Capítulo 20

4.9K 235 38
                                    

Clarissa

Dolor, es lo único que puedo recordar. Siento mucho dolor. En cuanto abro los ojos es mi único sentimiento. Estoy algo atontada y mi garganta está seca. Aunque cuando trato de cerrar la boca y me topo con que no puedo, entiendo lo de la resequedad. Christian está aquí, dormido en una silla. Hago ruido porque no me puedo mover para poder despertarlo.

¿Cuánto tiempo he dormido?

Él abre los ojos al escuchar mis quejidos, voltea de inmediato hacia mí. Se acerca casi corriendo.

—Has vuelto...

Pues claro, ¿Qué esperaba? Espera... ¿He vuelto?

Al parecer entiende mi mirada interrogativa. Inhala profundamente y suelta el aire de una manera melodramática. Eso solo significa que no me dirá que pasó.

—Le diré al doctor que has despertado, no te muevas...

Lo veo salir mientras me pregunto ¿A dónde cree que iría? Solo moverme un poco me causa un gran dolor.

He estado en este cuarto de hospital por un mes, o eso creo. Si has estado alguna vez entenderás que no es de lo más agradable que hay en la vida, al contrario. Me han miles de pruebas y por fin han llegado a un diagnostico, no fue el mejor que nos pudieron dar, pero al menos se detectó a tiempo.

El doctor entra en el cuarto y comienza el movimiento, me quitan el tubo que tengo en la boca, checan mis signos vitales y revisan mis ojos y movimientos. Aún me duele moverme, pero poco a poco el entumecimiento se va. Casi no siento las piernas pero dicen que es normal. En este momento ellos podrían decir lo que fuera mientras me dieran agua.

Cosa que no pasa sino hasta muchas horas después. Cuando nos podemos quedar solos Chris y yo, es cuando me entero de todo.

—Dime —le digo en voz baja, aún no he podido hidratarme.— ¿Qué ha pasado?

—Dormiste por mucho tiempo Clary, no sabía que te hallabas tan cansada...

—¿Mucho tiempo?

Chris asiente, presiento que me quiere decir otra cosa, pero guarda silencio. Me gustaría saber qué ha pasado con Daniel, pero desde que terminamos, Chris no soporta hablar de él. No quiero tener problemas con mi mejor amigo por culpa de alguien que me ha borrado de su vida. No vale la pena.

—¿Cuánto tiempo llevo aquí Chris?

—Cerca de dos meses.

Cuando contesta me doy cuenta de que realmente he dormido mucho tiempo, he estado fuera por poco más de veinte días, casi un mes "durmiendo".

Christian puede entender mi mirada de horror, me aprieta la mano.

—El doctor dijo que fue lo mejor que te pudo pasar, las cosas con tu enfermedad son menos graves ahora, solo necesitabas descansar un poco.

Sé que lo ha minimizado, pero el horror es el mismo, me he perdido casi un mes de mi vida.

No me dan mucho tiempo para sentirme mal, al día siguiente empiezan las terapias, cada una de ellas es muy dolorosa. Esto cambia cuando puedo ponerme de pie una vez más. Poco a poco voy caminando y cuando puedo sostenerme por mí misma, es cuando el doctor habla de dejarme ir a casa.

Han arreglado mi llegada a casa en unos días. Lo único que me ha dicho Chris es que todos preguntan dónde estoy, pero no me dice nada de él. Eso solo puede significar una cosa: Daniel ha seguido con su vida.

De pronto esto no me parece tan bien, ¿Cómo es que olvidó tan pronto lo que sentía por mí? Entonces me doy cuenta de que siempre me mintió, todo lo que me decía no eran más que mentiras para conseguir... ¿Conseguir qué? No tenía idea pero no tendría nada de mí.

Mi amargura no quedó ahí, escuchaba música, sí, pero toda dedicada a él. Los temas eran variados, pero siempre se le tachaba de cobarde, desgraciado, maldito y demás cosas que me dan pena en este momento.

Cuando llegué a casa, seguí sin salir por unos días. La escuela había aceptado que hiciera una evaluación general para no perder el año y pudiera graduarme con mis compañeros.

No deseaba saber nada de Daniel. Si ahora era feliz, pues genial. Para mí estaba muerto.

Daniel

Christian se veía de mejor humor, la verdad es que como siempre me veía como si del demonio se tratara, no me acerqué a preguntarle qué le pasaba. También había dejado de jugar, así que no podía verlo mucho después de clase.

Jess y Rafael me decían que lo olvidara, pero algo me decía que esa felicidad era por algo relacionado a Clarissa.

Eso me importaba hasta que recordaba que eso no era de mi incumbencia, que no debía importarme más y que esa había sido la elección de la pelirroja en cuestión.

Iba rumbo a la casa de Jess, tenía una cita con ella.

Salía con mucha regularidad con ella, nos llevábamos bien y en cierto modo era un poco agradable sentirse como una persona normal como antes. Tomé el camino largo, es decir, tomé el camino en el que tenía que pasar por delante de la casa de Clarissa.

No me detuve a pensar por qué lo hacía. No sería sano para mí ponerme a meditar sobre este hecho.

Mi corazón se detuvo cuando vi que la puerta estaba abierta, el pasto estaba recién regado y las flores de la entrada ya no se veían secas.

La mamá de Clarissa salió en ese momento. Me vio y me saludó como siempre. Esto me pareció demasiado raro, solo podía significar que no sabía nada de cómo habíamos terminado su hija y yo. La saludé y seguí caminando.

Pero ahora lo hacía con el conocimiento de que ella estaba en la misma ciudad, que la tenía cerca una vez más.

Llegué a la casa de Jess y seguí con mis planes. Me divertí, pero ahora fue diferente. Mi cabeza no dejaba de pensar en ella. Incluso evitaba decir su nombre para que los recuerdos no salieran y derrumbaran todo a su paso.

La vida siguió. Ella no volvió a la escuela. Comencé a pensar que me había imaginado a su mamá y me decía que esto era lo mejor. Pero cada que pasaba por su casa, y veía que había movimiento en ella, era un martirio.

Me dije que todo en mi vida estaba de lo mejor...

Hasta que la volví a ver y todo cambió.

Una vez más.

Y te vi... [Editando]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora