Capítulo 15

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Daniel

Hoy sería el día en que por fin podría llamar a Clarissa mi novia, lo sabía. Había notado como me veía, además de que ya no tenía que chantajearla para salir con ella. La vida era simplemente tranquila, ella me hacía feliz, yo intentaba hacer lo mismo con ella. Todo en paz.

Como me encontraba terriblemente alegre de saber que ya tendría novia no me presté atención al presentimiento que llegó de pronto.

Al igual que todos los días, fui por Clary para irnos a la escuela. Al salir le preguntaría si deseaba ser mi novia y en unos días la llevaría a casa para que conociera a mi mamá.

Espero que no sea todo demasiado precipitado o que eso hiciera salir corriendo a la pelirroja. Estaba pensando en ello cuando me topé de frente con Jess, ya tenía algunos meses sin tener mucho contacto con ella y la verdad es que casi había olvidado que vivía cerca de Clarissa.

Al verme se acercó a mí, más rápido de lo que pude prever.

—¿Venías a verme?

—No Jess...yo iba por...

—¿Querías acompañarme a la escuela? —Jess se sujetó de mi brazo.— ¡Ay, que tierno!

Su agarre en mi brazo era casi mortal, si presionaba un poco más seguro estaba de que perdería la movilidad de esa extremidad por todo el día. Estaba tratando de zafarme de ella cuando me llegó su voz.

—Buenos días Daniel, hoy se te hizo tarde.

Creí que me mandaría a dar una vuelta y en cambio me estaba... ¿reclamando? Espera... Sí, me estaba reclamando por tardar en ir por ella, vaya, no sabía como reaccionar. Porque también le estaba diciendo a Jess que yo estaba ahí por Clarissa no por otra persona.

Jess aflojó su agarre y yo aproveché para zafarme definitivamente, acercándome a Clarissa.

—Lo siento, me entretuve un poco, pero no volverá a pasar.

Vi como Clarissa miraba fijamente a Jess, de una manera tan extraña en ella. Y caí en cuenta, la pelirroja le estaba declarando algo a Jess, se estaba auto nombrando mi dueña. Pues...que así sea. No sería yo quien pusiera peros en esto.

La tomé de la mano (la primera vez que lo hago) y me la llevé de ahí. Mientras caminábamos, no mencionamos el incidente con Jess, ese fue uno de nuestros primeros errores. Seguimos hablando como si nada hubiera pasado.

Esa tarde hice lo que pensaba desde la mañana. Y ella dijo que... Sí.

Así, sin más. A pesar de la sencillez de la respuesta, todo el momento fue mágico y especial. Supe que había conocido a la mujer que me acompañaría toda la vida, la que sería la madre de mis hijos y con la que despertaría cada mañana.

Obviamente no le dije esto, pero yo haría todo lo posible porque esto pasara.

Nuestro noviazgo era tan dulce, tan tranquilo y pacifico. Éramos tan felices, que seguramente a alguien le molestó que lo fuéramos, ya que un día todo se descompuso y, al menos yo, no supe que hacer.

Y te vi... [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora