Capítulo 10

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Narrador Omnisciente

La batalla había comenzado, y aun asi el silencio y la tensión llenaban el lugar. Cada uno justo frente al otro dirigiéndose miradas afiladas.

En un abrir y cerrar de ojos, Aiacos desapareció. Saya intentó darse la vuelta instintivamente, pero no lo logro a tiempo. El espectro apresó su cabeza con una mano.

— ¡Garuda Flap! — Aiacos levantó los brazos y los cruzó creando un fuerte viento, el cual propulso Saya fuera de la vista haciéndola girar a gran velocidad, lo que le impedía escapar.

Cuando Saya desapareció en el ascenso, Aiacos, quien seguía en el mismo sitio, marcó una gran X en el suelo con su pie.

— Tres segundos — susurró para si mismo — Y será todo.

El silbido del viento se escuchó claramente cuando una figura descendió a gran velocidad, y en seguida el sonido de un estruendoso choque contra el suelo llegó junto con el temblor de la tierra.

Un enorme cráter apareció en el lugar donde segundos atrás una X marcaba el piso. El cuerpo de Saya yacía inmóvil, en medio del gran cráter.

Parecía estar sin vida, pero afortunadamente la gold cloth redujo el daño recibido; aun así necesitó un momento para recuperar el aliento e incorporarse.

«¿Es esto posible? -pensó Saya- Si, lo es. No por nada es uno de los generales del ejército de Hades».

— No acabará así — replicó ella aun jadeando, buscando respirar de manera adecuada. Recuperó sus fuerzas más fácil de lo que creyó le tomaría.

— Tampoco pensé que sería tan fácil terminar con una de las escorias doradas de Athena — sonrió tan arrogante como siempre. El en serio veía a su oponente como alguien sumamente inferior a si mismo.

Saya bajo la mirada algo preocupada hacia su armadura, tenia algunos daños, nada que representará algún peligro. Llevo instintivamente una mano a su rostro palpando la fina pieza metálica que llevaba puesta, ahora estaba agrietada, pero sin duda soportaría.

— ¡Excalibur! — gritó y una onda de cosmos con la forma de un corte vertical salió de su brazo derecho hacia su enemigo.

Aiacos lo esquivó sin mucho esfuerzo, ella apoyo una mano sobre la tierra y gira sobre su eje en el intento de acertarle una patada en el rostro.

— Simples golpes no bastarán — dio un paso hacia atrás para esquivar el golpe.

— ¡Excalibur! — lanzó otro corte con su patada.

El espectro se mostró sorprendido pero logro echarse hacia atrás antes de que aquel cosmos afilado lo decapitara. Sonrió orgulloso de que no logrará herirlo, pero duro hasta que sintió algo frio y húmedo que bajaba por su rostro. Un grueso corte en uno de los costados de su cara se reveló junto con varias gotas de rojo carmesí que descendían lentamente hasta su cuello.

— Maldita — su expresión y su voz sonaban ofendidas, como si le hubieran golpeado en su ego y no en el rostro.

— Enfrentarte a mi implica enfrentarte al filo de Excalibur — extendió su brazo y en este se vio el reflejo perfecto de un espada reluciente como si de un espejismo se tratara — Dentro de mí brazo derecho descansa la espada cuya hoja indestructible es capaz de cortar cualquier cosa. Aunque, como ya habrás notado, no sólo la puedo usar en mi brazo derecho.

Ahora era ella quien demostraba una confianza implacable e imponente, como si nada pudiera romperla por dentro. Aiacos solo permaneció serio, meditando lo ocurrido, evaluando.

— Me alegra oír eso — dijo finalmente con una expresión violenta de emoción — Caso contrario esto no sería divertido.

Aiacos tenia en claro su objetivo: derrotar a aquellos santos de oro en nombre de Hades, les daría muerte y disfrutaría al hacerlo, ansiaba tanto disminuir las fuerzas del santuario de esta forma. Por lo menos ahora estaba autorizado por esa mujer para acabar con los dos santos.

Para la señorita Pandora que los jueces se involucraran en peleas que no sean parte de los planes de su señor Hades era una completa blasfemia, y en este caso les pidió que evitarán el conflicto a menos que los santos atentaran contra el huésped, cosa que dudaba. No quería tener que lidiar con las heridas de sus tres espectros más fuertes o incluso con la derrota de alguno.

Sin embargo Aiacos deseaba tanto una pelea desde hace tanto que pensó en encargarse de ellos en ese mismo instante y así no representarían un problema después.

Pero se estaba volviendo un problema ahora.

Moviéndose a la velocidad de la luz Saya se posicionó frente al Juez y dio comienzo a una batalla de cuerpo a cuerpo. Los golpes iban cargados del cosmos de cada uno, era potencialmente letales, no había tiempo para pensar ni planear algo. La emoción del momento aumento la diversión del espectro, sin duda era lo que esperaba: una digna batalla después de tanto tiempo de no hacer nada.

— Jumping stone — atacó al juez pero este no se vio afectado y aprovecho para envolverlo en un remolino de llamas negras.

Saya utilizo su Excalibur y partió las llamas en dos, liberándose así y se lanzó hacia el frente sin darle tiempo a Aiacos para reaccionar.

El casco de la surplice cayó al suelo ruidosamente partido por la mitad. Una larga y revuelta cabellera color azul se hizo visible con una expresión estupefacta. El no creía lo ocurrido: ahora tenia más sangre cayendo de su rostro, justo desde su frente. Y haber logrado romper una parte de su armadura aunque fuera solo un mísero casco...

Se limpio la sangre lentamente percibiendo con su tacto la textura de la misma, sin duda había pasado tiempo desde que fue herido de gravedad. Aquellos recuerdos hicieron a sus ojos encenderse como dos flamas apunto de incendiar todo.

— ¡Galactica Illution!

Aiacos desplegó su cosmos de golpe contra Saya. Miles de ojos aparecieron alrededor de ella, sacándola de balance y causándole desconcertantes ilusiones, sin permitirle contraatacar.

Ella gritó profundamente, todo era confuso pues podía sentir como su mente estaba siendo destrozada, aquel ataque alteraba sus sentidos y su percepción de la realidad, no podía diferenciar lo que era una ilusión de lo que no.

Sus más profundas pesadillas tomaban forma frente a sus ojos, aquello que el corazón más desprecia y teme, y así su voluntad se agotó y su cordura se fue.

Al final cayó al suelo boca abajo, sentía la fríe tierra bajo sus manos. La diadema de su armadura se destruyó por el impacto y su máscara se agrieto aun más. Aiacos se acercó hacia ella.

— Se acabo — dijo secamente. Escupió las palabras con desprecio, pero pareció percibir algo de lastima.

Se alejo de nuevo de ella dándole la espalda. Levantó su mano y formó algo de fuego negro en ella. Espero así un momento.

Saya logro levantar la mirada desde su posicion, no podía moverse más allá de eso, se desvanecía poco a poco. Y lo único que logro ver a parte de su propia sangre derramada fue al espectro mandando llamas oscuras en su dirección sin siquiera mirarla.

Holaaa :3 saben quería recompensarlos por ser tan geniales y dije por que no les doy un capítulo hoy y bueno así paso XDDD fue algo repentino así que esta un poco corto :( perdón bueno espero que sea suficiente por ahora mis queridos vaya vaya :) los amo (si también A ustedes lectores fantasma también los amo)

Saint Seiya: Corazon afiladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora