— ¡Cleopatra, cariño! ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras de esa manera?— preguntó Zane asustado y a la vez preocupado, por el estada que me estaba encontrando

—N-o pue-do...— tartamudeé. Casi no lograba hablar

En ese momento, Zane comenzó a abrazarme y a mecerme entre sus brazos. Me tarareaba una canción. Acariciaba tiernamente mis cabellos rubí y me envolvía aún más fuerte entre sus brazos; pronto empecé a calmarme y relajarme, pero algo en mí no me dejaba tranquila, no tenía las fuerzas para descansar. Zane duro un rato meciéndome y cantándome, hasta que finalmente se detuvo para ver, como me encontraba. Unos de sus dedos pasaron delicadamente sobre mis mejillas aun humedecidas. Nos miramos fijamente por unos instantes, hasta que finalmente agarré el valor para hablar

— ¿Qué sucede, mi Cleopatra?—me preguntó muy serio y preocupado

No quise responderle. Deseaba no verlo a los ojos y así baje la cabeza. Pero nuevamente insistió, levantándome el rostro con su mano. Me obligo a verlo a sus ojos

— ¿Qué pasa?— me preguntó

—Soy...soy una estúpida, Zane—musité

Se apartó y me miró fríamente. Me asuste, tan solo ver esa mirada en sus ojos

—Yo ya no puedo continuar, Zane. —susurré con voz cortada. — Debemos decirles a los chicos y a mi hermana, lo que me está pasando. Ya tengo tres meses de embarazo y muy...pronto se va a notar en serio. Tengo el vientre hinchado y...ya empecé a sentir unas ligeras pataditas en mí, Zane. Dime, ¿qué podemos hacer?— le dije completamente alterada, otra vez. — ¡¿Que podemos hacer, Zane?! ¡¿Qué?!— exclamé

Zane no me respondió, inmediatamente. Solo se mantuvo sereno, pensativo; tal vez para ver cuáles eran las elecciones que teníamos a nuestro alcance. Unos segundos pasaron sin decir nada; mi marido se fue levantando de la cama y se colocó frente a las ventanas de la habitación. Se quedó congelado frente a ellas, observando el horizonte...con los brazos cruzados y una fría e inmensa seriedad. Lo podía ver, a través del reflejo del cristal. No estaba muy contento, que se diga.

—Hay una opción, mi amor. —repuso fríamente de su boca

De los tantos años que habíamos estado juntos, por primera vez en toda su vida Zane me estaba...mintiendo, lo podía percibir en su forma de hablar. Me mentía para hacerme sentir bien, porque realmente no había opciones para cuales tomar, solo una opción que debíamos tomar. Era la única salida posible, para estaba locura.

—Se cuál es, Zane...— contesté con la voz casi como un hilo. —Debemos decirles

Zane se volteó y asintió seguro de ello. Y del mismo modo, yo lo imite. Ya estábamos listos. Torpemente me levante de la cama, y al dar mi primer paso, un dolor intenso vino hacia mí, como si me estuviesen clavando algo caliente en mi estómago. Caí de rodillas, apretándome el vientre, mientras intentaba tragar ese chillido agudo, que tremendamente deseaba salir de mi interior. Mi esposo reacciono rápido y vino en mi auxilio. Me apretaba el labio inferior con los dientes, y mientras más fuerte se hacia ese intenso dolor, yo más aún me mordió el labio. Lentamente pero constante, fue pasando el dolor de mi abdomen. Zane me estuvo apoyando y consolando, no obstante...sentía la barriga resentida, por ese inesperado y agudo malestar. Con suavidad, mi Zane me ayudo a incorporarme, ofreciéndose como apoyo. Me sostuvo entre sus brazos, apretándome contra su costado y acariciándome los cabellos. Fue la oportunidad perfecta para un beso. Dócilmente, nuestros labios se movieron tiernamente, mientras revolvía sus lisos y sedosos cabellos, entre mis frías y débiles manos.

El tiempo, mi tiempo se me estaba acabando y Zane quería acompañarme. Igualmente, él se sentía culpable del hecho que yo estuviese embarazada, era normal, Zane era el padre de las criaturas que esperaba. Una parte de mi deseaba que él no sufriera conmigo, pero era demasiado tarde para arrepentirse; ya lo era. Cariñosamente, una de sus manos empezó a acariciar mi muy hinchado vientrecito. Su mano estaba fría y mi estómago cálido. Se sentía...una especie de conexión; algo muy difícil de explicar...algo que jamás había sentido en mi otro embarazo, tal vez por este si era de un Seivia completo y no humano.

Las Dos Caras de la Luna © ✓Where stories live. Discover now