Capítulo 8

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Clarissa

La semana transcurrió sin volver a saber del loco de Daniel, a Dios gracias, pude ser invisible ante él... ¡otra vez!

No entendía qué demonios le pasaba, habíamos coincidido en secundaria, incluso habíamos trabajado juntos en alguna tarea. ¿Qué había cambiado para que en este último año escolar se fijara en mí?

Lo peor es que eran casi inicios, si fuera a final del ciclo las cosas no habrían resultado tan aterradoras. Como no iría a una universidad local, pues me habría librado de él fácilmente, pero no, al hombre se le ocurrió verme cuando casi apenas nos habían dado las presentaciones de los maestros. Si me preguntas, es un verdadero fastidio.

El sábado, que es el único día en que me permito hacer algo diferente a lo normal, fui a acompañar a Christian. Ya era como una tradición, a mi amigo le gustaba el futbol, tanto verlo como jugarlo.

Chico tenía que ser. En fin, hoy le tocaba jugar. No conocía a sus compañeros de equipo y tampoco sabía nada del contrincante. Pero me pidió que no faltara y no le iba a fallar a mi amigo por nada del mundo, ¿cierto?

Caminé hasta las gradas de la cancha, con mi "uniforme para ver un partido" como lo llamaba Christian. Me parecía que no tenía nada de malo mi sudadera negra (con capucha, obvio), mi pantalón negro de mezclilla y mis lentes oscuros. Lo sé, suena a que me dedico a espiar a la gente. Pero es que no quería que alguien se me acercara a tratar de hablarme del juego.

La verdad es que no entendía nada de nada. Christian me decía que yo le daba suerte, así que, aquí estoy, viendo a un montón de muchachos estirarse mientras escucho música de Hozier.

Entonces, vi que en el equipo contrario, estaba él. Rápidamente busqué a mi amigo con la mirada, como lo suponía, se encontraba sonriendo.

Había caído en su trampa.

Maldito.

Mientras rogaba porque Christian fuera telepático para que escuchara la cantidad de insultos que le estaba profiriendo y de los cuales no podría decir ni la mitad en voz alta, el partido comenzó.

Según vi, las cosas iban muy parejas. Ambos equipos eran buenos, ninguno era demasiado grosero con sus adversarios y todo se llevaba en magnifica paz, hasta que entró Rafael.

La segunda persona a la que detesto en el mundo. El único chico al que no soportaba, y con el que debía pasar cerca de tres horas cada semana.

El juego cambió ligeramente. Seguían dando todo de sí, pero ahora eran más agresivos, más defensivos que otra cosa. Hubo golpes, patadas, faltas e incluso una chica de las filas de adelante lloró.

Cuando el juego terminó, bajé hasta el campo y Christian se acercó a mí. Estaba completamente sudoroso, con su blanca cara sonrojada y una sonrisa en su boca.

—Viniste —dijo tratando de abrazarme.

—Te dije que lo haría...

Sin que pudiera hacer nada para evitarlo, me atrajo hacia él y me abrazó.

—Ugh, ¡Christian!

Mi amigo comenzó a reír histéricamente, algo lo hacía muy feliz y mi incomodidad quedó relegada por la curiosidad.

—¿Qué pasa Chris?

—No sé de qué hablas, solo estoy feliz de verte.

—¿Te drogaste?

La risa de Chris volvió, aunque ahora más moderada.

—No Clarissa, no me drogué, solo estoy muy feliz.

Vi que en realidad sí estaba muy feliz, eso me era suficiente para estar igual que él. Lo abracé con fuerza mientras cerraba los ojos. Sabía que más tarde me contaría que le pasaba y entonces sería aún más feliz por él.

Estaba completamente absorta en ese gesto, cuando escuchamos un resoplido. Christian se alejó de mí rápidamente. Fruncí el ceño y me giré a ver quién había interrumpido este momento con mi amigo.

Daniel se encontraba con los brazos cruzados y una mirada rara. Al parecer no estaba muy contento. Me coloqué delante de Chris e imité su gesto.

—Hola Daniel, jugaste bien...

Él levantó una ceja, y siguió con esa mirada rara.

—¿Viniste a verlo jugar hoy? —Daniel dio un paso adelante mientras yo daba uno hacia atrás.— Así que son algo más que amigos, ¿verdad?

Daniel daba un paso mientras yo retrocedía uno más. No entendía su malestar, ¿Qué importaba si Chris y yo éramos más que amigos?

—¡Basta! —grité cuando dio un paso más.

Él se detuvo, como que lo sorprendí con ese grito. Y, creo que fue algo exagerado. Haciendo una mueca, lo miré a los ojos.

—No es de tu incumbencia si somos solo amigos o no, no es asunto tuyo.

—Sí que lo es —respondió él dando un paso atrás.

—¿Por qué?

Entonces, una sonrisa se hizo presente en su boca. Se acomodó la mochila que llevaba en un brazo, y que recién veía, y dando media vuelta contestó:

—Mañana lo sabrás, tenemos una cita ¿lo olvidaste?

Sin darme tiempo de contestar, se marchó. Me giré a ver a Christian y noté que lucía igual de sorprendido que yo.

Daniel sí que era raro.

Y te vi... [Editando]Where stories live. Discover now