Capitulo 22 Involucrando a inocentes.

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La fiesta de ayer cumplió con las expectativas de mi pequeña hermana, quien estuvo llena de halagos y regalos, se veía feliz y mi papá bastante celoso al ver a los chicos de la Universidad interesados en ella, Olivia ya no es una niña y sin embargo él insiste en que es su pequeña, es tan o más estricto con ella de lo que lo ha sido conmigo, aunque mi hermanita sabe como convencerlo pues ella cuando quiere algo no hay poder humano que se lo impida, bueno, mi papá tiene el poder para negar su petición cuando cree que no es conveniente para ella. La fiesta terminó bastante entrada la madrugada, y yo no hice más que tomar cerveza como un desesperado que intenta olvidar, sé que bebí demasiado y también sé que Angélica y Diego me sacaron de la casa al ver que comenzaba a llorar, lo recuerdo bien porque amanecí con ellos en mi cama y con mucho calor, Diego parece un oso pues abraza como si fuese una anaconda y mi amiga pierde todo encanto dormida, ella ronca como cerdo cada que toma, dice que también ronco pero no me consta, las copas de anoche en estos momentos no deja de pasar factura, me duele la cabeza, la resaca no esta siendo nada amable conmigo y lo peor es que hoy tengo que trabajar. Sonrío al recordar que todos saltamos de la cama al ver la hora, lo que se convirtió en una batalla campal por hacernos con el baño, hasta Luciano se despertó corriendo y en una casa con dos baños, no se volvió fácil la competencia de 6 personas por entrar primero.

―Hola ―Llego a recepción y saludo a la joven a la que le regalé las flores que el Tritón dejó hace unos días en mi escritorio ―¿Sabes si ya entregaron la habitación 208? ―Pregunto quitando mis lentes de sol, bebo un trago de mi café bien cargado para despertarme, el día de hoy comienzo con el balance que me pidió el Tritón y debo tenerlo listo cuanto antes para que me deje en paz, aparte también tengo que ir al medico a mi chequeo anual, hoy había decidido llegar temprano para ver a mi cuñado, pero fue imposible cumplir mi objetivo ya que fui la cuarta en hacerse con el baño y después de semejante borrachera si que necesitaba bañarme con urgencia.

Quería saber si Pablo salió bien de aquí, no se me informó que dejo la habitación a pesar de que deje dicho que lo hicieran, me preocupa un poco ya que no sé exactamente que fue lo que le hizo esa bruja al verlo el Sábado.

―No señora ―Responde la chica por lo que alzo la mirada de la pantalla de mi teléfono donde estaba leyendo un mensaje del Señor Pedro, pero lo dejo a la mitad para ver a la joven ―No la han entregado.

Extrañada por eso poso la mirada en el ascensor, me despido de ella, dejo mis cosas en mi oficina y recorro el camino hasta el ascensor para luego bajarme en el segundo piso, al llegar a la habitación toco la puerta y esta se abre casi al instante mostrando a un hombre desorientado, bastante desaliñado e inquieto.

―¿Estás bien?―Inquiero siguiéndolo adentro, mi cuñado no hace más que rascar su cabeza con gesto ausente ―¿Pablo?

―¿Cómo llegué aquí? ―Parpadeo algo preocupada, con el ceño fruncido lo observo dándome cuenta de que sea lo que sea que Cyrce hizo lo afectó y mucho.

―Te... ―Aparto la mirada y aunque él está distraído no me atrevo a mentirle viéndolo a los ojos ―Desmayaste en mi oficina así que le pedí a Fabián y a su hermano que me ayudarán a traerte aquí.

―¿Me desmayé? ―Parece sorprendido e incrédulo ―Yo nunca me... ―Se queda congelado en su sitio, cómo si intentará hacer memoria, Pablo es un hombre al que le gusta controlar cada detalle en su vida, odia las sorpresas y siempre procura ir un paso por delante, y esta situación sé que lo descoloca completamente ―Nunca me desmayo.

Paso saliva y con disimulo camino hasta la nevera de donde saco una botella de agua.

―¿Comiste algo el fin de semana? ―Indago al ver la ausencia de platos sucios, él niega con la mirada ―Debes estar muerto de hambre ―Justo en ese momento su teléfono nos sobresalta, el hombre a mi derecha sacude la cabeza y se la sujeta con ambos brazos antes de responder la llamada, esta enojado, incomodo con esto y que yo, la esposa de su hermano sea quien lo haya visto así lo tiene más alterado, Pablo y yo somos amigos pero no cercanos, él me mira como una prima a la que quiere cuidar en honor a su hermano, en cambio Angélica me mira como su hermana, como esa con la que cuenta si cometes un delito serio, por supuesto yo sinceramente ruego porque eso nunca llegue a suceder ―¿Todo bien? ―Mi ceño se marca al ver su rostro cargado de ira contenida, aprieta la mandíbula y mira la pantalla con inmenso enojo ―¿Pablo...?

La Obsesión del TritónWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu