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Una tarde después de clases. El grupo está dividido. Okarun y Momo están ocupados en su propia discusión (probablemente sobre alienígenas vs. yōkai), y Aira se ha ido a un Karaoke con una de sus nuevas amigas.

Jiji, en un raro momento de seriedad forzada, ha interceptado a Itsuki en la sala, lejos de la abuela Seiko. Itsuki está leyendo un tomo de apariencia muy antigua; Jiji está intentando adoptar una postura casual, apoyado en el marco de la puerta.

​Jiji con un tono estudiado, intentando sonar profundo, dice:—Itsuki-san. Un momento, si me lo permites. Quiero hablar contigo... de hombre a mujer. De gran guerrero a estratega brillante.

​Itsuki, sin levantar la vista del libro, y con su voz plana, responde:—De adolescente ruidoso a bibliotecaria de lo arcano. Adelante, Jiji. Sé breve. Mi tiempo es un recurso finito y tu aura es excepcionalmente distrayente.

​Jiji se endereza, ofendido por el comentario, pero intenta ignorarlo.

—¡Mi aura es... magnética! Pero ese no es el punto. El punto es... Mal de Ojo. —Jiji se acerca, su voz es baja y confidencial.

Se sienta frente a Itsuki, adoptando una pose de pensador, pero sus ojos siguen escudriñando el reflejo de su pelo en la mesa.

​—Después de lo del vacío ese, me di cuenta de algo. Eres la única aquí que realmente entiende las reglas antiguas. Momo es la fuerza bruta, Okarun es la... la diana. Aira es el radar. Pero tú eres la enciclopedia con piernas. Y yo... necesito respuestas.

​Itsuki cierra el libro, mirándolo por primera vez con atención. Hay un ligero interés en sus ojos.

—Veo que has llegado a una conclusión lógica. Es un progreso. ¿Qué quieres saber?

​Jiji asiente, sintiéndose validado.

—Necesito saber más sobre Mal de Ojo. Este tipo —señala su pecho—...es poderoso, me da habilidades increíbles, me hace el líder de la banda. Pero es un entrometido emocional. ¿Hay alguna forma, un ritual Kagemiya, un hechizo de sombra, para conseguir sus poderes sin tener que escuchar sus tonterías? ¿O para que me dé un abdomen de seis paquetes?

​Itsuki mira a Jiji, sus labios se curvan en lo que podría ser la sombra de una sonrisa, rápidamente reprimida.

—Tu necesidad de validación física es, de hecho, un subproducto de la inestabilidad de tu ki. En cuanto a Mal de Ojo... no. No hay atajos.

—¡Pero tú tienes al zorro! —exclama señalandola— ¡A Kitsune! ¡Puedes hacer trucos de fuego azul y mover sombras! ¿No puedes darle un pellizco psíquico a Mal de Ojo?

​—Mi linaje se basa en el control, no en la manipulación de otros espíritus por capricho estético —la voz de Itsuki es paciente, pero firme—. Mal de Ojo está ligado a ti a través de un pacto de energía, no es un parásito simple. Es un reflejo de tus —duda, buscando la palabra menos ofensiva—...deseos no resueltos. Es una entidad que se alimenta de tu energía emocional. Si quieres controlarlo, debes controlar tu propia mente —Jiji suspira, decepcionado.

—Así que, ¿la solución para ser un súper guerrero es... la autoayuda? ¡Eso es aburrido!

​—Es la verdad. Y precisamente por eso es difícil. Sin embargo —el tono de Itsuki cambia, volviéndose más práctico—...puedo enseñarte un ejercicio de enfoque y concentración Kagemiya. Te ayudará a delimitar las fronteras entre tu conciencia y la suya. Hará que te escuche, no que te dicte.

Jiji se endereza, sus ojos se iluminan, no por la promesa de la paz interior, sino por el poder.

​—¡Enséñame, Itsuki-san! ¡Enséñame a ser el guerrero supremo enfocado!

​Itsuki asiente. Saca un pergamino pequeño de su bolsillo, con caligrafía elegante.

—Bien. Empieza por aquí. Requiere veinticuatro horas de ayuno mental y una hora de meditación en la posición de loto... —Jiji se puso pálido al instante.

—¡¿Veinticuatro horas sin pensar en mi reflejo?! ¡Eso es imposible! —Itsuki responde con humor seco, un ligero brillo en los ojos.

—No es imposible. Es solo... ineficiente para tu ego. Pero es la única forma. Deberías agradecer que no te estoy pidiendo que recites un mantra en sánscrito mientras haces headstands en la cima de un volcán. A mi abuela le encantaba eso —Jiji se estremece visiblemente ante la imagen mental de la abuela Seiko en un volcán

​Jiji toma el pergamino con reverencia. Sus ojos se encuentran con los de Itsuki. Hay un respeto genuino bajo toda su bravuconería

—De acuerdo, Itsuki-san. Lo haré. Por el equipo... y por la promesa de ser un poco más... silenciosamente poderoso. Gracias.

​Itsuki asiente, volviendo a su libro, pero una pequeña y muy privada sonrisa aparece en su rostro.

—No hay de qué. Es un alivio encontrar a alguien que, al menos, aprecia el valor del conocimiento estructurado. Aunque sea motivado por la vanidad.

​Jiji se va, murmurando sobre "ayuno mental" y "posturas incómodas". Itsuki se queda sola, pero por un momento, se siente menos sola.

Su relación con Jiji, aunque es extraña, se ha solidificado en una alianza de conocimiento y respeto mutuo.

Y, piensa Itsuki, que al menos Jiji hace que Okarun y Momo parezcan... casi normales.

 casi normales

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DATO

La relación entre Itsuki Kagemiya y Jin Enjoji

Desde Itsuki: Itsuki lo ve como un fenómeno yōkai fascinante y peligroso. Su conexión con Mal de Ojo, su capacidad de transformación, y la mezcla de energía humana y yōkai lo conviertenn en un sujeto de estudio silencioso para ella.
Ella aprecia su poder bruto en combate, pero también es consciente de la inestabilidad que este conlleva.

Itsuki nota su lado "pervertido" o "ligón" pero lo descarta como ruido de fondo o una debilidad humana que no merece su concentración, a menos que interfiera con la misión.

Desde Jiji: Jiji, acostumbrado a ser el más "cool" y seguro de sí mismo (incluso si es un farol), se siente un poco intimidado por la seriedad y el poder imponente de Itsuki. A diferencia de Momo, que puede "verlo a través" y se burla de él, Itsuki tiene un aura de autoridad y conocimiento que Jiji respeta instintivamente.

Intenta ser carismático con ella, pero su frialdad y su mirada penetrante lo ponen un poco nervioso.
No intenta sus trucos "ligones" con ella.

DanDaDan ?Where stories live. Discover now