garganta y los pinchazos en mi estómago camino hasta mi cuñado para distraer así aquella amarga sensación que dejaron las palabras de mi hermano.

―Deberías alejarte de él ―Sugiere la mujer quien es retenida del brazo por su acompañante ―Es un sutil consejo ―Con los ojos empañados dejo de verla para seguir mi camino con mi cuñado hasta la salida del local, sorbo mi nariz y sonrío intentando disimular delante de Diego lo mal que me encuentro.

La Obsesión del TritónWhere stories live. Discover now