El príncipe de las tinieblas; Sekaiichi Hatsukoi {RxT} FINALIZADA.

1. Heredero.

1. Heredero. 

¿Alguna vez se han preguntado que sigue después de la muerte? ¿A dónde se dirigen todas esas almas caritativas, malvadas y perdidas? El Inframundo, un lugar rodeado por la oscuridad, la agonía y la desesperación. Es un mundo que solo recibe a pecadores, personas que creyeron tener la palabra de Dios cuando no fue así. Dar tontas excusas para justificar sus acciones, "él me obligó" "Todo fue planeado por él" cada una de ellas se referían a la misma criatura, a ese ser de los mil nombres, siendo el encomendado para hacer sufrir a todo aquel que se crea superior. El Rey de las Tinieblas o Lucifer.

Sin embargo, nada es lo que parece. Hace miles de años ocurrió algo que nadie se esperaba, el Rey contrajo matrimonio. Los demonios y habitantes estuvieron en contra desde el primer instante, ¿Su Rey con una criatura insignificante como futura Reina? Era algo que no podían permitir y más aún, la llegada de ese híbrido. Un niño sano nació bajo la antena mirada de todo el averno, el odio de saber que su heredero estaba infectado por ser mitad humano era algo que no podían perdonar pero el deseo de servir a la corona era inevitable. Con una piel clara encantadora ante todos, cabello cuál carbón que resaltaba esos orbes color avellana siendo tan gatunos como los de su madre, la fascinación que dejaba ver a ese niño era aterradora, ninguna criatura podía resistirse a cumplir los caprichos del niño aunque muchas sin duda se resistían.

Un par de miles de años después ocurrió un asesinato, demonios y ángeles, nadie aprobaba ese matrimonio, ni el resultado del mismo, tras la muerte de la madre del heredero, el niño fue encerrado, aislado de todo aquel que buscará hacerle el mal, que considerando el lugar donde se encontraban eso representaba a todos en ese mundo. Si hablamos de años en la tierra, exactamente hoy se cumplían los 25 años de edad, listo para tomar el cargo de su padre.

—Ma-sa-mu-ne—Pronunció infantil el hombre más temido en el mundo, tratando de atraer la atención de su hijo.

— ¿Qué quieres viejo?—dijó con pesadez, removiéndose entre las sábanas. —Deja de ser tan ruidoso.—

— ¿Viejo? ¿Cómo que viejo?—se exaltó, fingiendo dolor— ¡Eres mi hijo! Deberías llamarme padre—pronunció con orgullo, dirigiéndose a abrir las cortinas de la habitación.

—Eres Satanás, compórtate como tal, ¿No?—Dijó sentándose en su cama, siguiendo a su padre con la mirada. Ese hombre sin duda sabía cómo desquiciar a cualquiera.

—Déjame pensarlo, nop— concluyó. —Solo contigo puedo comportarme como en realidad soy, no creerás que puedo mostrar este lado a los demás demonios. Si lo vieran me asesinarían en cuestión de segundos—dijo doblando la cobija que le había arrebatado al adormilado pelinegro. Eso lo sabía bien, la personalidad de su padre no era ninguna broma, incluso esa traviesa faceta, así como podía ser el más despiadado, podía ser el más infantil.

—Créeme, si pudieran matarte, lo hubieran hecho miles de años atrás... —Pronunció con fastidio.