Niall se acercó a ella unos pasos más, venciendo su miedo un poco más. Si ella podía, él también podía. Él también quería ser valiente, ser positivo, arreglar las cosas por más lúgubres que se volvieran. Así que se armó de valor y esforzándose por no tartamudear o dudar, le dijo su nombre.

—Niall —dijo ahora en un tono de voz más alto, mirándola sonrojado y apretando los puños.

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Fizzy se despertó lentamente, siendo consciente del gran dolor que le invadía el cuerpo. Sus brazos estaban tan adoloridos que ni siquiera tenía el valor de moverlos y la mitad de su rostro (de lado izquierdo) estaba hinchado. Pero se sentía positiva, y pensaba que en unos días ya no estaría tan mal.

Después de todo, se sentía a salvo ahí.

Estaba en la misma habitación de la noche anterior y no había nadie a su alrededor, suponía que la habían dejado descansar. No había rastro de Niall ni de Harry, quizá seguían dormidos. Tenía la vista algo borrosa por lo cual no pudo ver bien la hora del reloj de la pared. En un pequeño mueble que tenía de lado derecho había un vaso de agua, sentía la garganta seca y tenía sed. La necesitaba.

Se removió un poco, y cuando intentó levantar un brazo chilló inconscientemente al sentir el dolor atravesarla, sí que estaba lastimada por no decir destrozada.

Escuchó una puerta abrirse rápidamente y después a Harry ingresar corriendo para llegar a donde ella estaba. Harry a penas y se había levantado, había dormido ahí en la oficina que le tenían asignada para hacer su trabajo, lo primero que había pensado cuando se despertó era que tenía que ver a Felicite y cuando a penas iba a entrar a la habitación había escuchado su chillido, por lo cual se había preocupado.

No quería admitirlo, pero la chica se veía muy herida, sin mencionar que tenía ojeras debajo de los ojos y el rostro hinchado.

Harry la observaba preocupado, llevaba el cabello recogido en un moño a lo alto de la cabeza. Un moño desarreglado y despeinado, y aún así se veía perfecto.

—¿Qué pasa? ¿estás bien? —preguntó mirándola con los ojos bien abiertos, en busca de nuevas heridas o de algún indicio de que debían de ir urgencias— Quizá debimos de haber ido al hospital desde el principio, perdón por dejarte sufrir aquí sola —pidió disculpas, se veía muy afligido.

—No, no pasa nada —lo tranquilizó de inmediato ella—, no es necesario lo del hospital, estoy bien, lo prometo —aseguró—. Perdón por preocuparte, sólo quería tomar el vaso de agua, pero me ha dolido moverme —se disculpó, evidentemente apenada.

Harry se quedó observándola un poco con la mirada confundida, se acercó a ella, tomó el vaso de la mesita de noche y se sentó a un lado de la adolescente.

—Incorpórate un poco, así no te ahogarás —le aconsejó.

Fizzy obedeció y tratando de no lastimarse se acomodó con la cabeza más alta que su cuerpo en la camilla. Harry le tomó la cabeza y guió el vaso de agua hasta sus labios para que pudiera beber, conforme menos había agua, más inclinaba el vaso para que se terminara.

Cuando no hubo más, se lo retiró de la boca y lo puso de nuevo en el mueble de madera que se encontraba a su lado.

—Gracias —susurró agradecida, sus mejillas estaban algo sonrojadas por la acción del muchacho.

Harry seguía observándola, así que asintió y le sonrió cálidamente.

Harry sentía que ya la había visto antes, no sabía por qué pero le daba la impresión de que ya la había conocido. Aquel color de cabello, y aquellos ojos.. podría jurar haberlos observado más de una vez en el pasado. Siguió hurgando en los recuerdos de su mente tratando de recordar, pero no tuvo éxito. Harry tenía muy buena memoria, pero en esos momentos no podía recordar una conexión entre la adolescente y alguien.

Detrás del arcoíris ||L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora