Capítulo 14

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Clarissa

No supe que hacer, Daniel me había tratado de besar.

¡Daniel me había tratado de besar!

Obviamente no se lo permití, y no, no es que sea nueva en eso de los besos...pero...era demasiado pronto y yo solo quería verlo como amigo. No podía verlo como otra cosa, no quería verlo como otra cosa. Mi corazón no podría soportar tener esa clase de sufrimiento una vez más.

Me di un baño y después de prepararme para dormir, me recosté en mi cama. Tal vez debí darle una cachetada, fruncí el ceño. ¿Por qué siempre se te ocurre que hacer cuando ya no hay nada que puedas hacer?

Suspiré y traté de dormir, pero simplemente no pude. Me quedé mirando el techo de mi cuarto por horas, hasta que el sol alumbró la estancia. Hoy me vería como zombi por no dormir en toda la noche y era culpa de un muchacho al que yo quería llamar amigo.

¿Realmente solo quería ser su amiga? Mi respuesta fue un sí demasiado rápido y no muy sincero. Pero me recordé que era mejor mantener la distancia y no sufrir.

Me puse mi uniforme, bajé a la cocina donde solo pude beber un poco de jugo de naranja y me dirigí a la escuela, iba acomodando la boina en turno cuando me saludaron desde muy cerca de mi costado derecho.

Brinqué y por poco caigo al suelo, él lo impidió.

—¿Es que siempre debo estar cuidando que no caigas?

Su tono no era de burla, aunque tampoco estaba a salvo de sonar divertido. Coloqué bien la boina, cubriendo todo mi cabello, y lo miré directamente a los ojos.

—¿Es que siempre debes llegar de sorpresa?

—Yo solo dije hola y tú brincaste como si se tratara de un demonio o algo así...

¿Un demonio? Ajá, tal vez estaba poseída y por eso pensaba tanto en este hombre. Sí, eso debe ser. Sonreí ante esta explicación, era algo loca pero era una buena teoría.

—Así te ves mejor —dijo él acercándose un poco.

Me alejé una vez más.

—¿Cómo?

—Te ves muy linda sonriendo...

Sentí que me sonrojaba, no sé como otras personas no lo sentían, pero yo podía darme cuenta en seguida cuando mis mejillas se tornaban más rojas que mi cabello. Mi cara se ponía caliente y mis manos temblaban mientras se helaban. Soy una contradicción andante.

—¿Así le hablas a tus amigas?

Daniel se alejó un poco y lo pensó un poco.

—No, no le hablo así a mis amigas...

—Entonces no deberías hablarme así —le dije arqueando una ceja.— Somos amigos.

—Por ahora, ¿nos vamos?

No supe que contestar a lo primero, pero asentí a lo segundo y comencé a caminar rumbo a la escuela con él siguiéndome muy de cerca.

Por los siguientes dos meses hizo todo lo posible por convertirse en una constante en mi vida, ya que Christian estaba ocupado con su nueva novia, pues no le costaba trabajo encontrarme sola.

Daniel se volvió alguien indispensable en mi vida, hablábamos todos los días, pasábamos tiempo juntos, incluso se podría decir que "dormíamos" juntos, ya que seguíamos mandando mensajes hasta que el sueño nos vencía.

Y me dejé caer, mi cerebro murió y el corazón ganó. Ya no había duda, él se había convertido en mi todo. La noche en que me di cuenta de ello, solo rogué porque no sufriera, oré porque todo estuviera lleno de amor y nada más, supliqué por una historia con final feliz.

El problema de esto era que... Dios no cumple caprichos, la vida da muchas vueltas y en todo, alguna vez habría problemas.

Pero lo que se nos vino encima ninguno de los dos pudo impedirlo y como huracán, se llevó todo a su paso.


Y te vi... [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora