Dicen que el universo es infinito, pero nadie advirtió que la locura que alberga lo sería aún más.
Pero en un mundo donde la abuela de Momo es una médium y los alienígenas buscan reproducciónespelusnante, el verdadero terror no está en lo que no ent...
Es el descanso en la escuela. El sol brilla, pero la energía en el lugar habitual del grupo es diferente.
Itsuki, Aira, Jiji y Okarun están sentados bajo el árbol. Momo no está con ellos; se la ve a lo lejos, riendo y conversando animadamente con Zuma. Lleva varios días sin pasar tiempo con el grupo habitual.
—¡Miren a la gran Ayase! —dijo Jiji con un tono burlón, mientras hace flexiones cerca de Aira— ¡Ni siquiera se digna a pasar tiempo con sus verdaderos guerreros! Seguro que está en una cita romantica con el señor "Me creo genial".
—Es su felicidad, Jiji —dijo Aira sin levantar la vista, pero con una sutil sonrisa—. Los sentimientos son complejos. Y a veces, uno encuentra la luz en lugares inesperados.
Jiji se levanta, haciendo una pose de héroe.
—¡Pero somos nosotros la luz! ¡¿Acaso el destino de la humanidad ya no le importa?! ¡¿O mi evolución de abdominales?!
Itsuki, que ha estado observando a Momo y Zuma con una expresión serena, interviene. Su tono es firme, defendiendo la felicidad de su prima.
—Momo tiene derecho a explorar sus propias emociones y prioridades. Su bienestar es importante. Si Zuma-kun la hace feliz, es una situación positiva. No hay necesidad de juicio.
Okarun, que ha estado en silencio, jugueteando con un pequeño juguete alienígena, levanta la vista. Su rostro no muestra ninguna emoción, pero su energía irradia una tristeza y confusión apenas contenidas. Las palabras de Itsuki, defendiendo a Momo y su nueva relación, lo golpean. Se esfuerza por mantener una fachada de desinterés.
—Sí, Itsuki-san tiene razón —su voz es neutral, fingiendo falta de interés—. Momo… está bien. Es su vida.
La conversación cambia. Jiji, siempre en su propio mundo, comienza a hablar de sus nuevas rutinas de entrenamiento.
Aira, con su sabiduría silenciosa, comenta sobre la energía de los estudiantes.
Itsuki y Okarun mantienen una interacción normal, casi fría. Hablan de un nuevo informe sobre avistamientos de platillos voladores, o de un tipo de yōkai que la Abuela Seiko mencionó. No han tocado el tema de sus sentimientos desde la noche del museo.
Itsuki mantiene su máscara de frialdad y Okarun su fachada de neutralidad, pero el abismo entre ellos se siente más grande que nunca.
Poco a poco, el tema de Momo y su nuevo "amigo" se deja a un lado, pero la intriga, especialmente para Okarun, persiste como una sombra.
Mientras tanto, al otro lado del patio de la escuela, Momo está con Zuma.
Ambos ríen de algo. Momo se apoya ligeramente en su brazo, una familiaridad cómoda entre ellos. La felicidad irradia de ella.
—¡Eres tan divertido, Zuma! —dice ella, con una sonrisa— ¡Nunca me aburro contigo!
Zuma le sonríe, pero sus ojos tienen un brillo distante por un instante. Su mente, de forma incontrolable, viaja a la imagen de Itsuki en el porche de la casa de Momo, con el vestido que destacaba su silueta, su cabello suelto, esa expresión enigmática.
La forma en que sus ojos ámbar lo habían mirado, tan serios, tan profundos. Esa "chispa" que sintió la primera vez que la vio, se ha encendido en una curiosidad ardiente, casi una obsesión.
Zuma comienza a pensar mientras asiente a Momo, intentando concentrarse en lo que dice «Itsuki-san… esa chica. Es… extraña. Pero tan fascinante. Tan diferente a todos. ¿Por qué no se rió más? ¿Por qué esa mirada tan… antigua?».
Intenta disimular su distracción, forzando una sonrisa más amplia para Momo. Ha estado pensando en Itsuki casi constantemente desde aquella noche.
Su presencia, su calma, su aire de misterio. Es un pensamiento intruso que no puede sacudirse. Pero Momo, ajena a la tormenta que se gesta en la mente de Zuma, solo ve su sonrisa y su atención.
Momo, radiante, sigue hablando.
—¡Eres el mejor, Zuma! ¡Me haces tan feliz! ¡Es genial poder relajarme y ser yo misma!
Zuma asiente, sintiendo una punzada de culpa.
La felicidad de Momo es contagiosa, y le agrada. Pero la imagen de Itsuki, sus ojos ámbar, esa aura indescifrable, se niega a desvanecerse. Lo que comenzó como una curiosidad se está transformando en algo más profundo y peligroso.
La partida de ajedrez por los corazones de ambas chicas ha adquirido un nuevo jugador, con sus propias intenciones ocultas y Momo, tan feliz y confiada, no se da cuenta de que su propia felicidad podría estar en peligro por un deseo que Zuma no puede controlar.
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DATO
En el folclore japonés, el concepto de kitsune (el espíritu zorro) a menudo se asocia con el engaño, la sabiduría y la capacidad de seducir o manipular. La presencia de Itsuki, con su linaje Kitsune-Kagemiya, podría estar inconscientemente ejerciendo una sutil influencia en las percepciones de Zuma, atrayéndolo hacia su misterio y creando un nuevo nivel de complejidad en la red de relaciones.