PLATICAS DEL CORAZÓN

793 65 4
                                    

Estacione mi camioneta fuera de mi casa y leí el mensaje que mi padre me había enviado hace unos minutos, al parecer iba a llegar muy noche por cuestiones de trabajo y porque iba a salir con la señora Evans, cada vez que escuchaba alguna relación con su nombre me asqueaba.

Me acerque a la puerta principal para entrar a casa cuándo escuche un movimiento entre los arbustos que había alrededor de la casa, los músculos se me tensaron y me puse alerta, me acerque hacia donde había escuchado el ruido y de pronto salió Samuel quitándose hojas de su cabello.

-¡Dios, me asustaste! ¿Qué demonios haces ahí?-me queje.

-Lo siento, creí que era tu padre así que me escondí para que no me viera.

Suspire y abrí la puerta, sentí la cálida mano de Samuel sobre la mía, sentí como el cosquilleo me recorría toda el área donde él me tocaba, me quede sin aire por un momento pero aparte la mano al instante.

-Compre comida para cenar-dijo Samuel-. ¿Te apetece cenar?

-Mi padre llegara tarde así que podremos cenar en el patio-le respondí aun atontado por el roce de su mano.

****

Estábamos sentados sobre una banca en medio del patio, había arbustos a nuestro alrededor, teníamos la vista del anochecer sobre nosotros, el sonido del aire corriendo hacia la nada.

-Conseguí un empleo y un departamento para vivir-dijo Samuel rompiendo la paz que reinaba.

-Eso es genial-respondí con indiferencia.

-Ian, me iré esta noche-cuando menciono esto no pude evitar observarlo con sorpresa ¿Se iría esta noche? Sentí como algo se rompía en mi interior-. Quise hacer esta cena porque quería despedirme y agradecerte por la ayuda.

No supe que responder a esas palabras que parecían ser sinceras y transparentes, sin ningún doble sentido oculto, baje la vista hacia mi plato ya vació porque no podía seguir viéndolo a los ojos sin perderme en esa profunda mirada que me cautivaba.

-Descuida-le respondí.

-Ian, no quiero que te enamores otra vez de mi si no quieres, no te obligare a que me hables si no lo deseas, se que te falle y perdí tu confianza...-lo vi en el momento que una lagrima resbalaba por su mejilla-. Pero quiero estar seguro de que me perdonaras, no quiere decir que seremos amigos... pero...

¿Perdonarlo? Seria perdonar las mentiras, los engaños, los secretos, ¿Sería capaz de hacer eso? Vino a mí el recuerdo de nuestro viaje a la playa, el calor que nuestros cuerpos desprendían, la paz y el amor que nos fundía, quería y anhelaba sentir eso de nuevo.

-Yo...-no pude mencionar otra palabra cuando la voz se me quebró y las lágrimas se hicieron presentes-. Tú eras la roca que me mantenía firme, te di mucho más que mi confianza, te di mi amor... yo nunca había sentido por nadie lo que sentí contigo.

Me tome un momento para tranquilizar mi llanto y limpiar mis lagrimas y así poder seguir.

-Cuando pude ver que tú eras la persona tras la capucha negra... mi mundo se desmorono, me sentí... miserable, si quieres conseguir mi perdón solo quiero que me digas que no formas parte del mismo juego, no pido nada a cambio, solo quiero que me digas la verdad...quiero estar seguro de que no me romperás en mil pedazos otra vez.

-Ian, ya no valgo nada, mi vida está incompleta sin ti, el tener que mentirte y ocultarte cosas me destrozaba por dentro... te juro por mi vida... que ya no formo parte del equipo de Saco Rojo.

Nos quedamos en silencio un instante, los dos tratábamos de calmar nuestro llanto, mi mente y mi corazón trabajaban de diferente manera, pero al final llegue a una conclusión.

-Te perdono-respondí poniéndome de pie y recogiendo mi plato.

Deje el plato para lavarlo, me recargue sobre el pretil y admire mi destrozado reflejo en la ventana, Samuel entro en la cocina para dejar sus trastes, podía sentir su mirada sobre mi nuca pero tenía miedo de enfrentarlo, tenía miedo de girarme y verlo con la misma capucha negra.

-Mis maletas están listas, creo que ya es hora de que me valla-dijo con tranquilidad-. Y de nuevo, gracias por todo... te prometo que no sabrás más de mí.

Escuché como acomodaba sus maletas en la salida, por mucho tiempo quise que el desapareciera de mi vida, pero ahora... ahora no sabía que pensar, la puerta se abrió.

-¡Samuel!-dije corriendo a la entrada.

-¿Qué ocurre?-dijo parado en la salida.

Me quede observándolo por un rato y no pude reprimirme mas, corrí y lo bese, el me devolvió el beso, sentí el cálido roce de nuestros labios mezclado con mis lagrimas, lo abrace y lo atraje a mí para estar seguro de que no se evaporaría en la nada, escuche como dejaba caer sus maletas y me abrazaba con fuerza, un millón de cosas explotaron en mi interior.

Con una mano cerré la salida para después encerrar a Samuel contra la pared, no quería separarme de él, nuestras respiraciones se agitaban con cada beso, Samuel comenzó a levantarme la camisa con calma y sentí cosquillas  pero no me aparte sino que deje que me la quitara, comenzamos a movernos en dirección a las escaleras para subir a mi recamara pero sin dejar de besarnos.

No quería que este momento terminara nunca.

Atadura (Metamorfosis 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora