Capítulo 29

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-¿Pero qué demonios...?

Lauren sentía que la cabeza le iba a explotar. Sus párpados se separaban dificultosamente y, a medida que lo hacían, iba observando que aquella habitación, de pareces amarillas y estampas de la virgen, no era la suya.

-¡Al fin te despiertas! -exclamó la voz de Ally que, a decir verdad, no sabía de dónde venía.

-¡¡Sh!! ¡No grites!

La luz de la habitación se encendió y yo colocó una mano en sus ojos, evitando el deslumbramiento y el consecuente aumento del dolor de cabeza.

-Veo que alguien tiene resaca -dijo la más pequeña, sentándose a los pies de la cama.

-¿De verdad? -preguntó Lauren sarcásticamente. -¿Qué hago en tu casa?

-Si quieres que te lo explique debes bajar a almorzar -dijo acariciando suavemente su mejilla. -Papá ha preparado una sopa especial para la resaca.

-¿Tus padres están en casa? -cuestionó apurada.

-Sólo mi padre -aclaró. -De hecho, él fue quien me ayudó a meterte en la cama anoche.

Lauren se levantó como pudo, colocando ambas manos en el colchón y buscando un punto de apoyo para no perder el equilibrio y caer en mitad de la casa de los Brooke. Sus piernas temblaban y la cabeza le daba tumbos. En ambas rodillas tenía dos heridas que no recordaba cómo habían aparecido allí; pero sabía que no tenía nada que ver con el partido de softball.

-¡Buenas tardes, Lauren!

El padre de los Brooke, tan efusivo como siempre, saludó a Lauren tal y como si hija lo hubiera hecho: gritando. Claro que si hubiera sido ella, Lauren podía haberle pedido silencio.

-Buenas tardes, señor Brooke -susurró Lauren como pudo, con una voz ronca, fruto de la mezcla de la noche anterior y de acabar de despertarse.

-Vamos, siéntate -dijo dando un par de golpecitos en la silla a su lado.

Alrededor de la mesa redonda, había tres platos de sopa y tres vasos de agua que Lauren agradeció más que nada.
Ally, por otro lado, tuvo la cautela de no contar nada delante de su padre que, aunque conocía la borrachera que había sufrido Lauren hasta su casa la noche anterior, no era consciente de todo lo que había pasado durante ella.

-Creo que será mejor que me vaya a casa -dijo Lauren levantándose de la mesa, después de haber tomado el café junto a los Brooke. -Ally, ¿me acompañas al coche? No sé dónde aparcaste ayer.

Ally sabía por qué Lauren quería quedarse a solas con ella, así que no se lo pensó dos veces a la hora de aceptar. Ambas salieron de la casa formalmente, ninguna de ella dijo una sola palabra hasta que la puerta principal se había cerrado.

-Cuéntamelo todo -casi rogó Lauren.

-Creo que es mejor que nos sentemos tranquilamente -aconsejó Ally. -Vamos, el coche está allí.

Lauren temía la expresión que su amiga tenía en el rostro. ¿Qué tan malo podía haber pasado la noche anterior? En cualquier caso, aceleró su paso para entrar en el coche lo antes posible y poder escuchar la historia para completar sus lagunas mentales.

-¿Qué recuerdas de anoche? -preguntó Ally, adoptando la posición de una psicóloga centrada.

-Sólo que Camila actuó y que luego estuve bebiendo en la barra mientras vosotras bailabais unos metros más allá -se sinceró Lauren. -Te juro que lo he intentado, pero no recuerdo nada más.

-Acabaste en el suelo. después de haber dejado en evidencia a Camila delante de sus profesores y compañeros.

"Camila". En todo el tiempo que había estado despierta no se había preguntado qué habría podido pasar con ella. Lauren tenía pensado conducir hasta su casa cuando pasara un rato, como hacía prácticamente todos los días. En su cabeza no existía la posibilidad de que su novia pudiera estar enfadada o decepcionada con ella.

El destino de la casualidad (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora