Capítulo 32

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Para lo que algunos hubiera sido una simple melodía de Maroon 5 en el teléfono, a Lauren le resultó ser el minuto más largo y desagradable de la historia de un dolor de cabeza.

-¿Diga? -trató de pronunciar Lauren lo más serena posible.

-¿Dónde estuviste anoche?

-¿Normani? Mierda, ¿qué haces llamando a estas horas?

-¿Estas horas? -preguntó con sarcasmo. -Lauren, son las tres. Tus padres vuelven del trabajo a las cuatro.

-Mierda, ¿las tres? -preguntó levantándose de la cama con dificultad y agarrando las primeras prendas de ropa que encontró en el armario, sujetando su teléfono entre el hombro y la cabeza. -En fin, ¿qué ocurre?

-¿Qué ocurre? Dinah me ha obligado a llamarte porque Camila estaba preocupadísima por ti -contó.

-No tengo ninguna llamada suya -confesó Lauren, deshaciéndose de la ropa del día anterior, con la que se había acostado. -¿Por qué no me llamó si tan preocupada estaba?

-Lauren, no estás bien -soltó Normani fríamente.

-¿Qué? -preguntó la ojiverde sentándose en la cama para ponerse el vaquero.

-¡Escúchate! Ni si quiera puedes pronunciar correctamente. ¿Estás drogada o algo?

En ese momento, se hizo la luz. Nick le prometió una copa; pero no fue así. No exactamente. Se tomó varias, una detrás de otra. Pero además...

-Mani, tengo que colgar ahora. Taylor necesita que la acerque a casa de una amiga, me olvidé por completo -se excusó. -Nos vemos mañana en el partido.

Y sin que la más morena tuviera tiempo a responder, cortó la llamada.

Además, Lauren había tomado drogas. Pero no una droga blanda, como venía siendo la marihuana. Había saltado directamente a la cocaína.

La pálida, ahora aún más pálida chica, se llevó las manos a la cabeza, sentada en su colcha de Bob Esponja. ¡Cuán inocente era hacía sólo unos meses! Si pudiera volver a atrás...

Su problema se estaba haciendo más y más grande cada día.

Lauren se levantó de la cama y se miró al espejo. Su piel, blanca como la leche, revelaban además unas ojeras moradas bajo sus ojos increíblemente profundas. El verde de sus ojos había perdido el brillo, ese brillo especial que hasta ella misma sabía que había poseído algún día atrás.

-¿Puedo pasar? -preguntó Chris dando un par de golpes en la puerta y sacando a Lauren del profundo trance.

-Claro -contestó la hermana mayor, arreglando como pudo su cabello.

-¿Cómo estás? -preguntó el chico castaño agachando un poco la cabeza.

-Bien, ¿cómo iba a estar?

-¿De verdad que no recuerdas nada? -cuestionó frunciendo el ceño.

Lauren no quería meter la pata, así que sólo se encogió se hombros.

-Esta mañana llegaste a casa vomitando. Tuviste suerte, papá y mamá se acababan de marchar a trabajar. Yo casi iba a salir a correr con Paul y Ted, pero te ayudé a subir las escaleras y me quedé un rato contigo, no parabas de vomitar.

-¿En serio?

Ahora sí que se sentía la niña más estúpida del mundo. Sus dos hermanos pequeños cuidando de ella.

-Sí -afirmó el chico con una suave voz. -Le dije a Taylor que bebiste un poco en casa de Ally, ya sabes cómo es; no quería que se preocupara.

-Entiendo... -murmuró Lauren.

El destino de la casualidad (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora