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Es la tarde siguiente a la decisión interna de Okarun. El aire sigue cargado con las emociones no dichas, pero la vida intenta seguir su curso.

Itsuki ha estado observando a Okarun todo el día durante las clases, percibiendo la nueva calma en su aura que, irónicamente, la hace pensar que él ya ha tomado una decisión, aunque no sabe a favor de quién.

Eso la preocupa.

Ha decidido que es ahora o nunca. El nuevo museo alienígena es la oportunidad perfecta para su confesión.

Las clases terminan y el aula se va vaciando poco a poco. Al final, Okarun sigue en su lugar, guardando sus cosas lentamente.

​Itsuki se acerca a él mientras está en su pupitre, guardando sus cosas, torpemente. La luz de la tarde entra por la ventana, bañando el aula en tonos dorados.

Su expresión es inusualmente suave, despojada de su habitual seriedad. Hay una tensión en sus hombros, una señal de su nerviosismo.

​Su voz es baja, un poco más cálida de lo normal, y hay un ligero temblor en su cuerpo, apenas perceptible.

—Okarun. ¿Tienes un momento? —pregunta ella. Su voz es casi un susurro.

​Okarun levanta la vista de inmediato, sorprendido por su tono. Siente una punzada en su pecho, no dolorosa, mas bien como un vuelco a su corazón, recordando su decisión de la noche anterior.

Pero también hay una extraña expectación. La Itsuki que tiene delante es diferente.

—Ah, Itsuki-san. Sí, claro. ¿Pasa algo? —responde con una sutil sonrisa, su voz es suave y tranquila.

​Itsuki da un pequeño paso hacia él. Sus ojos ámbar se encuentran con los suyos, y por un momento, Okarun ve una vulnerabilidad que lo desarma.

No hay lógica fría, solo una emoción pura y expuesta. Su corazón comienza a latir con fuerza. Itsuki se obliga a mantener la compostura, tratando de sostenerle la mirada.

—Sí... Ah... he recibido una invitación para la inauguración del nuevo Museo de Fenómenos Alienígenas Interdimensionales, cerca del distrito comercial.

Al oír eso los ojos de Okarun se iluminan al instante. Su fascinación por los alienígenas es abrumadora.

—¡¿Un museo alienígena?! ¡¿En serio?! ¡Eso es increíble! ¡¿Cuándo es?! ¡¿Hay exposiciones de platillos voladores?! ¡¿O de tecnología alienígena?!

​Itsuki sonríe, una sonrisa pequeña, dulce y suave que Okarun nunca había visto en ella.

No es la sonrisa irónica o la sonrisa de satisfacción intelectual.

Es una sonrisa de pura esperanza, y hace que el corazón de Okarun dé un vuelco más, su mente está en blanco.

​La voz de Itsuki se vuelve aún más suave, casi un susurro.

—Es este sábado. Y sí, la invitación menciona artefactos y hologramas interactivos de diversas civilizaciones estelares. Pensé que… dado tu profundo interés en el tema… te gustaría ir. Conmigo.

​La última palabra, "conmigo", cuelga en el aire. Okarun siente un rubor subir por su rostro. Es una invitación, no para estudiar, no para investigar, sino para… una cita.

Sus anteriores sentimientos por Momo chocan con la inesperada ternura de Itsuki. Siente una punzada de culpa, pero la emoción y la oportunidad son demasiado tentadoras.

​Entusiasmado, pero intentando parecer casual, responde:—¡Claro, Itsuki-san! ¡Me encantaría! ¡Sería increíble! Podríamos… ¡Podríamos aprender mucho!

​Itsuki asiente, su sonrisa se hace un poco más fuerte. Ha dado el primer paso. Pero la imagen de Momo aparece en la mente de Okarun. Siempre Momo.

​—¿Crees que Momo… también quiera ir? —pregunta, inseguro— Seguramente le interesaría ver esas cosas. ¡Ella es muy valiente y no le teme a nada!

​Itsuki, que había anticipado esta pregunta, mantiene su sonrisa, pero sus ojos ámbar tienen un brillo estratégico. Ha planeado su jugada.

​Su voz mantiene la misma suavidad, pero hay un toque de falsedad que Okarun no detecta.

—Ah, Momo. Sí, claro. De hecho, la invité esta mañana, antes de que saliera. Pero dijo que este sábado tiene planes, saldrá con sus amigas, o algo así. No podrá ir.

La expresión de Okarun cambia de decepción a comprensión.

—Ah, entiendo... Bueno, es una lástima. Pero… ¡Entonces seremos solo nosotros, Itsuki-san! ¡Genial!

​Itsuki siente un aire de esperanza. Su corazón, que por fin ha permitido latir con una emoción plena, ahora palpita con fuerza en su pecho.

La mentira sobre Momo la punza un poco, pero se consuela pensando que es una estrategia necesaria para proteger su propia vulnerabilidad.

Por primera vez en mucho tiempo, una genuina y dulce sonrisa se extiende por su rostro mientras mira a Okarun, y él la ve, queda cautivado por ella, confundido, pero atraído.

​La voz de Itsuki nuevamente es apenas un susurro, pero llena de una anticipación que Okarun percibe.

—Sí. Solo nosotros...

Okarun sigue emocionado, sonríe en grande sin poder ocultar su felicidad.

​Se despiden, acordando los detalles. Okarun se va, emocionado por el museo y extrañamente conmovido por la nueva Itsuki.

Itsuki se queda sola en el aula, su mano sobre su pecho. La sonrisa aún no desaparece.

Ha hecho su movimiento. La partida por el corazón de Okarun se acerca a su clímax, Itsuki, por fin, siente que tiene una oportunidad real.

 La partida por el corazón de Okarun se acerca a su clímax, Itsuki, por fin, siente que tiene una oportunidad real

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DATO CURIOSO

La creación de museos dedicados a fenómenos sobrenaturales o alienígenas es un signo de la creciente interconexión entre el mundo humano y el oculto. Estos lugares a menudo atraen no solo a humanos curiosos, sino también a yōkai menores y a veces sirven como puntos de energía para entidades más poderosas, lo que los convierte en escenarios perfectos para encuentros inesperados.

DanDaDan ?Where stories live. Discover now