Capítulo 14: Viejos anhelos

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Suspiré, y sabía de los casos. Había muchos vampiros que seguían las viejas costumbres: matar personas y beber su sangre. O hasta comérselos. Eso eran las ideologías que algunos compartían, sobre los humanos, y aun así era complicado pero ninguno era como los demás.

***

Me quede un rato parada sobre la nieve, a centímetros del venado muerto; sentía el viento helado debajo de mi nuca. Pude notar que mi estómago ya no hacía ruidos de hambre por la carne, significaba ya estaban bien, por ahora. Bueno ahora, como ya estaba mejor. Busqué mi camino de vuelta a mi casa y recordaba el camino, la que había seguido, no era mucho, solo unos metros, entonces con mi barriga hinchada y mi sed en control. Inhalé y exhalé profundamente cuatro veces, relaje mis piernas y entones, ¡swash!

Salí disparada hacia frondoso bosque de pinos helados, fue un recorrido normal, fueron los mismos obstáculos que había evitado pero ahora me sentía diferente, satisfecha, relajada y contenta de poder ser yo, y solo yo otra vez por el bosque espeso, corrí por unos metros hasta que por fin visualice de nuevo mi hogar. Entre por una de las ventanas corredizas de la sala, las cajas estaban ordenadas, sin desorden alguno, en sus esquinas y sitios correspondientes. Además la oficina a mi derecha con su puerta de caoba, un estante pequeño en la pared con fotos, adornos y otras cosas puestas en sus repisas, a la izquierda de la sala estaba un área de la casa con un pequeño corredor; no tenía puerta ni nada para cubrir la entrada. Ahí era donde estaba nuestro mayor comedor, no lo usábamos mucho, solo en fiestas, cenas y cumpleaños. No tenía más nada que hacer en mi hogar, todo estaba en orden, limpio. Me acosté en el sofá, me quite la cola de caballo y dejé caer mi cabello en un cojín y me eche ahí, puse mis manos por detrás de mi cabeza y levanté una pierna, miraba hacia el techo de madera con sus vigas. Solo veía el vacío del techo. Estaba sola y me provocaba escalofríos, no tenía a nadie y lo único que había eran esas cajas. Moví mi visión hacia ellas, examine minuciosamente todas las que pude ver y una me llamó la atención, era una caja; ni tan grande ni tan pequeña puesta cerca del televisor, no tenía nada en especial solo unas letras que me llamaron aún más la curiosidad. Estaba escrito con marcador negro y en letras grandes: RECUERDOS DE ALEX. Me levanté del sofá con curiosidad por esa caja. Me acerque hasta ella, pase a un lado de las demás cajas en el piso de la salsa. Me agache para verla mejor, aún tenía polvo y alguna pequeña telaraña. Comencé a abrirla con mucha intriga por lo que podía tener adentro. Y si me lleve una sorpresa, eran viejas cosas que ya no usábamos o que las habíamos guardado. Empecé a revisar las cosas que tenía ahí. Algo me llamó la curiosidad, había encontrado unos viejos anteojos. Estaban un poco rotos y sucios, habían sido de Alex. En muchas ocasiones olvidaba que él era un típico nerd cuando lo conocí, Alexander Dylon Williams. Era un auténtico nerd cuando mi madre había conocido a Jack, él tenía diecisiete años, en ese tiempo era todo un nerd, con granos, frenos y demás. Pero la muerte de su hermana y su madre fue un golpe muy duro, sin embargo para Alex era todo su mundo y ahora ya no está.

A los pocos meses mi hermanastro se sumergió en una gran tristeza que al tiempo se convirtió en depresión; su dolor y melancolía lo sumergieron en la amargura y soledad, se pasaba horas solo en su habitación o en la de su hermana, hasta que esa noche ocurrió. Una noche pasaba por su habitación y ahí lo encontré tirado en su cama, de repente me vino el aroma de sangre y al acercarme más, grité de horror de ver a Alex se había cortado las venas de los antebrazos, creía que estaba muerto pero aún vivía, apenas. Con la ayuda de Troy y mi esposo lo sacamos de ahí, pero aun así Alex no tenía fuerzas para seguir viviendo. Había perdido muchísima sangre y el tiempo corría, cada segundo era valiosa para salvar a Alex, así que tomé la decisión de convertirlo en Seivia.

Le iba a inyectar una gran cantidad de mi sangre, cuando empezó balbucear algo, entonces con el último aliento de su voz... habló. Siempre recuerdo esas últimas palabras que alzó Alex moribundo en la cama donde lo colocamos. "La vi, Cleo, vi a mi hermanita. Quiero verla Cleo. La extraño mucho" y sin un aliento más posible en su voz, poco a poco cerró sus ojos y ahí, Alexander Williams se había marchado. Duró cuatro días transformándose y al quinto despertó, estaba confundido y mareado al avivarse. No hubo problemas a acostumbrarlo, pero aun siendo inmortal, Alex seguía un poco abatido por lo ocurrido.

Las Dos Caras de la Luna © ✓Where stories live. Discover now