Capítulo 2

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Clarissa

Ya era tarde, maldita e irremediablemente tarde.

Debía correr para alcanzar a mi mamá, a ella no le agradaba esperar y yo odiaba ser impuntual. Era una de las primeras lecciones aprendidas de esa escuela de verano, al menos la única que nunca olvidaba.

Corrí por el pasillo hasta llegar a la entrada de la escuela y ahí choqué contra alguien un poco más grande que yo. Ni siquiera me giré para ver de quién se trataba. Fuera quien fuera tendría que esperar las disculpas para mañana.

Tenía prisa. Nada más importaba.

Seguí corriendo hasta que llegué al lugar de encuentro, gracias al cielo mi madre aún no llegaba. Intenté recuperar el aliento mientras esperaba. A lo lejos vi a Rafael golpeando a un muchacho. Me giré, en definitiva no quería verlo hasta que fuera absolutamente necesario.

Mi madre llegó sin mucha prisa, y después de saludarla, la tomé del brazo y caminamos. Había muchas cosas que comprar.

Cuando llegamos al mercado, comenzamos con la lista mientras le platicaba todo lo que me había pasado en el día. Al llegar a uno de los puestos, alguien me tomó del brazo.

Al girarme para soltarme, vi que era mi mejor amigo Christian.

—¿Me ibas a golpear rojita?

Negué con la cabeza, casi nadie sabía que el color de mi cabello era rojo. Mi mamá culpaba a las boinas, gorras, cachuchas y sombreros que siempre usaba. Tal vez tenía razón. Obviamente no se lo diría.

—Vi que has tenido un ligero accidente al salir, ¿estás bien?

—Chris, no fue un accidente, golpeé a un muchacho... pero es que tenía prisa —hice una mueca.— Lo malo es que no vi quién era y no sé con quién debo disculparme.

Chris entrecerró los ojos, era obvio que estaba tratando de recordar a la víctima de mi golpe.

—Creo que no lo vi bien, disculpa rojis pero no te puedo ayudar.

Llevamos a mi mamá a la casa y decidimos dar una vuelta por el barrio. Aún llevábamos el uniforme, estábamos totalmente relajados y riendo de lo que había pasado en clase de matemáticas. El maestro sí que le metía chispa a la materia.

Seguimos riendo cuando alguien muy furioso se detuvo delante de nosotros, obligándonos a detenernos.

Lo reconocí de inmediato, era Daniel. Esperé para ver qué decía. Aunque a decir verdad, lucía bastante enojado. Nunca lo había visto así.

—¿Pasa algo Daniel? —le pregunté levantando las cejas.

Él lució desconcertado un momento, pero enseguida recuperó su expresión molesta.

—¡Chocaste conmigo hace un rato!

Sonreí, fue un gesto sin querer. Al parecer, también, fue uno no muy oportuno.

—¡No es un chiste! —dijo él casi gritando.

Levanté las manos en señal de rendición y di un paso atrás. Eso fue totalmente involuntario. Christian se colocó un poco por delante de mí.

—Ella ni siquiera se dio cuenta de con quién había chocado Daniel, fue sin malicia.

Daniel cruzó los brazos y sonrió. No era una sonrisa amable, era como de...diantres, ni siquiera puedo decir qué tipo de sonrisa era.

—Mira Daniel, lo siento...tenía prisa, no era mi intención lastimarte —dije sin salir de detrás de Chris. Aunque tampoco es que alguien como yo pudiera causarle mucho daño a alguien como él.

Daniel dejó de sonreír, le hizo un gesto a Chris para que se hiciera a un lado. No era un gesto despectivo, pero tampoco era uno muy amable. Mi amigo, se movió solo un poco.

—Te disculpo, con una condición.

Fruncí el ceño, ¿desde cuándo se disculpa con condiciones?

—¿Qué condición? —pregunté a mi pesar.

La sonrisa volvió.

—Sal conmigo este domingo.

No pude evitar abrir la boca con asombro y parpadear unas cuantas veces.

¿De qué demonios se trataba esto?


Y te vi... [Editando]Where stories live. Discover now