Capitulo 8

1.3K 94 9
                                    

Narra Saya

Algo es diferente ahora.

Salimos del pueblo y continuamos nuestro camino, pero ahora es diferente, me inunda un profundo sentimiento de comodidad y calidez, como una flama inexplicable dentro de mi pecho.

Levanto la mirada en busca de mi compañero, y ahí está el, sonriendo como le es habitual. Me pregunto cómo lo lograra... ser tan natural. Para mí sería un problema si no llevara esta mascara y tuviera que mostrarme así de feliz.

Nota casi de inmediato como lo observo, y me mira algo sorprendido, baja la vista buscando escapar de la mía. Tal vez lo he incomodado.

Absurdas e incoherentes emociones empiezan a surgir tan rápido dentro de mi, que para cuando me doy cuenta, el corazón me late con fuerza. Me siento apenada por esa clase de sentimientos, lo único que logro hacer es desviar la mirada hacia el camino.

Narra Sísifo

No se cómo hare para simular que nada de eso paso. Supongo que es uno de los mejores recuerdos que alguna vez tendré. Es una lástima que no lo vuelva a presenciar, su mirada y su rostro quedaran por siempre en mi memoria.

Si no puedo volver a verla será suficiente con recordarla.

A pesar de que tengo prohibido hablar de esto por la misma Saya, quiero hacerlo, necesito desahogar todos los pensamientos confusos que están cruzando mi mente en este momento.

Ella me mira discretamente. Yo le devuelvo el gesto, algo incómodo por la clase de cosas que había estado pensando e intentaba disimular, no quería sospechas o malentendidos, cuando ni siquiera yo entiendo que ocurre.

Bajo la mirada, algo extraño comienza a ocurrirme y trato de controlarlo, algo me está causando una profunda... ¿alegría?... ¿dolor?... no consigo distinguirlo, me presiona el pecho con fuerza.

Saya voltea nuevamente al camino, al notar la serenidad con la que se mueve, todo dentro de mí se calma, o al menos eso creo.

Continuamos caminando un largo trecho, ignoro cuanto nos tomara encontrar a Athena pero no perdemos las esperanzas de que será pronto.

- ¿Cómo crees que estén el resto? - pregunta de manera sorpresiva.

- Vaya, vaya, así que si te preocupan nuestros amigos - intento bromear, no sé si salió bien.

- Corrección: tus amigos, mis conocidos.

- Claro, como digas. Seguro están bien, lo más probable es que no hayan tenido problemas y si los tuvieron, pues lo deben haber solucionado rápido.

- Aquellos espectros que nos interceptaron no eran muy fuertes, y no suponen algo de lo que un santo de oro tenga que preocuparse.

- Si a eso me refería, dudo mucho que la elite de Hades este por ahí causando disturbios porque sí. No hay nada que temer.

- Salvo que... espera... ¿lo sientes?

Justo a la entrada de una gran ciudad, Saya se detiene de golpe, como si su armadura fuera más pesada ahora. Entonces yo también lo siento, es leve pero llena de fuerza.

Una presencia sin igual. Suave y acogedora.

Sin duda es ella. La encontramos.

Narra Saya

Después de tanto la hallamos. Finalmente el Santuario encontró a su diosa.

Athena. Estamos cerca.

Entro corriendo en la ciudad esperando detectar la ubicación exacta de la presencia. Era difícil, pero sin duda no fallaría, no habíamos llegado tan lejos para nada. Seguía corriendo, nada importaba ya, ni el increíble peso en mi espalda, ni el cansancio por el largo viaje. Solo importaba verla.

- ¡Saya! - grita sacándome de manera abrupta de mis pensamientos, me doy cuenta de lo rápido que estaba yendo y lo agitada que estaba mi respiración. Freno tan bruscamente que casi caigo de bruces contra el suelo - Tenemos que ir con calma - dice al llegar a mi lado - no podemos llamar la atención.

- De acuerdo - asentí levemente aun algo apenada. Estábamos en medio de una plaza grande rodeada de algunas tiendas, apenas está anocheciendo.

- Bien - sonríe con la mirada y empieza a analizar con la vista el lugar - entonces, supongo que debemos conti...

En ese instante, fue como si todo se hubiera sumergido en la oscuridad. Una presión extraña presiona mi pecho, amenaza con matarme con forme pasan los segundos, no podre soportarlo más. Bajo la mirada encontrando mis manos, están temblando.

Hay otra presencia cerca. Es como la de un espectro: violenta y asesina. Pero no es como la de hace unos días. Este cosmos es no solo más grande y fuerte, es más explosivo y rebosante de maldad.

Tengo miedo, he de admitirlo. Por primera vez estoy asustada de verdad. Tengo miedo de lo que pasara si me encuentro a esa presencia, miedo de que mi poder no sea suficiente, miedo de morir.

Y peor aún, miedo de que alguien más muera.

- Un juez - es lo único que alcanzo a escuchar de Sísifo antes de que saliera corriendo en dirección al bosque con su armadura puesta. Ni siquiera me fije cuando se la había colocado, el temor me dominaba.

No paso mucho tiempo hasta que logro comprender la gravedad de sus palabras.

Un juez del infiero. Uno de los generales del ejército de Hades.

Saber eso fue suficiente para poner de lado mis pensamientos, no hay tiempo para eso. Visto la armadura de capricornio rápidamente y voy detrás de Sísifo hacia el bosque.

Dentro del bosque todo esta oscuro, apenas logro ver. Para empeorar las cosas una densa niebla de la nada, bloqueando completamente todo contacto con mi compañero Santo.

- ¡Sísifo! - grito esperando alguna señal de él, pero ya es tarde. Nadie responde. Nos separamos, ahora dependemos de nosotros mismos.

Ningún ruido, ninguna forma, nada que pudiera decirme donde estaba. Solo hay niebla.

Siento como pierdo la determinación, el valor, la fuerza. No queda nada de mí. Pero debo mantenerme serena.

El Cid me lo dijo una vez: "En una pelea, cuando sientas que has perdido todo lo que forma parte de ti, conserva la calma. No hay nada más importante que tu propia alma, mientras la tengas no importa lo que pierdas, seguirás siendo tú."

De pronto la niebla comienza a desvanecerse tan rápido como apareció en un primer momento. Solo entonces puedo divisar a una figura aproximándose desde las sombras.

Saint Seiya: Corazon afiladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora