Dicen que el universo es infinito, pero nadie advirtió que la locura que alberga lo sería aún más.
Pero en un mundo donde la abuela de Momo es una médium y los alienígenas buscan reproducciónespelusnante, el verdadero terror no está en lo que no ent...
La calle iluminada de la ciudad. Es de noche. Okarun e Itsuki están congelados en su lugar, mirando la escena de Momo riendo con el chico desconocido.
El ambiente, que ya era tenso, se vuelve gélido.
Okarun está paralizado. Sus ojos, fijos en Momo, no parpadean. El chico que está con ella es alto, con cabello oscuro y rapado, usa una chaqueta de cuero. Irradia una confianza y una despreocupación que grita "chico malo", un polo opuesto al propio Okarun.
Y lo que más le duele no es la presencia del chico, sino la forma en que Momo ríe: una risa genuina, abierta, sin la agresividad que a menudo usa con él.
El rostro de Momo está iluminado, y su atención está completamente en ese desconocido.
Okarun piensa, con una punzada helada en el pecho «Momo… ¿quién es ese? ¿Por qué se ríe así?»
Intenta camniar en dirección hacia ellos, impulsado por una mezcla de rabia y necesidad de saber, pero sus piernas no responden.
La conmoción del rechazo involuntario a Itsuki, sumada a esta traición visual, lo ha paralizado.
Itsuki, a su lado, lo siente. La ola de confusión y dolor que emana de él es casi física. Ella, a pesar de su propio dolor, se preocupa por él.
Su voz es baja y profesional, la máscara de frialdad bien puesta.
—Okarun. Debemos irnos. Esto no es… productivo.
Okarun la mira. Su rostro está pálido, sus ojos llenos de una agonía que Itsuki comprende demasiado bien.
Él asiente, sin decir una palabra. Gira sobre sus talones y comienza a caminar en dirección contraria, arrastrando sus pies.
Llegan a la casa de Momo. Okarun acompaña a Itsuki hasta la puerta. Él se despide con una amabilidad casi forzada, todavía en shock, sin mencionar la escena que acaban de presenciar. Su mente ya está en otra parte, analizando el nuevo desastre.
—Gracias por la invitación, Itsuki-san. Fue… muy interesante —dice a penas.
Itsuki lo mira, y hay una profunda tristeza en sus ojos. Ella sabe lo que él siente por Momo. Y sabe que su propia jugada fue interceptada por esa misma verdad. Asiente.
—De nada, Okarun. Descansa —es lo único que logra decir.
Itsuki entra a la casa, y Okarun se aleja, sintiéndose peor que nunca.
La calma que había sentido al tomar su decisión se ha desvanecido por completo, reemplazada por un nuevo e insoportable caos. Llega a su casa y se encierra en su habitación.
Okarun se sienta en su cama. El duelo es doble. Primero, la culpa por su torpe indecisión. Él había herido a Itsuki, pero no lo sabía. Había elegido a Momo, y por eso, su ki había rechazado a Itsuki. Era la prueba de que su decisión era firme, aunque dolorosa.
«Itsuki-san… se veía tan frágil. Y yo… yo no supe qué hacer. ¿Ella iba a declararse?.. No... Eso es imposible.», piensa con remordimiento.
Y ahora, la segunda, y más devastadora, parte del duelo: Momo.
La imagen de ella riendo con el chico lo golpea una y otra vez. Intenta ser racional. Intenta convencerse de que es solo un amigo.
Pero la escena no era de amistad.
Era de una conexión íntima, de una comodidad que él rara vez había visto en Momo con alguien más.
Especialmente no después de la forma en que él la había dejado sola en el bosque para correr hacia Itsuki.
«Ese chico… ¿quién es? ¿Por qué ella estaba allí? ¡Dijo que saldría con sus amigas! ¡Itsuki-san mintió! Pero… ¿por qué?», piensa, mientras aprieta sus puños.
De repente, se detiene. La mentira de Itsuki sobre la salida de Momo se convierte en un relámpago de entendimiento.
Itsuki sabía que Momo no iría. ¿Itsuki había querido que fuera una cita? ¿Y Momo había mentido a Itsuki para poder salir con ese chico? ¿O al menos eso creía? El nivel de intriga y deshonestidad lo abruma.
Pero el dolor más grande no viene del engaño, sino del temor a la pérdida.
Él había tomado una decisión dolorosa por Momo. Había renunciado a la posibilidad de la calma y la comprensión que Itsuki le ofrecía. Y ahora, su "elección" estaba con alguien más.
Se siente traicionado, pero sobre todo, se siente estúpido e insignificante.
—¿Fui demasiado lento? —murmura con cierto tono de autocompasion e ira— ¿Ese chico es mejor? ¿Lo prefiere a él? ¿Perdí mi oportunidad con Ayase-san mientras me debatía entre ella y su prima?
Las lágrimas de frustración se acumulan en sus ojos. El chico malo, alto y seguro, es todo lo que Okarun, el chico asustadizo transformado, no es.
La manera en que Momo lo había mirado con ese rostro iluminado era la prueba.
El karma de su propia indecisión lo ha alcanzado.
El camino que eligió ahora parece cerrado. Okarun entra en un nuevo duelo, esta vez, por la elección que acaba de hacer y que, quizás, ha llegado demasiado tarde.
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DATO CURIOSO
La parálisis en las piernas de Okarun al ver a Momo no es solo un shock emocional. El ki en su cuerpo reacciona a los conflictos emocionales extremos, a menudo manifestándose en debilidad física o en la activación involuntaria de la Turbo Abuela.
El trauma emocional de un doble rechazo (el de Itsuki y el de Momo) ha sobrecargado su sistema nervioso espiritual.