Capítulo 21: Debes prometerme algo...

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Capítulo 21: Debes prometerme algo...

La sala de espera era demasiado blanca, demasiado limpia. Olía a fuertes productos desinfectantes y naftalina.

Me froté los ojos con las yemas de los dedos.

Había sido una noche muy larga....

Fran me había amartillado toda la noche para que le contara a que se había debido mi numerito en el cuarto de baño y yo simplemente me había dedicado a mentirle, diciéndole una y otra vez que simplemente me encontraba mal y quería un segundo para mí.

Sabía que no me creía pero no me sentía con fuerza como para decir la verdad de lo que le pasaba a mi mente o a mi cuerpo.

La puerta de la consulta se abrió y una señora mayor salió a duras penas ayudándose de su andador.

Yo me levanté para ayudarla y ella me miró con una sonrisa.

-Gracias cielo. Siempre que estoy un rato sentada me cuesta volver a andar.

-No se preocupe- dije mientras la miraba a los ojos.

La señora me devolvió la mirada, sus ojos eran azules y brillaban mucho.

Algo en mi interior tembló, haciendo que me revolviera incómodo.

La mano de la anciana rozó la mía.

-No te preocupes muchacho, seguro que todo se arregla.

-Esto no se va a arreglar...

-Eres joven, estas cosas se superan.

-No soy lo suficientemente fuerte, no puedo.

-¿Tienes familia?

-Sí.

-Pues entonces te sorprenderás... Cuando ellos lo sepan tú no tendrás otra cosa que hacer más que sonreír para que ellos no sufran, así que llora todas tus lágrimas ahora que puedes porque llegará el momento en el que lo único que harás será luchar y sonreír incluso en los momentos en los que te estés muriendo por dentro. Porque tú no quieres que te recuerden enfermo y triste ¿no?

Parpadeé asombrado.

Las palabras de aquella mujer calaron en mí de una forma especial.

Sentía el cariño y la comprensión que transmitía e imaginé que ella había pasado por lo mismo que yo estaba pasando ahora.

Una gran sonrisa se dibujó en mi cara y la ayudé a caminar hasta que llegamos al ascensor, donde nos despedimos cordialmente.

Las puertas metálicas se cerraron mientras ella se despedía con la mano.

Al quedarme solo noté como mis ojos se llenaban de lágrimas.

Las palabras de aquella desconocida paseaban por mi mente una y otra vez al mismo tiempo que mi corazón temblaba, diciéndome que había llegado el momento de dar el siguiente paso...

Ese día le contaría a Fran la verdad.

Lo tenía decidido.

Sin muchas ganas volví sobre mis pasos para tocar en la puerta de la consulta del médico que me dio permiso para pasar al momento.

Me sequé las lágrimas y, cuando abrí la puerta, sonreí al doctor.

En ese momento supe que aquellas palabras influirían en mi vida para siempre, solo que no hasta qué punto...

****La cabeza de Fran está reposando sobre mi pecho.

-¿Estás despierto?- pregunto alejando de mí los recuerdos que me atormentan.

Amor de Látex, Caucho y GomaWhere stories live. Discover now